POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

“Perdonenos (sic) padres de familia por haber hurtado a su nena nosotros solo queríamos tener la experiencia de ser papas porque aun somos menores de edad y no nos dimos cuenta del gran daño que estábamos realizando”.

Esta es la nota que supuestamente dejaron dos menores de edad, la noche del domingo 4 de agosto de 2013, frente a la estación de los Bomberos Voluntarios en la zona 3, ciudad de Guatemala, luego que se descubriera el robo de una niña recién nacida del Hospital San Juan de Dios.

Nueve meses más tarde, el Ministerio Público (MP) y la Policía Nacional Civil (PNC) descubrieron que detrás de ese robo no existía ninguna pareja de adolescentes. La nota era parte de una supuesta estrategia montada para desviar la atención del caso. A raíz de ello, en mayo pasado fueron detenidas tres enfermeras y otra mujer, supuestamente implicadas en este delito y, aunque las trabajadoras del hospital quedaron ligadas a proceso, fueron beneficiadas con arresto domiciliario. La otra sindicada está detenida en la cárcel para mujeres de la zona 18 capitalina, Santa Teresa, por plagio y secuestro.

Las pruebas, según dijeron las autoridades en ese momento, fueron los análisis de las cámaras de vigilancia, donde se observa a la mujer que no trabajaba en el hospital cuando saca a la niña del nosocomio, así como un peritaje forense de grafotecnia de la nota escrita.

La enfermera María Adolfa López Pichiyá fue acusada por el delito de incumplimiento de deberes y falsedad material. María Romualda Xiquitá Xinico y Cecilia Margarita Quim Catún, únicamente por incumplimiento de deberes. Las autoridades no terminan de explicar exactamente la participación de las mujeres en el caso: por un lado refieren que el día del nacimiento de la niña, su nombre no fue ingresado a un libro de control interno y esto facilitó la sustracción. Por otro lado, dicen que fueron ellas –las enfermeras- quienes prestaron vigilancia para que Mónica Maritza Orellana Pérez, la principal sospechosa, sacara a la bebé. Tampoco han explicado qué provecho habrían obtenido las mujeres por el rapto.

Este es apenas uno de los 37 casos, al menos que registró el Mingob en 18 meses en Guatemala: entre 2013 y junio de 2014. Los niños han sido robados de sus hogares, de los brazos de sus madres, de hospitales y casas hogares. Las circunstancias son variopintas, van desde engaños hasta amenazas de muerte en la vía pública.

Mientras la mayor parte de hechos, según las estadísticas de Gobernación, sugieren que los niños son robados para familias de las mismas localidades, ya que en los casos donde han sido encontrados las distancias son cortas y dentro del mismo departamento; otros casos, según las autoridades y las estadísticas, dicen que existen fuertes redes dedicadas al robo de menores, como se evidenció con localización de una niña de 40 días de nacida, que fue robada el 9 de abril de este año en San Marcos y recuperada cinco días después en Hidalgo, México, ubicado a unos 76 kilómetros del lugar del robo.

San Marcos ha sido perfilado, desde hace varios años, como una importante región de trasiego de drogas, armas y combustible. En uno de sus más recientes informes, la Oficina de las Naciones Unidas contra el Delito y la Droga (UNDOC) planteó que San Marcos es una de las principales rutas de narcotráfico en Guatemala. Tan evidente es el problema que en diciembre del año pasado, las autoridades de seguridad desplegaron la Fuerza de Tarea Tecún Umán, con una donación económica de US$ 5.5 millones de parte del Comando Sur de los Estados Unidos, para montar vigilancia por tierra, mar y aire en la frontera con México.

A criterio del viceministro de Seguridad, Edi Juárez, hasta el momento no existen evidencias de que las estructuras de narcotráfico y trasiego de combustible estén involucrados también en el robo de niños. Según él, son grupos dedicados específicamente a este delito, para comercializar a menores de edad en el extranjero.
Región
De acuerdo con el informe “Niños Desaparecidos en Centroamérica”, realizado en 2011, por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) e International Centre for Missing & Exploited for Children, existen pruebas anecdóticas que muchos de los niños que desaparecen, o son sustraídos en la región, se convierten en víctimas de trata con fines laborales o sexuales o de las redes ilegales de adopción.

El documento refiere que los países de Centroamérica funcionan como países de origen, de tránsito y de destino para las víctimas de trata. Guatemala, por ejemplo, puede considerarse un país de origen, ya que se trafican niños a México o su país vecino y a Estados Unidos, como en el caso de la menor hallada en Hidalgo, México.

El documento cita, que hay estudios de investigación que destacan que la trata de mujeres y niños constituye un fenómeno reconocido en la región y que a los niños se les somete a la trata sobre todo para la explotación sexual, en especial para el turismo sexual, la pornografía infantil y la explotación sexual comercial, aunque también existen casos de trata de niños para la adopción ilegal, para el servicio doméstico y con fines laborales para la agricultura y la economía.

Cifras distintas
Por otro lado, las cifras de la institución dedicada a la problemática del robo de menores, la Procuraduría General de la Nación (PGN), posee datos que vuelven grises las estadísticas del Mingob: más de 6 mil casos reportados como “desaparecidos” entre 2013 y 2014, a través del Sistema de Alerta Alba-Keneth.

Mientras el Mingob, encargado de la persecución operativa del delito a través de la PNC, establece que son 37 casos, la PGN asegura que son más de 6 mil casos, aunque se trata de menores “desaparecidos”.

Los supuestos motivos de desaparición, según la PGN, son porque al menos 761 menores de 9 a 18 años, se fugaron con el novio; 13 desaparecieron por trata y explotación sexual, con edades entre los 13 y 18 años.

Sin embargo, dentro de la categoría “secuestro”, la PGN tiene reporte de 87 niños, entre los 0 y 18 años, en casi el mismo período de tiempo que el Mingob: entre enero de 2013 hasta el 31 de mayo de 2014.

Harold Flores, jefe de la Unidad Operativa del Sistema de Alerta Alba-Keneth, justificó que la divergencia de estadísticas responde a que cada institución recibe sus propias denuncias y las clasifica según sus criterios, aunque, con la PNC, existe mayor comunicación, porque así lo requieren las acciones interinstitucionales al momento de activar una alerta.

El funcionario fue cuestionado por la clasificación de categorías como “se fugó con el novio”, o desapareció por “decisión propia”. Flores dijo que esa clasificación la emitía el sistema informático creado en 2010, pero a partir de agosto de este año implementarán un nuevo sistema de cómputo que reflejará la realidad y clasificará mejor la información.

La realidad del Estado guatemalteco, en cuanto a cumplir su deber de protección a la infancia, parece más crítica aún. Las cifras de otra institución reseña que entre 2005 y 2013 hubo 402 casos bajo la categoría de “sustracción de menores” en toda Guatemala. El lugar donde más ha habido sustracciones ha sido ciudad de Guatemala, con 323 casos. La estadística proviene del Ministerio Público (MP) y reseña que, tomando en cuenta todas las categorías de sustracción de menores (propia, impropia, agravada) en Guatemala en apenas esos nueve años hubo 5,938 casos.

Las cifras ponen de manifiesto que aún no existe una unificación de criterios en cuanto a la problemática de secuestro, sustracción, robo o desaparición de niños entre las tres instituciones involucradas en su investigación: el Mingob, la PGN y el MP.

En 2011, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) acusó al juez Mario Peralta Castañeda, oriundo de Escuintla, de haber autorizado varias adopciones ilegales de niños. En este caso, el juez fue procesado por los delitos de asociación ilícita, trata de personas, conspiración, y denegación de la justicia.

Redes de robo
En algunos casos documentados, es posible identificar que las pequeñas redes de robo son las primeras en caer y son precisamente quienes ocupan los últimos eslabones de las estructuras delictivas –que cuidan y arrebatan a los niños robados– las que son capturadas.

Uno de ellos, es el caso de Julieta (nombre ficticio), una mujer condenada por el robo de una niña de 3 meses, quien relató a La Hora que el año pasado, en un centro de salud capitalino, conoció a *Susana, la mamá de la bebé que la acusó del robo de su hija.

Según la entrevistada, Susana y su niña frecuentaban la clínica comunitaria, donde ella y su hija *Rocío de 14 años, también asistían regularmente. Se conocieron y empezaron a establecer lazos de confianza, al punto que Susana les comentó que tenía necesidad de encontrar un trabajo, para apoyar económicamente a su esposo y mantener ambos el hogar.

Rocío llegó el 22 de agosto de 2013 a su vivienda, con la bebé de Susana. Pidió a Julieta que la cuidara. Julieta no se sorprendió. Ya que meses antes, relató, su hija, cuidó tres niños de 7, 11 y 4 años oriundos del área rural de Guatemala.

“Mi hija ya había cuidado tres niños que eran hermanitos, hijos de una compañera de trabajo que yo conocí cuando trabajé en la maquila. Ella le pagaba Q150 por los tres niños –unos US$20– a cada quincena. Mi hija tuvo que ponerse a trabajar porque me resultó embarazada, yo la saqué de estudiar y le dije que tenía que salir adelante sola”, indica la entrevistada.

Diez días después, aseguró Julieta, “Ella –Susana– habló de nosotras en un canal de televisión, dijo que yo tenía el pelo rubio y que mi hija estaba embarazada. Supuestamente el día del robo yo la agarré a golpes y le puse un cuchillo, ni que fuera pulpo para hacer todo al mismo tiempo –dice sarcásticamente–, y que mi hija le quitó a la bebé. No es cierto, a esa hora –del robo– yo estaba viendo mi telenovela”, refiere.

Julieta justificó que envió mensajes de texto porque quería entregar a la bebé. El número telefónico de Susana, según ella, lo intercambiaron cuando se conocieron en la clínica que ambas frecuentaban, no le habló antes porque creyó en la versión de su hija sobre que Susana estaba ocupada buscando un empleo y no podía cuidar a su niña.

La mujer sentenciada cree que su hija y compañero de vida estaban involucrados en el robo. Sobre todo cuando manifiesta que al pensar en su captura recuerda a su hija abrazándola y diciéndole “perdóname mamá”.
«*Este reportaje fue realizado por Mariela Castañón para el diario La Hora de Guatemala en el marco de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas del International Center for Journalists (ICFJ) en alianza con CONNECTAS.»

De acuerdo con el informe “Niños Desaparecidos en Centroamérica”, realizado en 2011, por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) e International Centre for Missing & Exploited for Children, existen pruebas anecdóticas que muchos de los niños que desaparecen,  o son sustraídos en la región, se convierten en víctimas de trata con fines laborales o sexuales o de las redes ilegales de adopción.

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