POR CLAUDIA PALACIOS
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La jueza de Mayor Riesgo, Carol Patricia Flores, se excusó de conocer el expediente judicial en contra de Roberto Barreda de León, en medio de dudas sobre su imparcialidad, ya que según la parte acusatoria, la jueza externó opinión al decir en una audiencia que las evidencias probatorias que presentó el Ministerio Público (MP) no sustentan el delito de feminicidio porque hasta el momento no se ha encontrado un elemento que para algunos juristas es imprescindible para comprobar el asesinato: el cuerpo de la víctima.

La defensa de Barreda de León se escuda tras esta situación para intentar demostrar la inocencia de su cliente. En la última aparición pública de Ofelia de León Cruz, madre del sindicado, quien enfrenta cargos penales por supuestamente ayudar a ocultar el crimen, ésta aseguró a la prensa que mantenía la opinión de que Cristina puede estar viva, mientras no exista evidencia material de su muerte.

¿Se puede entonces juzgar a alguien sobre la suposición de la muerte de otro?

Los abogados consultados para este reportaje no pudieron dar cuenta de un caso similar en Guatemala. Puede existir, dicen, pero nadie los recuerda.

No obstante, en países como Argentina, México y Estados Unidos hay numerosos casos de personas llevadas a juicio por crímenes en los que no se encontró el cuerpo del delito. El abogado estadounidense, Tad DiBiase,  en su web nobodymurdercases.com, mantiene una base de datos de cientos de condenas sin rastro de las víctimas, algunos culpables incluso han enfrentado la pena de muerte por su crimen.

De acuerdo con Gary Estrada, del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales, la ley no establece en ninguno de sus artículos que no se pueda iniciar una persecución penal por homicidio cuando no se tiene un cuerpo para probarlo. De la misma manera, la existencia de un cadáver no implica una sentencia condenatoria.

Según Estrada, si bien el delito es comprobable, el meollo del asunto está en la capacidad y creatividad de los fiscales para recrear y contar la historia del asesinato. Para el investigador, el debate es “el acercamiento a la verdad de la manera más jurídica posible”, por lo tanto la resolución de un crimen dependerá de si el MP puede brindar las evidencias probatorias suficientes.

LA HISTORIA
En octubre del 2012 Petrona Olga Say Velásquez, empleada doméstica de la familia Barreda Siekavizza confirmó las sospechas del MP, cuando declaró ante el Juzgado Décimo del Ramo Penal que Cristina Siekavizza murió a manos de su esposo luego de una pelea entre ambos. Desde entonces su historia constituye la principal línea de investigación en el caso.

Durante cinco horas, Say Velásquez explicó a las partes procesales lo que según ella sucedió ese día en la casa de la familia, ubicada en el condominio Los Manantiales, San José Pinula.

Según la colaboradora eficaz, alrededor de las 19 horas la pareja comenzó a discutir, conflicto que duró cerca de dos horas. En esos momentos, Say Velásquez dijo que permaneció en una de las habitaciones, junto a Roberto José y María Mercedes, hijos de la pareja, y desde ahí escuchó cómo Barreda golpeaba a su esposa, mientras ésta gritaba y pedía ayuda. Barreda habría subido el volumen de la televisión para que sus hijos no escucharan ese escándalo.

La colaboradora aseguró que abrió la puerta y observó a través de la puerta entreabierta de la habitación de los esposos los pies de la víctima, inmóviles. Por temor a ser descubierta, volvió a encerrarse con los niños. Luego, explicó cómo el supuesto agresor se deshizo del cuerpo de Siekavizza en bolsas plásticas y comenzó a limpiar las evidencias.

El Fiscal Rony López, quien llevó el caso en sus inicios, dijo que Say Velásquez habría sido amenazada por Barreda de León para que lo ayudara a borrar las pruebas del crimen.

Al verse señalado como principal sospechoso Barreda de León huyó con sus hijos a Mérida, Yucatán, México, donde fue capturado en noviembre del 2013.

Según la familia Siekavizza, al regresar a Guatemala sus nietos aún preguntaban por Cristina, quien según la versión que les dijo su padre, estaba en Estados Unidos.

LA EVIDENCIA CIENTÍFICA
A pesar de lo detallado que pueda ser un testimonio, el cuerpo de la víctima sigue siendo la prueba directa más importante del crimen; a través de su análisis es posible recabar información como la fecha y hora del deceso, las condiciones en las que murió, la causa de muerte e incluso evidencia altamente incriminatoria del sospechoso.

Según Roberto Garza, del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), cuando se tiene el cuerpo de la víctima se realizan diversos exámenes con el fin de conocer las condiciones en las que murió la persona, entre estos se encuentra el examen de toxicología, que permite establecer si la persona ingirió una bebida alcohólica u otro estupefaciente; el raspado de uñas y búsqueda de muestras genéticas para encontrar ADN del asesino en la ropa o tejidos; y la recolección de huellas digitales, que luego se ingresan a la base de datos de la Policía y permite saber quién es la víctima y si poseía o no antecedentes policiales.

En el caso de las desapariciones, el Inacif apoya al MP comparando los datos personales que se tienen sobre la víctima con los del cuerpo de la morgue que hasta el momento no se han identificado. Cuando se trata de la desaparición de menores de edad se solicita a los padres muestras de sangre para ayudar a la identificación de los cuerpos de sus hijos.

De acuerdo con Estrada, en el debate jurídico los medios de prueba científicos no son superiores a los testimonios o viceversa; sino que éstos más bien deben complementarse en orden de lograr el máximo acercamiento a la verdad posible.

En el caso Siekavizza hubo numerosos indicios del posible escondite del cuerpo del delito, los cuales, hasta el momento de la redacción de este reportaje, fueron todos infructuosos. Los obstáculos que ha enfrentado el MP para conseguir aproximarse a la verdad han sido muchos.

Según esta institución, luego del asesinato, Barreda habría limpiado con ayuda de su madre todas las evidencias del crimen e incluso habría contratado una empresa especializada para ello. Por otro lado, el 14 de junio, el Inacif fue acusado de alterar pruebas del caso, por lo que meses después los peritajes tuvieron que ser revisados por la Fundación de Antropología Forense de Guatemala.

Sin embargo, esta situación no implica que no existan evidencias probatorias, dice Héctor Canastuj, fiscal del caso. El expediente que el MP presentó al juzgado está sustentado con 10 testimonios, 5 peritajes, 38 escuchas telefónicas y 139 pruebas documentales, entre las que se encuentra papelería mexicana, mientras tanto, las pesquisas continúan a fin de recabar más información incriminatoria.

Según Canastuj, aunado al testimonio de Petrona Say, existen peritajes con luminol, una sustancia que reacciona ante la presencia de la sangre, que indican la presencia de este fluido en varios puntos de la vivienda de la familia Barreda Siekavizza, así como en el vehículo que utilizaba frecuentemente Cristina.

Por otro lado, diferentes análisis psicológicos a los hijos de la pareja, que según Say Velásquez presenciaron el asesinato de su madre, podrían indicar que éstos eran conscientes de la violencia psicológica y económica que ejercía Barreda contra su madre, un punto vital para las investigaciones. Según el MP, Cristina solo recibía Q500 para la manutención de su familia y tenía prohibido salir o hablar con alguien sin la autorización de su esposo.

SIN RESPUESTA
La familia de Barreda mantiene vivo su pronunciamiento acerca de la posibilidad de que Cristina esté viva mientras no se encuentre el cuerpo del delito. Cuando luego de su captura a Roberto Barreda se le preguntó sobre el paradero de su esposa, éste llanamente respondió: “solo Dios sabe dónde está”.

Según Norma Cruz, de Fundación Sobrevivientes, querellante adhesivo en el proceso judicial contra Barreda, la muerte de Cristina no tiene espacio para la duda, ya que la primera fase de la investigación consistió en agotar la búsqueda de la víctima con vida, tanto dentro del país, como fuera de este.

Para Estrada, el caso Siekavizza es emblemático y su complejidad podría ser motivo de estudios penales y criminológicos, ya que dentro de su experiencia no ha conocido un caso parecido en el país.

La última vez que se vio a Cristina Siekavizza con vida fue el 6 de julio de 2011, este es el único hecho comprobado hasta hoy. Luego de que la Sala de Mayor Riesgo decida si será la jueza Flores quien siga conociendo el caso o sea trasladado a otro juzgado, la justicia deberá determinar si las pruebas que presente el MP son suficientes para abrir juicio por asesinato en contra de Roberto Barreda.

De acuerdo con Gary Estrada, del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales, la ley  no establece en ninguno de sus artículos que no se pueda iniciar una persecución penal por homicidio cuando no se tiene un cuerpo para probarlo. De la misma manera, la existencia de un cadáver no implica una sentencia condenatoria.

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