Monseñor Gonzalo de Villa y Vásquez. Foto La Hora/José Orozco

Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

Con la asistencia de un reducido número de personas, entre quienes se encontraba el vicepresidente Guillermo Castillo, el nuevo arzobispo de la ciudad de Guatemala, Monseñor Gonzalo de Villa y Vásquez, se dirigió a la población en la misa de Toma de Posesión. Al iniciar su nueva etapa en la Iglesia Católica resaltó cuatro palabras: cercanía, misión, comunidad, los pobres.

También aseguró que quiere ser voz de una iglesia misericordiosa que sabe perdonar y demandar justicia ante los atropellos, ante la corrupción que golpea y corroe, así como la violencia que nos hiere, “una iglesia que ama, que espera y que sufre, pero sobre todo una iglesia que espera en el Señor y quiere serle fiel”.

De Villa se dirigió a la población desde la Catedral Metropolitana en la misa de Toma de Posesión Canónica de la Arquidiócesis, que mencionó se hace en tiempos de pandemia.

El nuevo arzobispo también habló en idioma maya Cakchiquel.

En la lectura y reflexión del Evangelio, Monseñor dijo que esta proclamación es una bendición que nace en los corazones.

“Cuanto consuelo no necesitamos en estos tiempos, consuelo como país y como iglesia, consuelo en las familias, en los sacerdotes, consuelo entre los más vulnerables de nuestra sociedad, consuelo a los enfermos y ánimo, mucho ánimo y fortaleza a los trabajadores de la salud, a médicos, enfermeras y personal sanitario”, dijo.

La Iglesia, según Monseñor, no es primariamente una ONG para arreglar problemas, aunque pueda servir de alguna manera para hacer actividades buscando el bien común, añadió que tampoco es una colección de tradiciones venerables cuya supervivencia determine el futuro de la iglesia.

“Ni siquiera, es una fuente de poder o prestigio o una reserva moral, lo fundamental es la identidad de la iglesia”, aseguró, mencionando que la Iglesia es el anuncio de la buena nueva de Jesús.

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“Es contradictorio que en este tiempo de obligado distanciamiento quiera insistir en la cercanía, cercanía con sacerdotes y religiosas, cercanía con parroquias y laicos, cercanía en gestos y escuchas, cercanía en dedicar lo mejor de mi tiempo a esa cercanía y a ese acompañamiento… es preocuparme por atender situaciones personales delicadas, por animar a desanimados, por fortalecer a desalentados”, afirmó.

El arzobispo, asegura que fue enviado por el Papa Francisco y confía enteramente en Dios, la misión que tiene es la de Jesús, misión en obras y palabras, confianza y miedos superados.

LOS POBRES Y PALABRAS DE CUESTIONAMIENTO Y ALIENTO

A la vez, dijo que la Iglesia es comunidad, “no somos partido político ni frente nacional, ni siquiera magna asamblea, somos como dice San Lucas somos rebaño pequeño”.

Del arzobispo, dijo que se espera una palabra de aliento, pero también de cuestionamiento, “de denuncia sin manipulaciones de ningún sector, darle peso a la palabra significa no prodigarla en la vida pública pero tampoco quedarse callado ante situaciones que ameriten denuncia o llamado a la reflexión, con nombres propios en ocasiones dirigidos a toda la sociedad”.

Al hablar de pobres, dijo que es hacerlo de aquellos que son bienaventurados, de las grandes mayorías tantas veces empobrecidas en Guatemala, del Corredor Seco y sus hambrunas, asentamientos marginales, indígenas, desposeídos, desnutrición infantil y de muertes prematuras.

La Iglesia, dijo que es principalmente de pobres, sociológicos, pero también de espíritu, humillados y postergados, presos encarcelados muchas veces víctimas de un sistema inoperante de justicia “es iglesia de migrantes y de refugiados, de familias ejemplares y de familias rotas”.

QUIERE SER VOZ PARA DEMANDAR JUSTICIA ANTE ATROPELLOS

El arzobispo a su vez dijo que quiere “ser voz de una iglesia misericordiosa que sabe perdonar y también demandar justicia ante los atropellos, ante la corrupción que nos golpea y corroe, ante la violencia que nos hiere, una iglesia que ama, que espera y que sufre, pero sobre todo una iglesia que espera en el Señor y quiere serle fiel”.

También aseguró que espera que la pandemia, además del COVID-19, de exclusiones y privilegios, de violencia y crimen y de hirientes desigualdades vaya aplacando y que como iglesia se contribuya a ello.

Con fe y esperanza, De Villa, aseveró, “Guatemala resurgirá, que la Virgen María asunta al cielo, nos proteja y bendiga en Dios confió para pedirle, en este día inicial como arzobispo, ten compasión de nosotros Señor y salva a tu pueblo”.

La misa de Toma de Posesión se transmitió a través del Canal Arquidiocesano, y fue vista por miles de personas.

MANTIENEN DISTANCIAMIENTO SOCIAL

El arzobispo dijo que, gracias a la tecnología, la misa llego a muchas personas, a la vez agradeció a quienes acompañaron la misa, entre ellos el vicepresidente Guillermo Castillo, el alcalde de la ciudad de Guatemala, Ricardo Quiñonez, el Procurador de los Derechos Humanos, Augusto Jordán Rodas, entre otros.

A la vez, aseveró que no habría abrazos ni saludos efusivos como respeto al distanciamiento social, luego de acabada la misa en la que estaban presentes, sacerdotes y obispos, además del Cardenal y Monseñor Álvaro Ramazzini.

Finalmente, el arzobispo pidió, como lo ha hecho el Papa Francisco, a que recen por él para que pueda ser buen pastor.

El vicepresidente Guillermo Castillo fue uno de los asistentes a la misa. Foto La Hora/Vicepresidencia
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