Los solventes son las drogas más fáciles de conseguir, baratas y que afectan a las poblaciones más vulnerables. Foto: La Hora / Jose Orozco
David y Manuel viven en situación de calle en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala. Ambos recurren al consumo de drogas inhalantes como una forma de sobrellevar las dificultades diarias. «Nos quita el hambre y el frío», afirma David mientras acerca un trapo húmedo a su nariz e inhala profundamente.
Según la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Contra las Adicciones y el Tráfico Ilícito de Drogas (Seccatid), una dependencia de la vicepresidencia, la mayoría de los solventes industriales contienen tolueno, un compuesto químico que, al ser inhalado, actúa como una droga. Este componente genera un efecto que alivia temporalmente el hambre y el frío en quienes lo consumen.
«SOLUCIÓN» PARA SOBRELLEVAR EL DÍA
David cumplió 33 años el pasado mes de julio. Durante el día, deambula por las calles de la zona 1, y por la noche duerme en la calle, a una cuadra de la emergencia del Hospital General San Juan de Dios, junto a otras siete personas. «Aquí nos conocemos y nos protegemos», afirma, señalando el lugar que considera su hogar.
Ahí conoció a su amigo Manuel, un joven de 21 años que dejó su hogar a los 16 debido a la violencia intrafamiliar que, según relata, era ejercida por su padrastro. Las manos de David y Manuel están visiblemente resecas, consecuencia del contacto constante con los solventes que consumen a diario.
El consumo consiste en impregnar un trapo o «wipe» con solvente y acercarlo a la nariz para inhalarlo. Bastan unas cuantas inhalaciones para que la droga surta efecto, aliviando temporalmente el hambre y el frío. «Un cuarto de pachita (botella) me lo venden por Q7, y eso me alcanza para casi todo el día», explica David al detallar el costo de este método para mitigar sus necesidades básicas.
Según Seccatid, los solventes industriales contienen tolueno, que alivia el hambre y el frío. Foto: La Hora / Jose Orozco
Este diario les preguntó cómo iniciaron en el consumo de esta droga. Respondieron que lo hicieron por necesidad, ante la falta de empleo que les impide alimentarse a diario. Además, mencionaron que, durante el invierno, les ayuda a soportar las bajas temperaturas de la noche.
SU VENTA ES LEGAL
Javier Ramírez Galindo, asesor en Reducción de la Demanda de la Seccatid, explicó que en Guatemala los solventes industriales se encuentran entre las drogas legales. «Dejan de ser una herramienta de uso industrial y se convierten en droga cuando se les da ese propósito», señaló.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define las drogas como «todas las sustancias de origen natural o químico que, al ser introducidas en el organismo, alteran su funcionamiento».
«Los dos efectos por los cuales las usan son para calmar el hambre y el frío. Además, las hace alucinar. Bloquea estas sensaciones, y las personas en situación de calle lo ven como una solución», indicó el experto.
Cientos de personas pasan a diario junto a quienes viven en situación de vulnerabilidad, pero los reflectores sobre esta droga no se encienden, a diferencia de lo que ocurre con la cocaína y la marihuana, las dos drogas ilegales de mayor consumo en el país, según la Encuesta Nacional de Hogares 2021.
Los solventes son las drogas más fáciles de conseguir, las más baratas y las que afectan a las poblaciones más vulnerables, tanto en la ciudad como en las zonas rurales. Al no ser ilegales, están disponibles para la venta y al alcance de cualquier persona, explicó Ramírez.
El tolueno es el principal químico utilizado como aditivo en la gasolina y en otros solventes. Este se emplea para hacer «mojones», que consisten en un pedazo de tela, papel, gasa u otra fibra impregnada (mojada) con esta sustancia para ser inhalada.
Los solventes son las drogas más fáciles de conseguir, las más baratas, y las que afectan a las poblaciones más vulnerables. Foto: La Hora/ Jose Orozco
El artículo 4 de la Ley contra la Narcoactividad establece que «los establecimientos que se dediquen legalmente al comercio de disolventes o sustancias que puedan ser utilizadas como precursoras deberán contar con la autorización del Ministerio de Salud Pública y someterse a los controles y fiscalización que este realice».
MATA DE FORMA PROGRESIVA
El Centro de Tratamiento Ambulatorio de la Seccatid ofrece atención gratuita a personas con consumo problemático de alguna sustancia psicoactiva que se acerquen a la institución de manera voluntaria. Además, recibe usuarios referidos por otros programas de gobierno, juzgados, ONG, entre otros.
Un profesional de la salud del Centro de Tratamiento Ambulatorio explicó que estos inhalantes tienen una peculiaridad: los químicos con los que son elaborados son «polvos nanomilimétricos» que, al ingresar al cuerpo, se adhieren a los órganos y «difícilmente salen de ellos».
Como resultado, se producen daños en el cerebro, los riñones, el hígado, los pulmones, la boca y el páncreas. «El efecto pasa, pero el químico ya no sale del cuerpo», comentó. Además, se generan problemas relacionados con el habla, como lentitud al expresarse y/o dificultad para formar oraciones.
Ramírez coincidió con lo anterior y explicó que el origen del consumo es principalmente experimental, «como cualquier otra droga». Es muy probable que antes hayan consumido «alcohol, tabaco, cocaína, éxtasis, marihuana», pero el acceso a estas sustancias es más costoso, mientras que los inhalantes son más económicos.
«Ellos no lo hacen por un consumo recreativo o experimental, lo hacen porque son dependientes de ello. Recordemos que las adicciones se controlan, pero no se pueden curar», enfatizó el asesor de Seccatid, quien explicó que los solventes pueden causar la muerte de forma instantánea por intoxicación o, en la mayoría de los casos, de forma progresiva.
«A mí me ha afectado en que se me olvidan las cosas o a veces siento que me quedo ido por varios minutos. Pero eso lo reconocí hace poco», relató David, mientras se encontraba sentado en la acera de una avenida, en una entrevista con La Hora.
David, de 33 años, y Manuel, de 21, inhalan solventes para sobrevivir en la calle. Foto: La Hora / Jose Orozco
SUEÑOS VIGENTES
«Continúan siendo personas que en un momento tuvieron sueños y aspiraciones, pero muchas veces las situaciones de sus entornos familiares o la falta de oportunidades los llevaron a esta condición», subrayó Ramírez.
David alguna vez soñó con ser futbolista profesional; le apasionaba el deporte, y su papá, a pesar de las carencias, lo apoyaba con los uniformes. Sin embargo, enfermó y falleció cuando David tenía apenas 13 años, dejándolo huérfano.
Por su parte, Manuel aspiraba a ser abogado, aunque no completó el último año de su bachillerato. «Quisiera haber sido abogado para reclamar las injusticias que aún sufre mi hermanita de cinco años», afirmó, refiriéndose a la violencia intrafamiliar que lo llevó a abandonar su hogar.