Vinicio Barrientos Carles

 

Yacer bajo el tragaluz

al blues del amanecer

y ver a la luna absorta

me reconforta: me digo

¿sigo despierto? No importa

Pedro Poitevin

El mes de septiembre empezó de manera espléndida.   El pasado jueves 01 de septiembre, en la Librería del Fondo de Cultura Económica, Luis Cardoza y Aragón, ubicada en la zona 1 de nuestra ciudad capitalina, se presentó el libro de poesía Letras griegas, del escritor y matemático guatemalteco Pedro Poitevin Arce, quien visitó esta su tierra natal con esta finalidad específica.    Con residencia en Marblehead, un pueblo ubicado en el condado de Essex, en el estado estadounidense de Massachusetts, Poitevin es doctor en Matemática, en lógica de modelos específicamente, por la universidad de Illinois Urbana-Champaign, y se desempeña como académico de la universidad de Salem State, en Massachusetts.

Hoy he querido celebrar la publicación de su poemario, ya a la venta, compartiendo algunos de sus magníficos poemas.   Empiezo con uno tomado de la primera sección, titulada «El cielo está soñando que se cae».   En la página 19 del libro, se lee el siguiente soneto:

Para el Sordo Barnoya

Érase un hombre unido a un par de orejas,

érase un vértice entre dos condados,

érase un recipiente de mil quejas,

érase un par de huevos divorciados.

Érase Tasso Hadjidodou al cubo,

érase un dístico dubitativo,

érase un quihubo haciéndole eco a un quihubo

érase un par de antenas de Arecibo.

Érase orejas colmo del descaro,

el gran cañón de las orejas era,

érase la G-2 al infinito.

Érase un puente de Einstein-Rosen raro,

–oreja adentro oyendo a oreja afuera–

que en la cara del sordo era delito.

A Poitevin lo hemos citado en varias oportunidades, al final de los artículos «Desde la matemática de la complejidad» y «Cientificismo: límites y alcances de los modelos matemáticos». Por otro lado, antes de estas menciones, justo cuando la pandemia daba inicio, tuvimos a bien invitarlo a los webinarios que para esos entonces empezamos a realizar.    De hecho, estuvo como ponente distinguido en un primer programa, titulado «Los modelos matemáticos ante la pandemia: usos y alcances»,  y a Pedro se le puede apreciar en el minuto 11 de aquella oportunidad, de mayo de 2020.

Empero, al margen de su sobresaliente desempeño como científico, Pedro también tiene una notable carrera como poeta y escritor, y es, hoy por hoy, y cito: «uno de los poetas en lengua española más asombrosos de los últimos tiempos, no sólo por su conocimiento de la poesía sino por sus experimentos afortunados con esta».   De él se lee en su cuenta de Twitter lo siguiente: «Lógico matemático especializado en teoría continua de modelos y aplicaciones al análisis funcional.  Poeta experimental».    En Facebook se autodescribe de manera más sucinta como «un matemático dubitativo».    Siempre de la primera sección del libro, en la página 42, encontrarás otro soneto, en el que habla de su otra pasión:

Matemáticas

«El matrimonio es álgebra», me dices,

y apuntas a ecuación y homomorfismo.

El núcleo de su tesis es el mismo

De siempre: radicales y raíces.

Los anillos no admiten los deslices

de la desigualdad.  Y el formalismo

del que te vales me hunde en ese abismo

de módulos que habitan las matrices.

Pero en la geometría del momento

palpita un haz de fibras que hilvanara

la deriva sutil del pensamiento,

y el análisis vence porque para

cada épsilon exiguo en tu argumento,

hay un delta que se abre y nos separa.

Lo cierto es que he tenido el privilegio y la oportunidad de asistir a la mencionada presentación, pudiendo deleitarme con la escucha de varios de los poemas del libro, por él declamados.   En la presentación del libro participaron Ilina Muñoz y Giovany Coxolcá Tohom, en la conducción, y José Luis Perdomo Orellana, Premio Nacional de Literatura «Miguel Ángel Asturias» 2020 y José Arturo Monroy, como comentaristas.    Para el lector y lectora que desee escuchar algunos de los poemas que se leyeron en el evento, puede pinchar aquí para ir a la grabación, trasladándose al minuto 46, para escuchar el primero de los poemas del libro, con el que el autor abrió la parte declamatoria del evento:

Soneto desde el agua en madrugada

Las olas que se cuelan por la boca

de esta ensenada bajo luz ambigua

llegan como caricias a una exigua

playa de arena gris a ras de roca.

Una conciencia líquida y barroca

vulnera la estrechez que la amortigua

y mi oído la busca en esa antigua

melodía en azul que el agua toca.

Yo me monto en la tabla y desencallo.

Giro y el remo escribe un remolino

sobre un folio en deriva permanente.

Algo quiero decirte, pero callo,

Calíope querida; sólo atino

a remar rumbo al borde de tu mente.

En los comentarios, el poeta José Arturo Monroy ponderó la métrica y el estilo de Poitevin, así como el apego a los cánones de la poesía clásica, sin dejar de lado las incursiones, hasta cierto punto atrevidas, pero siempre bien logradas, de novedosas formas, en pos de la armonía y una musicalidad perfecta.   Pedro, por su parte, explicó algunos de los detalles para la inspiración y la medida.   Citó y leyó «Gacela», como un ejemplo de las restricciones que ciertas modalidades poéticas imponen.  Los tecnicismos no los citamos, pero para el experto son, no solo cruciales, sino esenciales per se.  Tomada de la página 77 del libro, la copio a continuación:

Gacela

Antes de que la voz solar dijera «lluvia»,

los cometas formaron la primera lluvia.

Una mujer en nubes supo cuánto ansiaba

la lengua de su amante que ella fuera lluvia.

En los ojos de estatua con que mira el cielo

el mendigo, no hay nada, ni siquiera lluvia.

En el parque dos jóvenes caminan juntos.

En la hierba su sombra, y en la acera, lluvia.

Cuando emigré a Illinois con mi paraguas negro,

salí solo a escuchar la mensajera lluvia.

En el verano sueño que en otoño escribo

lo que olvido en invierno: primavera; lluvia.

Fuimos sobre la arena dos arpegios breves

que tocó la sutil titiritera lluvia.

Era un fluir delicado de la mente al mundo:

no era ciego cabal de cántaro; era lluvia.

La nota que dejó en mi parabrisas ella

parecía editada por la austera lluvia.

Soy la piedra que sueño y lluvia y tiempo escriben,

pero también soy Pedro que escribiera lluvia.

El anterior poema, así como el que sigue, está tomado de una sección cuyo título es la línea del poema precedente, la que hemos colocado en negrilla: «Era un fluir delicado de la mente al mundo».   De esta sección también hemos tomado los versos del epígrafe, en el poema titulado «Insomnio», en la página 73.   En complemento, un poco después, los versos extraídos de la página 79 nos permiten apreciar el dúo conformado en una sola naturaleza matemático artística, cuya esencia misma, cuya alma, es la estructura que pregonan:

Permutaciones

Mueve la brisa tímida

la nube solitaria

sobre esa maravilla

de mar.

La nube maravilla

a una muchacha tímida

que toma solitaria,

el sol.

Te da su solitaria,

soleada maravilla

sobre la arena, tímida,

a ti.

Pedro tuvo a bien, en sus amenas intervenciones, compartirnos a los asistentes, algunos de los momentos para su inspiración.   En uno de ellos, nos explicaba cómo llega a su mente «El otoño es como un perro», cuando, al salir de paseo con Tarski, su perro, nos comenta y nos recuerda la inseparable profesión del poeta, la que, aunque pareciendo dejar en suspenso, siempre le acompaña.   Y es que el nombre de su perro hace honor al lógico, matemático y filósofo polaco Alfred Tarski, de quien nos cuenta algo sobre la paradoja, que junto con su compatriota Stefan Banach tuvieron a bien formular.

A propósito, es por la lógica, y por su estrecha relación con la métrica de la poesía clásica, que estamos publicando el presente artículo, en esta columna Polítopos, que ahora abre sus puertas y ventanas a nuestros lectores y lectoras.   Por ello viene al caso el siguiente, que lo he tomado de la primera sección, en la página  58:

Lógica matemática en otoño

Cuando llevo al menor de mis tres hijos

al patio trasero de recreo del vecindario

y –tras dejarlo en libertad– me siento

distraído, en la banca bajo el arce,

mi pensamiento, en su deriva incierta,

diagrama –cual hojas rumbo al suelo–

un sueño fragmentario de preguntas

sobre verdades áridas, y a veces,

pese a mi barba y mi melena estoica,

algún niño (que nunca intentaría

congeniar con adultos abismados

en sus laptops) se anima a visitarme

y al ver en mi cuaderno letras griegas,

acaba preguntándome: «¿A qué juegas?»

En gran parte, he copiado el anterior, pues, como vera el ávido lector, lectora, allí se esconde el secreto del titular de la obra que estamos ensalzando.    Para finalizar, deseo copiar parte del texto que en la contra carátula de la obra se ha incluido, desde la voz de un tercero, así como unos últimos versos, tomados de la sección «El tiempo no es una flecha», en la página 92, los que cantan, desde la voz del poeta, la cual no hemos alcanzado a exaltar lo suficiente, pero sí, hemos dado un primer paso, aproximándonos a su genial discurrir.   Así, te comparto lo que en el reverso del libro puede leerse:

Letras griegas es un florilegio de lo mejor de su creación: «La sonetina del confinamiento» es la primera sonetina existente en la lengua española; también incluye la primera 3-1/3-ina en nuestro idioma y la primera sextina palindrómica hecha en nuestra lengua: la corona de sonetos clásica «Los siete pecados capitales», donde los primeros siete sonetos están escritos desde una perspectiva humana, los siguientes siete, desde una perspectiva divina, y el soneto final está construido por las primeras líneas de los catorce poemas precedentes.

Tras un soplo de Anaxímenes

Espíritu de Mileto

que diste a los presocráticos

rudimentos matemáticos

para indagar lo secreto:

no me abandones; prometo

que volveré a ser un niño

impresionable y lampiño

aunque hoy me sobe la barba

como un estoico que escarba

por qué te tiene cariño.

______________________

Fuente de imágenes  :

[ 1 + 2 + 3 ] Imágenes editadas sobre fotografías personales del evento, tomadas por Vinicio Barrientos Carles

Artículo anteriorEl Dosier como punta del iceberg
Artículo siguienteFed deberá subir sus tasas al menos hasta inicios de 2023