Raúl Hernández Chacón
Director Técnico Administrativo
Instituto Educativo Asistencial Emiliani y Hogar de Huérfanos Santa Teresa

Este año se inicia el segundo centenario de la presencia del Carisma Somasco en América, -1921-2021-. El trabajo pastoral de evangelización de la Comunidad Somasca desarrolla una intensa labor en el campo específico de la educación, con atención a estudiantes, de primaria, básico y de carreras técnicas en plan diario y diplomados para adultos, en Mixco, San Miguel Petapa y zona 5 de la ciudad de Guatemala. Cuentan los religiosos, con equipos de laicos comprometidos que apoyan su excelente trabajo. Esta reflexión, para conmemorar el vigésimo aniversario de la Canonización del Hermano Pedro de San José Betancur, está dedicado a los Hermanos Padre Mario Ramos y Hermano Víctor Guevara Castro, hermanos salvadoreños que han gastado su vida en favor de una educación guatemalteca, con profundo agradecimiento. Ellos promueven la Devoción, la caridad y el trabajo, principios de la pedagogía de San Jerónimo Emiliani, que constituyen el hilo conductor del hacer diario en las aulas y fuera de ellas al fortalecer la comunidad educativa.

1. En 1492 descubren los europeos al continente americano, luego en 1524 se registra la conquista de los españoles al mando de Pedro de Alvarado. Se inicia así el despojo y la explotación de los recursos, particularmente el trabajo forzado de las poblaciones indígenas. La colonia se explica desde esa realidad de exclusión, misma que a la fecha está vigente. La colonia perdura hasta 1821, es decir 497 años. Conquistadores y criollos explotan a la población, de donde se deduce el origen de la riqueza acumulada de los grupos minoritarios que tienen a Guatemala, en una eterna tiranía económica y social injusta y excluyente. En ese marco histórico referencial se ilumina la triste vida existencial de inmensa mayoría, los más desvalidos: los pobres, por un hombre que, con hechos concretos contradice esa lógica existencial: El Hermano Pedro de San José Betancur.

Con motivo del vigésimo aniversario de su canonización se trae este hermoso recuerdo pasado y presente en la mente y en los corazones de quienes, desde una visión religiosa y cultural, admiran y veneran la obra maravillosa de este hombre “humilde y solidario con los marginados de la sociedad”, apuntan sus biógrafos, que hacen creíble el evangelio de Jesús de Nazaret.

2. Aunque ya es Santo, canonizado por el Papa San Juan Pablo II, en aquella memorable mañana del 30 de julio de 2002, -hace 20 años-, en emotiva ceremonia realizada en la explanada de la zona 13 de la Ciudad de Guatemala de la Asunción, es ya reconocido y venerado desde tiempos inmemorables, por la población guatemalteca, centroamericana y de otras latitudes, desde hace más de 300 años. Su presencia ocurre el 18 de febrero de 1651, en “la ciudad de las perpetuas rosas” , la llamada muy noble y muy leal ciudad de Santiago de los caballeros de Guatemala, centro político, económico y religioso de la capitanía general del reino de Guatemala, que comprendía Chiapas, Tabasco y toda Centroamérica.

“Son las dos de la tarde y desde esa hora no cesa de templar la tierra. Pedro, que ha besado la tierra en actitud agradecida lo interpreta, -en su humildad-, como reacción al beso de un tan pecador”. Documento de la canonización, 30 de abril de 2002. De la Riva Hermanos. Nace en 1626 en Tenerife, Islas Canarias. Según el documento citado describe su personalidad como “una persona humilde, de sencillez, de obediencia y afán siempre creciente, de empequeñecerse lo mismo a los ojos de Dios que a los de sus hermanos”. Desvanecido su proyecto de ser sacerdote, Pedro pasa por un momento de gran incertidumbre existencial. Trata de huir, dejando la ciudad. En Petapa entra en la iglesia y recurre a la Virgen del Rosario. Ella lo ilumina para que regrese a la ciudad y entre en la Tercera Orden Franciscana. Al seguir la misma fuente “En 1658, en una casa pajiza y en carencia casi total de medios humanos inicia la obra que coloca bajo la protección de Santa María de Belén y la convierte en centro de catequesis y de alfabetización para niños que viven por la calle, lugar de acogida para estudiantes forasteros y refugio para los pobres convalecientes.” Pág. 7 misma fuente citada con anterioridad.

Asimismo agrega: “La vida interior del Hermano Pedro y su devoción se centran en tres grandes misterios de la vida de Cristo: el nacimiento de Belén, la dolorosa Pasión, muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y la Eucaristía”. Es decir, la encarnación del hijo de Dios hecho hombre que nace en un pesebre de Belén, el paso de su vida terrenal, su Resurrección y luego su Presencia viva en la Eucaristía. Es el ejemplo vivo que resume su espíritu profundamente cristiano, hecho vida y ejemplo. A su recorrer diario agrega el caminar nocturno por las calles y plazas, alertando a todos el tañido de su campanilla y su inquietante mensaje de conversión “Acordaos hermanos, que un alma tenemos y si la perdemos, no la recobramos”. Consumido por los ayunos constantes y atacado por una bronconeumonía, muere a los escasos 41 años, el 25 de abril de 1667”. El Hermano Pedro es una figura religiosa, histórica y ejemplar y de una devoción popular impresionante, que está enmarcada en la vida social y económica de la Colonia, período de la dominación y explotación por parte de la Corona Española. Las consecuencias lamentables de esa desigualdad de oportunidades para una vida digna para la mayoría de los guatemaltecos persisten hasta la fecha de este breve análisis conmemorativo y continúa vigente su ejemplo de cristiano comprometido y hecho realidad en su tiempo y para el aquí y el ahora.

3. La Conferencia Episcopal de Guatemala publicó el documento, carta pastoral colectiva: “Anda y haz tu lo mismo”, con motivo de la canonización del Hermano Pedro, el 2 de junio de 2002. En ella se encuentran importantes reflexiones que invitan a considerar su vigencia actual: La Iglesia, al reconocer y proclamar santas y santos, propone en todo tiempo y lugar modelos de camino para el pueblo de Dios; ejemplos plenamente humanos que han hecho vida los valores y virtudes que dan sentido verdadero a su ser de bautizados.” Más adelante dice: “Las personas que han respondido a Dios con su vida entera, aquellos que han vivido plenamente abiertos a la verdad de Dios, son los santos”. La primera parte de esta hermosa carta pastoral de los Obispos guatemaltecos se centra en una mirada a la realidad, desde la perspectiva de la canonización del Hermano Pedro: Expresan luces y sombras en su lectura del acontecer de ese año 2002: Se reclama más justicia y solidaridad, mayor conciencia de los derechos humanos, un espíritu de sobrevivencia ante la dura realidad, la dignidad de las culturas indígenas, preocupación por el bien común, se busca la libertad y el combate a la corrupción. Pero a la vez, -dicen-, no se han cumplido los acuerdos de paz, hay ausencia de diálogo, pérdida del sentido de la humanidad, los asesinatos, la corrupción, la injusticia, el robo, el engaño, la manipulación, el atropello a los inocentes, la falta de conciencia social, el hambre, la miseria y la indiferencia y la falta de una vida digna para la mayoría de la población. Asimismo proponen algunas acciones: la vigencia de los acuerdos de paz, programas públicos y privados de producción de riqueza, la administración eficaz y rápida de la justicia, el estado de derecho, la atención al flagelo de la pobreza, a las migraciones forzadas, el trabajo, la tenencia de la tierra, la solidaridad. Son interesantes y cuestionadores puntos centrales que expresan al respecto. Por ejemplo: “El mensaje del Hermano Pedro nace del Evangelio. Conocedor profundo del verdadero sentido de la religión verdadera, este santo fue testigo irreprochable de la solidaridad más inmediata: asistir a los que sufren en sus tribulaciones y rechazar el mal del mundo que los aflige. Esa religión verdadera no se avergüenza o esconde ante la pregunta ¿Dónde está tu hermano? Pues sabe que conocer a Dios es obrar la justicia.” En el número 25 de la carta pastoral se encuentra que: “La vida y obra de este santo son un reclamo concreto a nuestra conciencia de cristianos, pero también de ciudadanos. En todos y cada uno de los guatemaltecos existe una bondad fundamental, que puesta bajo la protección de espíritu santo, puede comprender el don de Dios que nos concede la canonización del Hermano Pedro”.

Señalan los Obispos en aquel momento que: “En la conciencia, en fin el ejemplo de humanidad del Hermano Pedro nos invita a la humanización de las relaciones sociales, políticas y sobre todo, económicas. El ejemplo del Hermano Pedro nos señala la siempre necesaria promoción de la dignidad de la persona humana así como la defensa de los derechos humanos, que con especial énfasis el mismo Juan Pablo II ha señalado como clave para una convivencia guatemalteca justa y pacífica”. Se encuentra esta elocuente cita: “Como buen samaritano, salió al camino de cuantos padecían cualquier enfermedad y dolencia, de las que no habían obtenido curación en los hospitales establecidos”.

El Padre Ricardo Bendaña resalta la actitud del Hermano Pedro con lo siguiente: “En el siglo XVII merece lugar especial el primer Santo de Guatemala, El Santo Hermano Pedro. En Guatemala, donde trabaja y se dedica a servir a los pobres y enfermos, sirve con delicado amor a los indígenas y realiza toda clase de obras de misericordia. Además de establecer una escuela de primeras letras, funda en Santiago de Guatemala, el primer hospital para convalecientes en América, el hospital de Belén, donde nace la orden de Belén, que pronto se extiende hacia Perú, México, Ecuador, Argentina, Cuba y otros países con un servicio hospitalario y educativo dedicado a los más pobres.” Pág. 75. La Iglesia en la Historia de Guatemala. (2010).

4. El Historiador Luis Lujan, en su obra tradiciones navideñas de Guatemala, recoge unos ejemplos maravillosos de la obra artístico-literaria del Hermano Pedro, inspirados en su profunda religiosidad con la sencillez que lo caracteriza: En la página 105 aparecen “las coplas en honor de la Virgen de Concepción redactadas por el Beato Hermano Pedro de Bethancourt:

Alégrese todo el mundo
dé gritos la devoción
pues no publica la iglesia
cual de fé es la Concepción.

Alegrémonos hermanos,
dé saltos el corazón,
pues no publica la iglesia
cual de fé es la Concepción.

Esta nueva que ha venido
que nos alegre es razón
pues no publica la iglesia
cual de fe es la Concepción.
¡Viva el máximo Alejandro!
¡Viva el monarca León!
pues nos publica la iglesia
cual de fé es la Concepción

La Concepción de María,
sin pecado ¡qué alegría!
celebremos este día
por santa su animación,
pues nos publica la iglesia
cual de fé es la Concepción.

Otras coplas hechas por el Beato Pedro de Bethancourt dedicadas al niño Dios:

Tiritais de frio
siendo el mismo sol
aquestos efectos
amor los causó.

Estribillo

Don, don camaleón
¡ay, Niño del alma!
¡Dios del corazón!
de carne os vestís
por mi redención.

No lloréis mi niño
no lloreís mi bien
que daís a entender
que del hielo mío
lágrimas vertéis.

Entre los pastores
os vais a hacer
como son humildes
los miráis tan bien.

No lloréis mi Niño,
no lloréis mi Dios,
que esos pucheritos
me causan dolor,
en el corazón.

Con estas bellas muestras, sencillas, elocuentes, el Hermano Pedro cantaba a la Virgen y al Niño Dios, con ese amor tan auténtico, tan cercano a sus pobres y desvalidos a quienes les enseñaba el Amor a Dios y a los hermanos con los que compartía su vida y su afán diario e incansable, por las calles empedradas de la Antigua Guatemala, en el día, en la noche y en la madrugada, cargando una cruz y vestido con arapos, sin que ello significara más que su devoción y su mensaje de amor permanente, todo inspirado en lo más auténtico del evangelio cristiano.

Al respecto el historiador, filósofo y educador José Mata Gavidia escribe en su obra “Anotaciones de historia patria centroamericana, en 1953: “Floreció este bendito varón en todas sus virtudes, pero sobre todas descolló su caridad con los prójimos. No contento con instruir a los niños en las primeras letras, les agenciaba vestidos para cubrir sus carnes. Ni se satisfacía su fervor con servir y regalar a los pobres del hospital, también solicita limosnas para el hospital de San Juan de Dios: visitábalos con frecuencia y hacía con ellos mil oficios de caridad. No se limitaba su caridad a sólo los vivos, empeñábase en solicitar sufragios por los difuntos, con este designio salía todas las noches por las calles de la ciudad tañendo una campanilla y pidiendo oraciones y limosnas por las almas del purgatorio. Famosa se ha hecho la compla que recitaba por las calles:

Acordáos hermano
que un alma tenemos,
y si la perdemos,
no la recobramos.

Habiendo santificado a esta ciudad (Guatemala), con sus admirables ejemplos y heroicas virtudes, el espacio de quince años, lleno de merecimientos, amado de todos, y aclamado por Santo, dio fin a su preciosa vida, el 25 de abril del año 1667.” pág. 190. (Compendio de la historia de la ciudad de Guatemala, T.I. 214, por el Br. Domingo Juarros).

Carlos E. Meza, C.M.F, en su obra Pedro de San José Betancur, “El hombre que fue caridad”, Bogotá, 2002, Recoge hermosas expresiones de la vida del Hermano Pedro, entre ellas destacan algunas: “Un testigo válido para el hombre de nuestro tiempo. Las formas han cambiado, la historia hoy no se escribe de la misma manera que ayer, pero el coraje, el desprendimiento, la entrega incondicional al otro, la capacidad de acción, la coherencia y generosidad con que Pedro de Betancur sigue la llamada de Dios, es un testimonio auténtico para el hombre de hoy.” Cita de la portada de esta excelente obra. En el capítulo XIV “la casita de la virgen”, encontramos: “Era hermoso ver al Hermano Pedro con su figura destellante de campesino candor, cercado por aquel enjambre de niños blancos, criollos, mestizos y morenos que silabeaban a coro y rezaban de rodillas ante la imagen de nuestra Señora. El hermano sabía estimular con los recursos inocentes de una pedagogía eterna: el premio, el dulce, la fruta, el juguete, la caricia pura. Corriendo a la mitad del patio, o de la plazoleta, daba las manos a sus rapazuelos y organizaba el coro para la danza o para el canto:

aves vengan todas,
vengan a danzar,
que aunque tengan alas
les he de ganar.

En corro, en cadeneta, en fila con sus niños, Pedro cantaba y bailaba a la sombra de los árboles, que con risas y los gritos de los escolares parecían agitados por una bandada de pájaros bulliciosos”.

No es posible dejar de cita este párrafo de Carlos E. Mesa, de Colombia: “Aunque parezca rebuscado no halló más a apropósito para este capítulo de la biografía ni designación más adecuada para este héroe del mandamiento nuevo: El hombre que fue caridad. Pedro de San José llevó su caridad a tales extremos que más que practicarla se diría que la vivió con plenitud o con que la personificó enteramente. Lo pregonaron tres significados y excepcionales testigos. Fray Rodrigo de la Cruz, su mejor conquista, su discípulo y sucesor: Mi maestro vivió siempre en un acto continuo de amor a Dios. Su confesor el Padre Lobo: quien lo confesó por espacio de quince años que vivió en Guatemala afirma como verdad llana que en todos ellos no dio un paso tan solo que no fuese en servicio a Dios y bien espiritual o corporal a los prójimos. El biógrafo Vásquez de Herrera: Caridad y celo de la salvación de las almas; relucía en esto el Venerable Hermano Pedro y éste fue el ejemplo de toda su vida. Entre las almas que han escuchado de Cristo el: Ven, sígueme, hay algunas que además han sentido, como dirigido a ellas, estas palabras: lo que hiciereis con el más pequeño… Por eso han escogido servir a Cristo en las personas de los identificados con El: pequeñuelos, enfermos, pobres, ignorantes, desvalidos, todos aquellos que tienen necesidad de ayuda en cualquier plano de la existencia.”

5. CONCLUSIONES:
Tomo la cita del boletín eclesiástico de la Arquidiócesis Primada de Guatemala, enero-febrero 2002: “Por medio de la frase “acordaos hermanos que un alma tenemos, y si la perdemos no la recobramos”, grabada profundamente en la memoria religiosa de todos los guatemaltecos, aquel hombre pobre y sencillo de la Guatemala del ciclo XVII parece visitar de nuevo las calles de nuestra conciencia en los inicios del siglo XXI para inquietarnos, para advertirnos del peligro de perder lo más importante: nuestra alma y, con ello, echar a perder lo más importante el futuro de la nación. El mismo Señor Jesús se acerca a cada uno de nosotros, con el ejemplo del Beato Hermano Pedro, para urgirnos a no decaer en la esperanza sino que, manteniendo unida la fe y la vida, mediante el compromiso de todos los guatemaltecos, logremos llegar a constituir una verdadera familia de hermanos libres y unidos, capaces de superar cualquier diferencia de raza, cultura, clase social y religión.”

La Conferencia Episcopal de Guatemala, el 15 de mayo de 1980, en su comunicado dice: “Quiera Dios que las celebraciones con motivo de la beatificación del Hermano Pedro nos permitan una pausa de reflexión; que el amor por los pobres de este humilde mensajero de la paz, nos haga comprender que el único camino válido para resolver los problemas sociales, políticos y económicos, se encuentra en el respeto al hombre, a sus valores y a su dignidad. Que el Hermano Pedro, que tanto amó a Guatemala, interceda ante el Señor por esta patria que El regó con su sangre de penitente y perfumó con el aroma de su Caridad Universal.”.

Aún hoy las familias cristianas, agradecidas o para implorar al Hermano Pedro, visitan la Antigua Guatemala y se presentan en la Iglesia de San Francisco el Grande, para rezar ante su tumba, y pedir su intercesión, como lo hacían en el siglo XVII en vida, para que rezara por ellas. La historia de Guatemala es mudo testimonio de los incontables favorecidos por el Hermano Pedro, sobre todo los más pobres y los más necesitados. Oración, humildad y esperanza por un mundo mejor.

Su vida, su ejemplo y su entrega a los más necesitados inspiran a la reflexión frente al desafío del mundo materialista y neoliberal que hoy impera, convirtiendo al hombre en cosa, objeto.

6. BIBLIOGRAFÍA.

a. De la Riva Hermanos. “Canonización del Hermano Pedro de San José Betancur.” Guatemala, 2002.
b. Arquidiócesis de Santiago de Guatemala, “Catequesis Preparatoria con ocasión de la Canonización del Hermano Pedro de Bentancur y Visita de Su Santidad Juan Pablo II.” Guatemala, 2002.
c. Conferencia Episcopal de Guatemala: “ Anda y Haz tu lo mismo” Carta pastoral. Guatemala, 2002.
d. Boletín Eclesiástico. Arquidiócesis Primada de Guatemala. 2002.
e. José Mata Gavidia. “Anotaciones de historia patria centroamericana.” Guatemala 1953.
f. Luis Luján Muñoz. “Tradiciones navideñas de Guatemala.” Cuadernos de la atradición guatemalteca. Serviprensa centroamericana. Guatemala 1981.
g. Carlos E. Meza, C.M.F. “Pedro de san José Betancur”. Bogotá, Colombia 2002.
h. Ricardo Bendaña Perdomo. La Iglesia en la historia de Guatemala: 1500-2000. Guatemala, Artemis Edinter.2010.
i. José Antonio Mobil. Ariel de León Menéndez. “Guatemala: su pueblo y su historia”. Guatemala, serviprensa centroamericana 1991.
j. Luis Diez de Arriba, Pbro. “Historia de la Iglesia católica en Guatemala. Crisis”. Tomo II. Sin fecha.
k. José Milla, “Historia de la América Central”. Biblioteca centroamericana de Ciencias Sociales. Guatemala, Piedra Santa 1976.
l. Conferencia Episcopal de Guatemala. “Al servicio de la vida, la justicia y la paz”. Guatemala, 1997.

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