Reyna Martínez (der) y su hija Stephany se preparan para rezar una novena en homenaje a los padres de Martínez, fallecidos ambos por el coronavirus en Queens, Nueva York. Foto del 10 de mayo del 2020. Foto/Emily Leshner/AP

Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

Un artículo publicado por el New England Journal of Medicine, destaca el impacto que el COVID-19 tiene en la comunidad latina indocumentada, tomando en cuenta otros problemas que enfrentan como políticas antiinmigrantes, el acceso ilimitado a los servicios de salud, las barreras del idioma y la necesidad de trabajar.

Los autores del estudio destacan que trabajaron el análisis en la ciudad de Baltimore, en donde solo el 5.5 de la población es latina, pero que se considera un grupo en crecimiento, principalmente debido a la migración de México y Centroamérica.

La tasa de casos de COVID-19 y la mortalidad entre inmigrantes indocumentados, de acuerdo con los médicos, son mucho más altas que en la población latina en general.

“En comparación con la población latinoamericana en general, las personas latinas de Baltimore tienen más probabilidades de haber nacido en el extranjero y de tener bajos ingresos, bajo nivel educativo y dominio limitado del inglés”, mencionan.

LEA: Pruebas Covid-19: 44% en salud pública; 40% privados y casi 15% en el IGSS

De acuerdo con esa publicación, los rápidos cambios demográficos han puesto a prueba durante mucho tiempo la capacidad de la ciudad para brindar una atención cultural y lingüísticamente competente, desafíos que se volvieron especialmente agudos durante la pandemia

De hecho, mencionan que antes de la COVID-19, los pacientes latinos inmigrantes ya representaban una pequeña proporción de las admisiones en el Sistema de Salud Johns Hopkins.

En promedio, los latinos en Baltimore son jóvenes (81% tienen menos de 45 años), y muchos no son elegibles para el seguro a través de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio, por lo que generalmente evitan la atención hospitalaria cuando es posible.

Sin embargo, en abril, explican que sus correos se inundaron con mensajes de colegas que se manifestaron alarmados por la cantidad de pacientes de habla hispana con COVID-19 en el sistema de salud.

El barrio Little Village de Chicago es conocido como el corazón de la cultura mexicana en la ciudad. Dos migrantes usan mascarilla. Foto: La Hora/AP

EL IDIOMA ES UNO DE LOS DESAFÍOS

Uno de los primeros desafíos, aseguran que fue el de la comunicación, incluso señalan que el departamento de emergencias tuvo que requerir ayuda para entregar los resultados de las pruebas a los pacientes hispanohablantes.

“A pesar de los excelentes servicios de acceso al idioma de nuestro sistema, los equipos de pacientes hospitalizados lucharon por comunicarse con los pacientes mediante iPads y teléfonos y mediante capas de equipo de protección personal. Las conversaciones sobre el final de la vida dejaron un sabor amargo; incluso con hábiles intérpretes, se perdieron muchos gestos, sentimientos y matices y expresiones culturales”, resaltaron.

Pero no solo el idioma era un obstáculo, los médicos destacan que los inmigrantes también habían sido excluidos sistemáticamente de la red de seguridad pues temían interactuar con las instituciones.

Una mujer que vivía en una casa compartida dijo que su hermano podría construir una habitación separada con paredes de yeso en una tarde para que ella pudiera irse a casa en lugar de ir al hotel de aislamiento, ya que el hotel sonaba «demasiado bueno para ser verdad».

Una transeúnte utiliza mascarilla para evitar el COVID-19. Foto La Hora/Frank Franklin II/AP

Otro paciente también rechazó el alta de un hospital de campaña, porque se sentía aterrorizado de ser enviado a un centro de detención.

“Después de años de retórica y políticas antiinmigrantes, el miedo y la desconfianza en esta comunidad era comprensible, doloroso y palpable”, menciona la publicación.

En otros casos los pacientes estaban agradecidos de que las órdenes de quedarse en casa de Maryland no se aplicaran a sus trabajos en construcción, jardinería, limpieza y cocina.

Además, explicaron que los inmigrantes indocumentados, que no son elegibles para recibir beneficios por desempleo y apenas tienen ahorros, no pueden permitirse quedarse en casa, incluso si sus trabajos implican viajar en camionetas con personas enfermas o trabajar sin mascarillas en entornos abarrotados.

Muchas personas que trabajaban bajo arreglos informales y sin protección gubernamental continuaron laborando mientras estaban enfermas por temor a ser despedidas.

LEA: Giammattei: El país depende de todos; nuestra economía no soportaría un segundo cierre

AÚN ENFERMO UN GUATEMALTECO QUERÍA TRABAJAR Y ENVIAR DINERO A SU FAMILIA

El artículo apunta a que incluso cuando contactaban con los pacientes para informarles sobre un resultado positivo de una prueba y preguntarles quién más podría haber estado expuesto, a menudo encontraban que había hasta 10 trabajadores compartiendo un apartamento de dos dormitorios o varias familias viviendo en una casa.

Uno de los casos que citan, recuerde el de un paciente migrante guatemalteco que usaba una cánula nasal de alto flujo y estaba a punto de requerir intubación, quien aún enfermo pidió irse para poder trabajar y enviar dinero a su familia en Guatemala.

“Llegar al hospital se sintió peligroso, y cada vez escuchamos más que la gente prefería usar remedios caseros como sal y gárgaras de jengibre”, destacaron.

La publicación en ese prestigioso medio dice que mientras el COVID-19 se extendió rápidamente en esta comunidad, en el sistema de salud el 42,6% de los pacientes latinos evaluados para SARS-CoV-2 tuvieron resultados positivos, en comparación con el 17,6% de los pacientes negros no hispanos y el 8,8% de los pacientes blancos no hispanos.

Según el estudio los migrantes resultan más afectados por ciertas circunstancias. Foto La Hora/AP/John Minchillo.

TRABAJADORES ESENCIALES NECESITAN PROTECCIÓN

Los datos emergentes, aunque incompletos, revelan disparidades similares en ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Las Vegas, destacando que en 20 de los 45 estados de EE. UU., con datos disponibles por grupo étnico, la proporción de casos de COVID-19 entre las personas latinas es al menos el doble de lo que se esperaría sobre la base de la población, y en 11 de los 45 estados, es más de tres veces más alto.

La publicación hace énfasis en que los trabajadores esenciales necesitan protección ocupacional, salarios más altos y acceso a la atención.

Artículo anteriorCastillo: la CC está integrada y “dictámenes ajenos no son suficientes”
Artículo siguienteMP y PNC realizan 40 allanamientos contra el contrabando de gasolina