Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental. Foto La Hora

El ser humano está expuesto a vivir situaciones que pueden afectar su bienestar, tal es el caso de los ataques caninos, aunque las lesiones físicas se puedan sanar también dejan lesiones psicológicas, como el miedo permanente hacia los animales.

Por ello, La Hora consultó al psicólogo social de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, Marco Antonio Garavito, sobre los efectos psicológicos que puede causar la agresión de un perro y cómo se trata, desde la opinión profesional.

El físico no es un indicativo determinante de cómo será el comportamiento de un perro. Foto La Hora/AFP

 

LOS ATAQUES GENERAN TRAUMAS

Garavito explicó que los ataques pueden generar traumas, miedos y heridas psicológicas que deben trabajarse, algunos con terapia, en el caso de los niños crecen con el concepto que el perro es noble y que es parte de la familia entonces no logran entender cuando tiene una reacción agresiva.

“Se asume que el perro es el ‘mejor amigo del hombre’, y eso no se logra comprender del todo que el animal como también los humanos tiene sus momentos de tensión o de estado de ánimo y viene de no entender la naturaleza del animal”, añadió.

Asimismo, mencionó que este fenómeno se parece mucho cuando hay alguien en la familia que está para protegerlo, pero lo agrede o violenta, para los niños es muy difícil entender estas situaciones.

SOLUCIÓN TERAPÉUTICA

Garavito indicó que la línea terapéutica para estos casos se llama “manejar el miedo y quitar el miedo”, y que es muy importante acudir con expertos, ya que de no ser tratado estará en un estado permanente de temor frente a cualquier perro o animal y la vida no se puede construir con un miedo constante.

“El miedo existe, es lógico y válido, pero cuando se vuelve una especie de fobia en la que no se pueden acercar donde pueda haber un perro derivado de una mala experiencia hay que trabajarlo desde el sentido terapéutico”, agregó.

Además, enfatizó que cuando el miedo no se atiende se vuelve crónico, entonces es más complicado de trabajar, requiere más tiempo y más procesos, pero cuando recién ha ocurrido es más fácil darle un sentido.

“Por eso es que la población guatemalteca somos como somos porque tenemos un miedo crónico, por eso somos callados, introvertidos, no peleamos derechos, no nos organizamos, nos parece inútil hacer cualquier cosa, eso es producto del miedo que ya está cronificado”, resaltó el experto.

ASISTIR RECIÉN OCURRAN LOS HECHOS

Garavito expresó que es recomendable acudir con profesionales recién ocurra el ataque, ya que entre más rápido se pueda atender más fácil será sanar la herida psicológica que pueda ocasionar el ataque de un animal, ante cualquier género traumático, sobre todo de violencia que sufran los seres humanos incluyendo la niñez y juventud, lo más sano es acudir a un apoyo terapéutico para poder resolverlo.

“El tema de salud mental, aunque ha cambiado para bien todavía sigue siendo un tema que como de eso no se muere entonces hay que “hacerle ganas”, pero esa herida siempre va estar presente y le va alterar su cotidianidad”, explicó.

Además, indicó que no solamente con situaciones como el ataque canino se debe ir con un profesional sino ante cualquier trauma derivado, lo más aconsejable es buscar apoyo, ayuda para poderlo resolver, para que la vida continúe con relativa normalidad.

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