La aplicación de vacunas contra el COVID-19 ha sufrido retrasos. Foto La Hora/AFP

Lo que se inició a discutir desde el año pasado en Guatemala fue reafirmado por la revista internacional Nature en su reportaje “La puesta en marcha de la vacuna COVID en Guatemala fracasó: esto es lo que saben los investigadores”, la cual fue replicada por El Instituto de Bioética Johns Hopkins Berman. Antecedentes históricos, incomunicación y fallas logísticas son los tres factores que condicionaron la vacunación deficiente, de acuerdo con la recopilación de opiniones de expertos y testimonios de ciudadanos guatemaltecos.

Un año y medio después de que iniciara el Plan Nacional de Vacunación, los avances se resumen en el 56.01% de la población con primera dosis aplicada; el 42.84% completamente inmunizado; 21.24% con el primer refuerzo administrado y apenas 1.46% con el segundo. Aunque estos datos pueden ser subestimados, consigna la publicación.

Estos resultados tienen como trasfondo principal la desatención de la población indígena y las comunidades del interior del país, de acuerdo con las investigaciones y un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aún no publicado, pero cuyo acceso tuvo la revista Nature. Todas las traducciones en esta nota son propias.

40% DE LA POBLACIÓN EN EL OLVIDO

En primer lugar, la revista destaca que, en algunas regiones rurales, una de cada cuatro personas ha recibido una sola dosis de la vacuna contra el coronavirus. Los factores detrás de ello van desde “funcionarios de salud que no trabajan con líderes comunitarios para establecer confianza al gobierno” hasta la corta promoción en idiomas nativos sobre los beneficios del inmunizador.

La población indígena, al menos hasta 2018, representaba más del 40% de la población total. Asimismo, la pieza recalca que el rechazo a la vacuna se ve más agudizado por el pasado entre las comunidades y la milicia del país, la cual ha sido un elemento visible en el plan de vacunación.

“El país tiene una historia de militares que cometen abusos contra los derechos humanos de las comunidades indígenas”, añade.

Lo anterior fue evidenciado cuando en octubre de 2021 vecinos de Alta Verapaz, uno de los departamentos con menores tasas de vacunación, tuvieron una disputa con una unidad móvil de enfermeras que llegó con las vacunas COVID-19. Medios locales documentaron que los residentes destruyeron las dosis, golpearon a las enfermeras y las amenazaron.

“El incidente es simbólico de la incapacidad del gobierno para considerar la diversidad étnica de Guatemala al lanzar las vacunas, dicen los investigadores. Los grupos indígenas en el país sospechan profundamente de los médicos debido a un historial de violaciones éticas por parte de las autoridades médicas”, agrega el texto.

En la gráfica se observan los avances de la vacunación. Foto La Hora
LA DESINFORMACIÓN

La problemática se vio todavía más agudizada por el miedo a la vacuna COVID-19, reforzado por la desinformación. La rama de las Américas de la OMS en Washington D. C., encargó a un equipo de investigadores que encuestaran a los hogares guatemaltecos en 2021 sobre sus actitudes hacia COVID-19 y las vacunas.

El informe inédito destaca que alrededor del 54% de los hogares encuestados se preocupaba por los efectos secundarios de la vacuna dañina, según comentó Berger González, coautor, a Nature. Sobre todo, señala que los mensajes por parte del Gobierno de Guatemala no saciaban completamente el escepticismo de la población, pues únicamente se limitaba a un “la vacuna es buena, póngasela”.

A su vez, los materiales educativos disponibles excluyeron a las comunidades parlantes de 25 idiomas ajenos al español. “El material educativo como folletos, carteles y segmentos de radio que promueven las vacunas COVID-19 se publicó inicialmente exclusivamente en español; el gobierno solicitó que se tradujeran a todos los idiomas en noviembre de 2021”, recordó la pieza.

El informe de la OPS encontró que, de las 27 regiones encuestadas, solo 10 habían traducido materiales para sus poblaciones locales en noviembre de 2021.

OTROS FACTORES

Entre otros detalles importantes detrás de este fenómeno se destacó a los grupos religiosos como disuasores y las limitaciones de acceso a la vacuna por proximidad.

En el informe de la OPS, el 12% de las personas encuestadas quienes declararon que no se vacunarían, dijeron que era porque confiaban en Dios para protegerlos.

Además, que, para la población indígena, que en su mayoría vive por debajo del umbral de la pobreza, los lugares de vacunación suelen implicar viajes costosos en autobús y están a una hora o más de distancia. “Y el tiempo libre del trabajo es un gran gasto”, dice la publicación.

UN MODELO QUE SE REPLICA

Estas condiciones coinciden con las de otras poblaciones que a la fecha presentan niveles bajos de inmunización. La pieza cita como ejemplo en las comunidades negras del Reino Unido y Estados Unidos la logística del acceso a las vacunas COVID-19 y una desconfianza histórica hacia el gobierno y las autoridades médicas han sido fuertes disuasorias.

“Aunque el fenómeno no es exclusivo de Guatemala -muchas personas en todo el mundo han rechazado las vacunas COVID-19 a pesar de los datos que muestran que son seguras y eficaces-, los investigadores esperan que los fracasos del país puedan ofrecer lecciones más allá de sus fronteras, en preparación para el futuro de emergencias sanitarias”, concluyó el texto.

Jeanelly Vásquez
Periodista profesional de la USAC, actualmente cursando la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Becaria en International Women’s Media Foundation (IWMF). Elabora piezas de investigación y profundidad, enfocadas en el gasto público, derechos humanos y la política guatemalteca. Tiene experiencia en producción de podcast y contenido en redes sociales; ha cubierto la fuente volante y el Organismo Ejecutivo. Twitter: @jeanellydvg
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