Fray Milton Alirio Jordán Chigua, nació en San Juan Ermita, Chiquimula, el 5 de septiembre de 1958. Es sacerdote. Pertenece a la Orden de Frailes Menores Capuchinos. Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Por su destacada labor literaria le dedicaron los Juegos Florales de Chiquimula en su edición 2013. Publicaciones: Pinceladas Bíblicas del Evangelio (San Pablo Colombia, 2009). Introducción General a la Sagrada Escritura (San Pablo Colombia, 2011). Historia de la Iglesia Católica en Chiquimula de la Sierra (Imagraf G&N, 2014). Pinceladas Bíblicas de los Profetas (San Pablo Colombia, 2015). He Ahí a Tu Madre (Imagraf G&N, 2015). Los poemas aquí presentados son tomados del libro: Palabras migrantes

 

 

El libro
Estoy lleno de hojas,
aunque no soy árbol.
Soy fuente de sabiduría.
El hombre me ha escrito.
Pero yo lo hago a él, erudito.
Recojo todo lo existente,
en cualquier lugar estoy presente.
Descubro las bellezas de la naturaleza.
Poseo una inagotable riqueza.
Me tienen en casa o en la escuela,
siempre dejo estela.
Cuando estoy contigo,
soy tu mejor amigo.
Te ayudo en tu soledad.
Te doy tranquilidad.

Mateo
Mateo, el publicano
ágil pluma de escribano.
Escritor sagrado,
de Jesús Resucitado.
Una palabra de Maestro bastó:
sígueme.
Y a vida se transformó,
y lo dejaste todo
y saliste del lodo.

Getsemaní
Señor, tú estabas allí,
en Getsemaní.
Contigo mismo, en intimidad
cumpliendo la voluntad
del Padre…
Sudando gotas de sangre.
En cambió yo,
estoy aquí.
En la oscuridad,
buscando claridad.

Confiado en tu Palabra
Confiado en tu Palabra,
echaré las redes,
para pescar los peces de la paz,
los multiplicaré, los compartiré,
con los más necesitados.

Confiado en ti Señor,
partiré el pan de la Palabra,
se la daré a los hambrientos.
Que se sacien hasta llenar su alma,
disfruten de la alegría y la calma.

Confiado en tu Palabra,
acariciaré la luna tierna,
Tocaré el sol para que me queme.
Que la campana suene,
llamando a la misa de la igualdad.

Me dejaré acariciar,
por la neblina matutina.
Escucharé los cuatrocientos cantos,
del cenzontle que atrae la lluvia.
Sentiré el olor a tierra mojada.

Confiado en tu Palabra,
no confundiré la felicidad,
con la facilidad.
Tomaré tu mano,
caminaré contigo.
Bajaré las estrellas,
las más bellas,
se las regalaré a mi madre.
Compartiré sonrisas,
expandiré las brisas.

Perdón
El perdón nos hará libres,
porque es enfrentar la verdad.
El perdón es un don.
Un don que Dios pone en tu corazón.
El perdón brota del amor,
del amor de Dios.
Y cuando estás en paz con Dios,
Con vos y con los demás…
ya puedes descansar en paz.

El Sol
El sol nace contento en el oriente,
alumbra los montes del pueblo,
reviste las nubes del campo sonriente,
camina silencioso en los bosques.

Aquel día, el sol estaba cansado,
cayó como naranja del cielo,
se fue a dormir agotado,
sobre las montañas de nuestro suelo.

El día se cubrió con su manto oscuro,
en un atardecer limpio y puro.
Dulcemente lo arroyó una suave brisa,
que le regaló con cariño su sonrisa.

Puro espejismo leve,
pues el sol no se mueve.
Ilusión óptica, él es rey.
Así es la ley.

El pañuelo

Trapo pequeño y fino,
de seda o de lino.
Limpio tus mocos,
seco el sudor de tu frente.
Los que me valorizan son pocos,
pero soy útil y decente.

Limpio tu boca sucia o reseca,
tus agotadas y sudorosas manos.
Nunca me dicen gracias.
Sólo me envuelven y me guardan.
Otros me usan para cubrir su cabeza,
casi ninguno aprecia mi belleza.

Depositas en mí, las lágrimas,
que brotan de tus ojos.
Conmigo cubres tu sentimiento.
En alegrías y penas, me ondeas al viento.
Soy tu pañuelo.
Poverello.

¿Migrante yo?…

Salí a escondidas,
bajo el manto de la oscuridad-
buscando la felicidad…
sin decirle a ninguno,
para que nadie me denunciara.
Como si fuera ladrón…
Partí, dejando el corazón.

Decían que, en aquella tierra,
no existía la tristeza de la guerra.
Que había mucho dinero y alegría.
Es verdad, pero también, fantasía.
Todo era productividad.
Nada de humanidad.
Yo era un objeto productivo.
Mi vida perdió el sentido.

El dinero obnubiló mi mente,
me sentí poderoso de repente.
Preso de mí soledad,
huyendo de la mediocridad.
Mis bienes fui derrochando,
mi vida se fue acabando.
Caminaba sin saber dónde iba,
mi existencia estaba perdida.

No. Solo soy un peregrino,
que sigue su camino.
Que en el devenir de su vida,
va sembrando la semilla,
del amor y la verdad.
El planeta tierra es mi vientre.
Es él quien me alimenta,
y mi vida fundamenta.

Cierto, nací en Guatemala.
No es ninguna noticia mala.
Extraño sus lagos y volcanes,
sus pueblos coloridos.
Hay triunfadores y vencidos.
¿Migrante yo? Seguro que sí.
Igual que tú y que todo ser humano
A veces, todo pareciera vano.

Muerte

Tú, presencia germinal de la vida.
Serpiente asesina, asechando su presa,
Mortal mordida y sangrante herida,
Qué es desgracia, que lleva por sorpresa

Muerte, maldita suerte a quien llegues,
en silencio y sin avisar.
No me molestes, no me friegues,
Todavía quiero caminar.

Me das miedo, me asustas.
Me armo de valor para enfrentarte.
Hay momentos en que me gustas.
Pero no quiero encontrarte.

¿Por qué te ensañas en hacer sufrir?
¿Por qué nos dejas nada y vacío?
Yo todavía quiero vivir.
Aléjate maldita, enferma de hastío.

¿Dónde está muerte tu victoria,
dónde está muerte tu aguijón?
Yo sé que alcanzaré la gloria,
Yo sé que alcanzaré resurrección.

Tu presencia nos trastorna.
Nos quita la emoción y la alegría.
A quien te llevas, no retorna,
no vuelve a ver el día.

La tumba sola y fría,
sin luz, sin fulgor.
Es noche oscura y vacía,
sin dolor y amor.

Incertidumbre

No hay nada más incierto,
que una tormenta en el desierto.
Una tempestad en alta mar,
la mujer exacta a quien amar.

¿Qué será de mi suerte,
cuando me llegue la hermana muerte?
En cada anciano se esconde un niño,
necesitado de amor y de cariño.

Certeza

Hermanos, déjenme descansar en paz.
Que mi cuerpo repose sereno en la tumba fría.
Donde ya no hay alegría,
pero sí, serenidad.

Como hoja expulsada por el viento,
Así pasaron mis días con el tiempo.
Caí, como cae el sol naranja,
cuando la tarde se levanta.
Sé en quien en puesto mi esperanza.
Él es mi pastor. No me faltará su amor.
Hacia pastos verdes me conducirá
Y su vida eterna en mí resplandecerá.

El Ciprés

Estoy erguido y seguro, aquí donde me ves.
Mi nombre es “Ciprés”.
Regalo mi sombra al cansado.
Mi frescura al agotado.

Verde me encuentro siempre.
Soy signo de eternidad.
Eso es,
soy Ciprés.

***

Soy hijo de Chiquimula de la Sierra.
La ciudad más hermosa de la tierra.

Soy un espermatozoide de mi padre.
Fecundado en el óvalo de mi madre.
Milagro de gracia divina,
que me dieron la vida.

Mi papá se llama José María,
Mi mamá rosa ¡Noticia hermosa!
Nací en San Juan Ermita.
Mi infancia fue bonita.

Soy apenas una luciérnaga,
que billa en la oscuridad.
Tratando de iluminar,
una nueva sociedad.

Selección de textos. Roberto Cifuentes

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