POR REDACCIÓN LA HORA*
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Esta Navidad alrededor de 6 mil migrantes cubanos, varados desde hace un mes en Costa Rica, pasarán las fiestas en albergues temporales, sin que las autoridades de la región centroamericana encuentren una solución a su situación. Las circunstancias se asemejan a las vividas por los migrantes ilegales del Istmo detenidos en Estados Unidos, cuya situación puede prolongarse por meses, sin que tengan certeza de su futuro.

Duermen apenas sobre sábanas tendidas en el suelo. Sin camas, ni siquiera colchonetas. El gobierno de Costa Rica les provee alimentos y atención médica, pero nada calma la ansiedad que les provoca el no saber si podrán seguir su viaje hacia Estados Unidos.

«Me siento desesperado. Salí de La Habana en los primeros días de noviembre. El viaje me ha costado 10 mil dólares y me estoy quedando sin plata», dice Johan Mérida, profesional de turismo, uno de los más de 6 mil cubanos varados en la frontera que divide a Costa Rica de Nicaragua.

Mérida, como los demás, aguarda en uno de los veintinueve albergues provisionales habilitados por el gobierno costarricense cerca de la aduana de Peñas Blancas, a 300 kilómetros de San José, donde los migrantes permanecen desde el domingo 15 de noviembre, después de que Nicaragua les cerrara el paso por su territorio.

El grupo, alentado por una banda ilegal de tráfico de personas, se había reunido en Ecuador, a donde había llegado por vía aérea sin necesidad de visa y con pasaportes legales expedidos por el gobierno cubano, según informó la Cancillería en La Habana.

Desde que estalló la crisis el 10 de noviembre, tras el desmantelamiento de la banda de traficantes de personas (Coyotes) -que provocó una aglomeración en masa en la frontera sur costarricense de ciudadanos cubanos que quedaron a la deriva-, Costa Rica concedió casi 6 mil visas temporales y tramita otras 2 mil para los inmigrantes que siguieron llegando al puesto limítrofe de Paso Canoas.

Todo se complicó cuando Nicaragua militarizó y cerró su frontera con Costa Rica el pasado 15 de noviembre y devolvió a punta de gases lacrimógenos a unos 850 cubanos.

En medio de la crisis, Ecuador dispuso exigir visados a los ciudadanos cubanos a partir del 1 de diciembre y Panamá estableció un bloqueo en su frontera con Colombia, poco después.

Honduras, dijo esta semana que podría permitir el paso por su territorio de «algunos» inmigrantes.

Nicaragua aduce razones de «seguridad nacional» y Guatemala exige un compromiso escrito de México de que también recibirá a los inmigrantes, mientras Belice propugna por una salida regional.

Por el momento el drama y la angustia de los emigrantes cubanos varados en Costa Rica se prolonga y no hay visos de solución.

Es casi seguro que pasarán la Navidad aglomerados en casi una treintena de albergues que el gobierno costarricense ha instalado en varios puntos de la zona fronteriza con Nicaragua.

La situación económica y política en Cuba, el mismo proceso de apertura migratoria promovida por la isla en los últimos años, el temor a que se elimine la ley de Ajuste Cubano aprobada por Estados Unidos en 1966 tras el deshielo entre Washington y La Habana, y otras circunstancias, son las causantes de este nuevo éxodo.

EL ESPEJO DE CENTROAMÉRICA

La misma incertidumbre y desesperación viven los migrantes centroamericanos en los albergues de menores en Arizona, Estados Unidos, los que se encuentran desbordados debido a la llegada masiva de personas de forma ilegal, en su mayoría mujeres y niños.

A mediados de 2014 el presidente del país norteamericano, Barack Obama, reconoció la existencia de una crisis migratoria, tras la detención, en lo que iba del año fiscal, de por lo menos 46 mil niños no acompañados que intentaban ingresar indocumentados al país.

Para octubre de ese mismo año, la cifra había aumentado a 66 mil, esto, sin tomar en cuenta el número de adultos que fueron arrestados por agentes federales y el número de niños y adultos deportados y que formaron parte de la crisis.

Los migrantes que no son deportados deben permanecer en los albergues familiares o en la prisión durante meses, mientras un juez determina su destino.

A más de un año de la crisis, las cifras han disminuidos, pero los centroamericanos siguen huyendo por las mismas razones: la inseguridad, la pobreza extrema y la reunificación familiar.

El domingo, el presidente Alejandro Maldonado declaró que Guatemala ha ofrecido su colaboración a Costa Rica para solucionar el problema de los migrantes cubanos, pero de manera gradual, e hizo una comparación con los migrantes guatemaltecos en Estados Unidos.

«Nosotros hemos indicado que vamos a colaborar ante el problema de los cubanos, pues recordemos que son más de 120 mil guatemaltecos que han sido deportados en su intento de llegar a los Estados Unidos y esto es un problema mundial, pero Guatemala no puede hacerse cargo totalmente de este problema», expresó Maldonado.

CRISIS CONFRONTA A SICA

La crisis migratoria provocada por la presencia de más de 6 mil cubanos varados desde hace un mes en Costa Rica puso en los últimos días en jaque al Sistema de Integración Centroamericana (SICA), ante su incapacidad de contribuir en la búsqueda de una salida al problema.

El gobierno de Costa Rica literalmente explotó en El Salvador durante una cumbre de mandatarios de la instancia, luego de que el SICA obvió adentrarse en el tema de la oleada de cubanos estacionados en territorio costarricense por la negativa de Nicaragua, Guatemala y Belice a permitirles el paso.

Si no fuera por esa situación, estos ciudadanos podrían proseguir una travesía que iniciaron en Ecuador, pasando luego por Colombia y México, para tratar de alcanzar su único objetivo: llegar a Estados Unidos, el «sueño americano», donde son beneficiados con facilidades migratorias.

El viernes pasado el presidente costarricense Luis Guillermo Solís y su comitiva abandonaron la cumbre de mandatarios que se celebraba en San Salvador.

Luego, el mandatario y su canciller Manuel González anunciaron que ante la «indiferencia» del SICA, que el pasado 24 de noviembre ya había fracasado en la búsqueda de una salida, Costa Rica optó por retirarse de los foros políticos del sistema.

Al mismo tiempo, Costa Rica, que ha venido apelando al sentido «humanitario» al acoger a esta oleada de emigrantes cubanos, endureció su posición y a partir de este sábado suspendió la emisión de visas temporales para nuevos inmigrantes que arriben a su frontera con Panamá.

El Gobierno advirtió que ahora sí deportará a Cuba a los inmigrantes que accedan a territorio costarricense sin visa temporal.

Sin embargo, el gobierno de Solís resiente la falta de solidaridad de  otras naciones ubicadas en el corredor mesoamericano, que comprende desde México hasta Colombia, y la indiferencia del SICA.

«Hay corrupción en más autoridades de muchos países de Centroamérica que dejan pasar migrantes (…). Alguien tuvo la temeridad de decir que Costa Rica tiene la culpa del problema de los cubanos. Eso es cinismo», espetó, sin ocultar su irritación, el presidente Solís durante una conferencia de prensa ofrecida la noche de este viernes, luego de retornar de la cumbre de San Salvador.

Igual de molesto se mostró el canciller González. «Después de tantos años de estar en el Sistema lo mínimo que esperaba Costa Rica era una respuesta del SICA y no las excusas que se dieron (…). Si vamos a formar parte de un sistema, que sea para las buenas y para las malas», advirtió.

El vicepresidente de Guatemala, Juan Alfonso Fuentes, lamentó el anuncio de Costa Rica y dijo que el presidente guatemalteco, Alejandro Maldonado, ofreció recibir a «algunos» de los cubanos que permanecen en territorio costarricense.

«No se hicieron las previsiones del caso (en materia migratoria) y al ver que afectaba a otros países, el señor presidente de Guatemala estimó que sí es posible recibir a algunos, pero tiene que ser de una forma gradual. Así que esperamos que el tema tenga solución», dijo fuentes al responder preguntas en una conferencia de prensa.

DISCUSIONES SE PROLONGAN

Mientras la desesperación de los migrantes se intensifica, una reunión multilateral técnica entre los países del SICA y otras naciones de la zona mesoamericana concluyó ayer en México, sin resultados concretos para lograr solucionar la crisis provocada por varios miles de emigrantes cubanos varados en el Istmo.

En la cita, de carácter técnico, Estados Unidos advirtió que sus leyes migratorias le impiden recibir a esa oleada de cubanos por medio de un puente aéreo, pues la ley de Ajuste Cubano, de 1966, establece que deben acceder a ese territorio vía terrestre.

Para el 28 de diciembre está prevista otra reunión, que podría realizarse en Guatemala o en Guadalajara, México.

*Con información de la agencia DPA.


CRISIS HUMANITARIA

Sin más carga que pequeñas mochilas, los cubanos pasaron las fronteras de Colombia y de Panamá, y tras cruzar Costa Rica se toparon con el Ejército y la Policía de Nicaragua que les impidieron ingresar, según el gobierno de Managua porque no había sido informado de tal avalancha.

«En Nicaragua avanzamos hasta el pueblo de Rivas, allí nos tiraron gases lacrimógenos, nos dieron golpes, a las mujeres embarazadas, a los niños… nos han maltratado durísimo», contó llorando una joven cubana en una de las primeras imágenes difundidas por los canales de televisión.

Entre los opositores al presidente Daniel Ortega, no se hicieron esperar los reclamos. Muchos dijeron que el trato hacia los cubanos riñe con el eslogan acuñado y repetido como una consigna por la primera dama y vocera oficial, Rosario Murillo: «¡Nicaragua cristiana, socialista y solidaria!»

La mayoría de los cubanos son mujeres y varones jóvenes, y algunos de ellos llevan consigo a niños pequeños a quienes la Cruz Roja costarricense les da atención especial en los albergues ubicados en las localidades fronterizas de Liberia y La Cruz.

Hannia Castillo relató que muchos de sus paisanos vendieron sus casas en Cuba para poder costear el viaje, especialmente difícil para los de más edad. «Estoy físicamente liquidado», comentó Arsenio Para, uno de los mayores del grupo.

Otros, como la maestra Laidy Fuentes, de 24 años, han vivido experiencias dramáticas. Ella contó a un diario costarricense que fue encarcelada y ultrajada sexualmente por efectivos de la Policía de Colombia, a su paso por ese país. «Me violaron, me golpearon, me quitaron los documentos», aseguró.

Se trata de una «crisis humanitaria regional y debe ser atendida con urgencia», advirtió Martha Cranshaw, de la ONG Red Nicaragüense para las Migraciones. A su juicio, Nicaragua actuó de forma «desmedida» al lanzar al Ejército y la Policía sobre ese grupo de civiles extranjeros y desarmados.

Utilizando las redes sociales, muchos nicaragüenses han comenzado a recolectar alimentos y ropa para enviarles a los cubanos en la frontera, en agradecimiento por el apoyo que ese país le dio a la revolución sandinista en la década de 1980, y que se mantiene todavía con la presencia de médicos y alfabetizadores.

Sin embargo, la defensora de los Habitantes de Costa Rica, Montserrat Solano, pidió no realizar ese tipo de donativos sino más bien mandarles libros, juegos de mesa y otros materiales de entretenimiento, debido a que los cubanos «están acumulando ansiedad» por la incertidumbre en que se encuentran.

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