Cuando tenía 16 años Gladys Morales salió de Guatemala desde La Gomera, Escuintla para superarse en Estados Unidos y ahora, con una familia en ese país, busca compartir con quienes lo necesiten los éxitos que ha logrado con esfuerzo y dedicación tanto en Los Ángeles como en su municipio de origen.
“La mayoría de mi vida la he vivido aquí, en realidad mi mamá me dejó cuando nací y ella vive aquí con mi papá biológico, luego regresó…o sea yo no conocía a mi mamá”, destacó en entrevista con La Hora la guatemalteca desde Los Ángeles, California.
Si bien ella y sus hermanos migraron de manera irregular, con el pasar de los años ella logró arreglar su situación.
DEL CLIMA CÁLIDO DE LA GOMERA
Como en cualquier proceso de adaptación a un nuevo lugar, para la guatemalteca el cambio de país fue difícil, pero con el apoyo de su mamá encontró la guía para conseguirlo, “mi mamá ya estaba aquí y ella ya tiene 40 años de vivir aquí en Estados Unidos y ella fue quien empezó”, destacó.
Así que para ella fue un “shock” cultural, además que la comida es muy diferente, “cuando vine acá y me preparaban las tortillas decía estas no son las que conozco porque son muy delgaditas”.
La guatemalteca no puede dejar de mencionar el clima cálido de La Gomera y el frío tan marcado que experimentó en Estados Unidos, “vine en tiempo de frío y era una cosa terrible, pero nos fuimos adaptando”.
Gladys empezó a estudiar en EE. UU., pero no continúo; contrajo matrimonio y se dedicó a su familia, a sus tres hijos, porque eso fue lo que acordaron con su esposo.
UNA VOCACIÓN DE AYUDA
A futuro, la connacional no descarta volver a las aulas, pero de momento sigue enfocándose en su familia, añade que otro de los aspectos que le resulta difícil como a la mayoría es el aprendizaje del idioma inglés.
La vida de Gladys transcurre en su hogar e hijos, pero también guarda un espacio para ayudar al prójimo, una pasión impulsada por la fe en Dios, “a veces estamos enfocados en nuestras rutinas y nos olvidamos de lo que está pasando a nuestro alrededor, así fue como llegué a los caminos de Dios”.
Por ello, ha dedicado varios años a ayudar de diferentes maneras, desde alimentos hasta artículos que necesiten migrantes de diferentes nacionalidades en Los Ángeles o bien en La Gomera, Escuintla.
Además, trabajó en una compañía que vendía artículos por catálogo y en esos espacios buscaba ayudar a una casa hogar, así que al asistir con más frecuencia se dio cuenta de las necesidades que viven muchos niños.
Con el tiempo las visitas de Gladys al lugar se volvieron más frecuentes, “se nos ocurrió hacer comidas como kermes en mi casa, entonces lo que hacía era que invitaba a todos los amigos, así empezamos a ayudar a Casa Ebenezer en Tijuana, también teníamos personas que nos han pedido ayuda para El Salvador, Honduras y Guatemala”.
Si bien su apoyo ha logrado inspirar a otras personas, Gladys mencionó que con la pandemia se percibió más insensibilidad al dolor ajeno y sobre esto hace conciencia en que los demás compartan con quienes tienen menos.
“Casi 14 años que hemos hecho esto. Podría ser que hayamos llegado a diferentes personas y países, casi que son cientos, pero sí han sido incontables y esto no tiene precio porque no importa la cantidad que se den”, declaró.
DAR LO MEJOR
Y para ella, lo más importante es que no se menosprecie la ayuda, “este es el país de la abundancia y por eso es que podemos ayudar con poco, porque Dios bendice al dador alegre”.
Una de las metas que se han puesto refiere que siempre ha sido de invertir tiempo y más recursos en apoyar, porque saben que ese aporte se multiplicará para más personas, “yo no doy lo que sobra, doy lo mejor, no es un sacrificio y es por amor”.
“Esto es una satisfacción que no tiene explicación, es un gozo, un deleite, hasta me pongo emocional con todo, a mí me gusta llevarles cosas a los niños desde aquí”, dijo.
Por eso Gladys, con ese mismo corazón dispuesto a compartir con las demás personas, reta a otras para que ayuden y compartan lo que tienen con quienes tienen necesidades.
La guatemalteca dice que los milagros se viven a diario y que quienes ayudan experimentan buenas cosas en sus vidas y no necesariamente dice que debe ser económico, pues se puede sumar con otro tipo de apoyo para los demás.