Adelaida Loukota Estrada (Guatemala, 9 de diciembre de 1979). Poeta. Estudió Letras en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha obtenido primeros lugares de poesía en los Juegos Florales centroamericanos «Rosendo Santa Cruz» de Cobán, 2001, en los Juegos Florales «Otto René Castillo», 2001, y en el Certamen «Miguel Ángel Asturias» de la Facultad de Humanidades, Universidad de San Carlos de Guatemala, 1999. Durante más de 10 años dirigió clubes de lectura en Sophos y en la biblioteca Ludwig von Mises. Trabaja en una agencia de publicidad. Los siguientes versos han sido tomas del libro: Como cualquier otro día.

 

De donde vengo

Nací de un hombre
que no pensó pasar de los treinta
y de una mujer
capaz de hablar con cualquiera en la parada del bus
y hacerlo sentir importante

Llegué al mundo
en el último mes
del último año de la era disco
de niña fui algunas veces al mar

Antes no pensaba tanto
en qué pasaría
si muriera de pronto
quizás me dan un poco de nostalgia
las novelas que no he escrito más que en mi cabeza
todo lo que nunca dije

No me preocupa tanto la gente
espero haberles dicho lo suficiente que los quiero
como para que me extrañen
pero que estén bien

El resto son supuestos
fiestas de cumpleaños donde todos se divierten
o almuerzos en el jardín
en los que no llovió

Lo que sé
es que yo también pasé de los treinta
que el silencio se respira
que es martes
como pudo ser cualquier otro día

Me da miedo la lluvia
en particular
cuando no ha parado en toda la noche
y se vuelve ese murmullo constante
que rebalsa las canales

Me da miedo que erosione
el camino que llega a mi casa
y que yo ya no pueda volver

Me da miedo saberme desterrada
de lo que creí seguro
del lugar donde había paz
oscuridad
silencio

Pensar en vos
antes de dormir
y sonreír
antes de pensarte

como si pudieras verme

lo mismo que sentarme
sobre la cama
y desabrochar uno a uno
los botones de mi blusa

como si te animaras a tocarme

El silencio se inhala
te inunda y se mete por tus venas
es quizá lo más importante
para saber que existís

Respirás un tren de pensamiento
que te lleva a lugares sombríos
al ruido
al caos

Entonces te das cuenta
el silencio no es tan limpio como creíste al abrir los ojos
hay más
hay grillos
gente
agua que cae en algún lado
es decir adiós con la mano
anunciar un beso que no diste
que no planeás dar

Hablo conmigo misma
para no perderme en el azar de las lecturas
me hablo de la soledad y otros males menores
porque en realidad
no quiero saber por qué me cambia la letra
o por qué me llueve tanto

Cuántas veces tendré que perderlo todo
para no dejar que me cierren los ojos

Hace tiempo

le perdí sentido
a los finales

he ido reduciendo
sueño y hambre
a un sistema
de olvido a pausas

me quedé sin fuerzas
para darme
el tiro de gracia

Me da sueño
oculto realidades
y guardo baratijas
en los bolsillos
luego
cambio mis calcetines
por un piso traicionero
entonces duermo
y son los elefantes
quienes
bailan descalzos

No es válido
hablar de la nostalgia
cuando la calle
se cubre de nazarenos
y yo no puedo más
que beber un té que se enfría
demasiado pronto

afuera llueve
a veces

Detrás de este muro no hay mares
tenemos que conformarnos con una pandilla de gatos
que se asolean o se cogen cuando tienen oportunidad.

Tampoco creo que sea aquí donde se acaban todos los muros
donde empiece nada que no seamos nosotros mismos.

A veces quisiera ser valiente
llorar mucho
por vos
por mí
porque la libertad no se convierta
en cuatro paredes sin fecha de caducidad.

Hace tres días estaba nublado
a punto de llover
hoy no queda mucho más.

Me daba tanto miedo
decirte adiós
que volteé a ver atrás
y me convertí en estatua de sal

Tuve entonces
que aprender a caminar
aún con la rigidez
del que perdió la mano que lo sostenía
tuve que inventarme una nueva cuenta de los días
que contarme historias
para ser libre

A la ciudad la salvan los parques
pequeñas islas habitadas por gatos y niños
que no se cuidan de sí mismos.

La alimentan calles cuajadas de gente a ciertas horas
sobrevive
porque los barrios no duran más que los abuelos
porque no se arrepiente de comer hombres dragón
de parir flores clandestinas en alguna grada.

A la ciudad la cuidan los perros que la caminan
y conocen sus lugares más cálidos
la reivindican los pájaros que no se cansan de cantar en árboles que
nosotros
cartógrafos de timbres y buzones
echaríamos de menos
dibujaríamos de memoria.

Me gustaría contarte
sueños literales
de palabras angostas
y sin esquinas
para retenerte
como noción exacta
de todo lo que no cumplimos
y es que a veces
llego a extrañarme
y siento ganas
de volverme diminuta
para que mi nombre
quepa en un grano de arroz
o en un pedazo de recuerdo
aunque no sea tuyo

Mis manos están llenas de agujeros enormes
por donde se escapa tu nombre.

Ahora no estás ahí cada vez que derramo el té
para decirme que no pasa nada
que no importa la certeza de tu distancia.

Hace frío
como siempre a esta hora
hace recuerdos, mal humor
hace de todo menos silencio.

Es cierto que no te extraño todo el tiempo.
Es cierto que te descubro esperando por mí en lugares inesperados
como en la nostalgia de verte llover.

Me siento sola.

Ahora no estás para defenderme de mí misma.

Soñarte implica
robar pigmentos de polvo
en las telarañas
acudir al sofá
presta a rescatar
recuerdos suicidas
y pensarte
sin parpadear

La luna estuvo
terriblemente llena
toda la noche
la casa
demasiado callada
y mis manos
ajenas a los nuevos senderos
que plagan tu cuerpo

No puedo acabar con vos de lejos

Selección de textos: Roberto Cifuentes.

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