Por María Jossé España
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Desde hace más de una década, la superación económica fue la motivación de Otto Barrios para tomar la decisión de migrar con fin de ayudar a su papá en el departamento de Retalhuleu. No obstante, en su recorrido con numerosas luchas, observó un panorama de pobreza que se extiende a lo largo de la región, impulsándolo a involucrarse en el activismo para “dar su granito de arena”.
Con 41 años, Otto es coronel de capellanes de la Fountain of Restoration Chaplaincy, de la ciudad de Inglewood, California, Estados Unidos, donde ha tenido la oportunidad de entregar ayuda humanitaria a familias en distintos territorios latinoamericanos, donde la pobreza es extrema. Siendo esta última, una situación que pudo vivir en sus propios zapatos durante la infancia.
“En mi niñez, viví en el Cantón Ayutia en Retalhuleu. Sé qué es la extrema pobreza, porque me comía un pan a cada quince días. No teníamos dinero. Pero hoy que Dios nos abre sus manos, podemos bendecir a otras personas”, expresó. Otto relató que tomó la decisión de migrar a sus 20 años, con la mirada puesta en ayudar a su papá y poder dar apoyo a personas en su misma situación.
Lleno de ilusiones salió del país, pero al llegar a su destino en Los Ángeles, California, se dio un “carazo” con las condiciones. “Me imaginaba calles de alfombras y que era un lugar súper seguro, pero me encontré con todo lo contrario; también hay pobreza en California. Por eso hoy por hoy hacemos obra social en California, llevando comida y vestuario a la gente que duerme en la calle”, detalló.
A decir de Otto, observar dicha situación le causó decepción, pero eso no lo detuvo para buscar oportunidades de crecimiento hasta que pudo obtener estabilidad económica.
OBRA SOCIAL JUNTO A SU HIJA
A partir de su desarrollo en EE. UU., Otto empezó a enviar ayuda a familias en Guatemala que le solicitaban apoyo para enfrentar la situación de pobreza, no obstante, su compromiso con la entrega de ayuda humanitaria llegó con el ejemplo de su hija de tan solo 5 años.
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Otto narró que, en una ocasión que llevaba a su hija a la escuela, pidieron comida para llevar en un restaurante, pero en el camino la niña decidió entregar su comida a dos personas en situación de calle, justificando que, si hubiese tenido más comida, la habría entregado. “Vi la actitud de ella y me tocó el corazón. Entonces le propuse que empezaríamos a dar comida a las personas que estaban en la calle. Le pareció muchísimo la idea, y hoy seguimos haciendo este trabajo social juntos”, mencionó.
Agregó que su hija, quien cumplirá 20 años, lo acompaña “con una sonrisa” y de manera regular se involucra en la obra social. Además, indicó que se entrega comida y vestuario a migrantes que esperan cruzar las fronteras ubicadas en Texas, Tijuana y Arizona.
GOBIERNOS DEBEN SER JUSTOS
En su reciente visita a Haití para entregar ayuda humanitaria, Otto encontró historias marcadas de pobreza debido a malas gestiones por parte del gobierno, y, en contraste, refirió la situación que viven los guatemaltecos en regiones remotas en el territorio nacional.
“Es triste lo que pasa en Guatemala. Hace más de un mes y medio estuvimos en el Corredor Seco, y ver la situación de nuestra gente es muy lamentable, y no hay forma de que podamos salir adelante. Lo he dicho siempre y lo mantendré: La única forma de que el país salga adelante es cuando los que gobiernan tengan mentes justas, corazones justos, y que sepan que los de abajo valen mucho”, puntualizó.
Además, señaló que, en su estadía en Haití, ha podido confirmar la desigualdad que existe debido a que las riquezas están siendo acumuladas por ciertos sectores, sin pensar en “compartir al menos un pan con los necesitados”.
