Esta imagen ilustra a una de las beneficiarias del programa de tejidos, aunque los emprendimientos abarcan varias áreas y productos. Foto: Asociación Tikonel
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En San Martín Jilotepeque, Chimaltenango, doña Ángela Ajbal Tubac ha sido clave para mejorar la vida de muchas mujeres de su comunidad. Ha logrado ganar espacios de participación en diversas organizaciones, que han servido para su empoderamiento económico. Con objetivos claros y trabajo arduo, esta lideresa kaqchikel de 51 años ha comenzado a ver los frutos de un sueño que se trazó hace un par de décadas.

Comenzó con el rescate del tejido tradicional desde la Asociación Tikonel. Luego fue una de las pioneras en la formación del Consejo de Mujeres de la red Utz Che’ con una serie de emprendimientos.

Para mejorar la comercialización de sus tejidos, contribuyó para trabajar en alianza con el colectivo Sacalá, (de la misma asociación) que elabora artesanías en madera. La fusión de ambos permitió colocar los productos en las cadenas de tiendas Cemaco y Walmart.

En la imagen uno de los artículos elaborados de madera. Foto: Asociación Tikonel

También ha organizado programas de agricultura familiar, apicultura, alimentación escolar, hasta la venta de productos de belleza por catálogo.

Vestida con la indumentaria tradicional de su comunidad, de mirada intensa y serena, comparte que no estuvo de acuerdo con la imposición del cordón sanitario para su municipio hace unas semanas, ya que les afectó en la dinámica de negocios y reuniones de trabajo.

Pero esto no la detiene. Si no puede tomar el bus, camina. Organiza reuniones virtuales y se levanta cada mañana a cuidar del huerto, los cafetales, del apiario, las gallinas, los marranos y los patos.



 

CORAZÓN DEL TEJIDO

La participación comunitaria de Ángela comienza desde la Asociación Tikonel, creada en el año 2000, concebida en un principio para el manejo forestal. Con el tiempo, desarrollaron cuatro unidades de negocio: Rukux Q’em (Corazón del Tejido), Sacalá, con productos en madera; Negocios de mi tierra, que funciona como un centro de acopio, empaque y comercialización de productos maderables. Por último, SIADE que se encarga de los planes de negocios, provisión de servicios de desarrollo comunitario y empresarial y la regencia de los bosques.

Variedad de artículos de madera han sido elaborado como parte de esta iniciativa de emprendimiento y empoderamiento de las mujeres. Foto: Asociación Tikonel

Ella es parte de Corazón del Tejido, un grupo de mujeres que trabaja en el telar de cintura con la idea de revalorizar el traje tradicional de la comunidad. Fue invitada a participar junto con otras organizaciones para formar el Consejo de Mujeres Utz Che’. Esta es una asociación civil que funciona en todo el país que integra a 43 organizaciones miembros que protegen los bosques comunitarios y los recursos naturales.

Fue en este proceso cuando se dio cuenta de los escasos espacios de participación de las mujeres. Pero ponerse de acuerdo no fue fácil, reconoce. El objetivo estaba claro: lograr voz y voto en la Junta Directiva de su organización, pero no como un requisito. Necesitaban plantear sus necesidades y aspiraciones, diferentes a los de los hombres. “Solo llegábamos a calentar banca”, expresa.

Una anécdota que refleja esta situación fue cuando un día, con cierto temor, decidieron pedir audiencia en la Junta Directiva para solicitar una computadora. “Están locas, no saben usarla”, les respondieron. Pero nosotras “queríamos meter allí nuestros propios pensamientos”, comenta doña Ángela.

La propuesta refiere diversas actividades para el empoderamiento y desarrollo económico de las mujeres. Foto: Asociación Tikonel

Años después, en 2013, organizaron el primer encuentro nacional de mujeres. El espacio y el respeto se había ganado.

SEMBRADORAS

Tikonel significa en kaqchikel “sembrador”. Doña Ángela, comenzó con un grupo de cinco tejedoras con la idea de no perder la indumentaria tradicional. Ahora se han diversificado en producción agrícola, apicultura sin olvidar el manejo forestal.

Las tejedoras unieron esfuerzos con la Asociación Sacalá, que elabora artesanías en madera. Diseñaron una colección que combina los tejidos con madera. Fue un producto bien recibido que generó más pedidos, por lo que invitaron a más mujeres a unirse al proyecto con el telar de cintura y máquinas de pedal. Al punto que en la página de Tikonel tienen una tienda en línea.



 

Con los años han logrado el apoyo de varios organismos internacionales que han cooperado con estos proyectos. En 2018, Unión Europea les dio capacitación para siembra de hortalizas, gallinas ponedoras, apicultura. Incluso, las capacitaron para preparar concentrado para las gallinas ponedoras. La municipalidad también las ha apoyado. Además del tejido, ha aprendido a producir miel y limones.

Otra de las líneas de acción de la Asociación Tikonel es la participación en el programa de alimentación escolar en las escuelas oficiales, en coordinación con el Ministerio de Agricultura y Ministerio de Educación. Un equipo de 20 mujeres se dedica al empaque de las bolsas escolares con productos frescos como verduras, hortalizas y frutas. Esto se distribuye a 52 escuelas.

Después de dos décadas, Ajbal recuerda que comenzó con poca participación de mujeres. Ahora son 300 beneficiarias en los distintos programas. Tres de ellas en la Junta Directiva. “Nos gustaría lograr sostenibilidad, que nos podamos defender solas” reconoce.

COMPARTIR Y ORGANIZARSE

Doña Ángela, estudió hasta 4to primaria. En la adultez logró terminar la primaria y el primer año del ciclo básico. Se casó, pero su esposo se fue hace varios años a trabajar a los Estados Unidos. Sacó adelante a seis hijos. Recuerda que, para no faltar a las capacitaciones, si era necesario, se llevaba en su perraje al más pequeño.

Doña Ángela, como es conocida en su comunidad es una lideresa kaqchikel de 51 años Foto: Asociación Tikonel

Deja claro que las oportunidades no son para todos, pero cuando se tienen hay que aprovecharlas, pues como dijo: “no estaba dispuesta a llegar para solo calentar banca”.

Aprovecha para decirle a las mujeres que no desesperen ante las dificultades económicas. Que busquen ayuda, se organicen, compartan los recursos sin egoísmos. “Aunque las autoridades no nos presten atención, pedimos a Dios para seguir adelante”.



 

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