Dennis Orlando Escobar Galicia
Periodista
¡Mi cielo! es el más reciente estreno literario del escritor guatemalteco Juan Antonio Canel Cabrera. Y cuando escribo escritor con negrita es porque el aludido, por mí apodado JAC, tiene varios libros de su autoría, publicados con mucha calidad temática y gusto estético. Escritos para un amplio público demandante de lectura placentera. A decir verdad no es escritor el autor o autora que presume porque tiene varias publicaciones rubricadas con su nombre pero que ni “fu ni fa”, o “están muy malitas”, como dice un destacado escritor guatemalteco.
JAC también es un escritor que no se jacta de ser “acartonado universitario”, ni presume falsos estudios que poco o nada tienen que ver con el talento de saber escribir argumentos que causan placer y dan rienda suelta a la imaginación. Él es un artesano de la palabra que se ha nutrido, antes y ahora, de las buenas obras literarias y demás manifestaciones artísticas para crear sus libros, más de alguno confeccionado por sus propias manos de artista manual. ¡Eso sí!: mira de frente cuando se refiere a los innumerables libros, revistas y periódicos leídos, así como se enorgullece de las buenas tertulias bohemias con selectos amigos del arte y la ciencia, y de haber sido miembro “del irreverente y difunto grupo literario la rial academia”, comandado por su maistro Marco Augusto Quiroa.
En ¡Mi cielo! Juan Antonio nos pone sobre la mesa, con mantel bordado y finos cubiertos, su bastante cultura literaria, pictórica, musical, biológica, zoológica, ecológica… y demás. Los lectores exigentes del buen paladar quedarán satisfechos y hasta lamiéndose los labios. Algunos o muchos con ganas de seguir y aún no decir muchas gracias o “echémonos la del estribo”.
La novela desde su inicio es atrayente porque inicia con un diálogo:
_¿Quieres que pose desnuda, o con ropa?
_Si posaras desnuda, no le podrías mostrar el cuadro a tu esposo.
_No será necesario que se lo muestre…
_¿Entonces donde lo pondrás?
_Tú, hazlo, yo me encargaré.
Vemos, pues, como las primeras palabras de la plática denotan erotismo y suspenso. No hay duda de que nos engancha la lectura porque deseamos saber ¿qué pasará? JAC es un CANELa Fina en estos “menesteres literarios”.
¿Y qué decir del título de la novela?: ¡Mi cielo! es una expresión muy apropiada y precisa para referirse a la alegría, al placer, a la belleza, al amor… Dos palabras que no pueden quedarse fuera cuando se agradece a la vida. En un ejercicio de escritores –según información de Internet- se eligió cielo como la mejor palabra por ser muy dulce, cantarina y por su significado.
En la obra hay ambiente de bosques y todo lo que conlleva el ecosistema… ¡Vaya belleza! La música es de marimba, hecha con Palo de Hormigo y llevada en hombros hasta el cielo. Magistrales descripciones que incitan todos nuestros sentidos, al punto que nos recreamos de los paisajes.
“Allí, a través de Fiesta de pájaros, el bosque me caló tan hondo que, cada vez que recuerdo ese episodio, me entra una nostalgia en la que confluyen todas las tristezas y todas las alegrías de mi vida; el cuerpo se me escalofría, como trayendo a recuento las sensaciones de ese momento”.
La narración de la novela -la vida de un virtuoso pintor- está escrita con lenguaje poético que armoniza lo culto con lo popular. En ella hay alegrías, nostalgias, risas, llantos, suspiros… las más sublimes manifestaciones del humano. Desfilan muchas figuras literarias, principalmente símiles y metáforas, a saber: “Al verla, me sentí pluma flotando en una atmósfera ingrávida”. “Es el amor y pasión que siento por el mismo bosque y sus habitantes”, “Papá fue música para fiesta y el tío para réquiem”.
En ¡Mi cielo! tampoco faltan las reflexiones filosóficas: “La felicidad siempre me ha parecido un estado extremo del ser humano, el culmen al que puede llegar. Sin embargo la felicidad permanente conduce al tedio; se vuelve insoportable. Hasta la felicidad matrimonial, según los científicos, dura solo dos años, después decrece”.
La novela no discurre de manera lineal, pero como está escrita con lenguaje fluido y ameno nos mantiene atrapados. Con mucho placer, y dando rienda suelta a nuestra imaginación, queremos llegar al final. En la lectura también evocamos lugares, canciones, cuentos, libros, novelas, películas… Y nos solazamos con los muy bien logrados párrafos del autor. Aquí va uno, de los tantos que me provocaron una sonrisa: “Parecían los hermanos Aguilar del cine mexicano. Amenizaban fiestas, bailaban con todas las mujeres, cantaban…al concluir, por lo general perpetuaban el robo de una moza hermosa y, para que rime el verso, se la llevaban a alguna choza.”
Vale decir que Juan Antonio escribe con un estilo que provoca placer, aún se esté refiriendo a cuestiones trágicas u obscenas. Él no es de esos autores descarnados que reflejan sus fobias, neurosis y demás malestares en su literatura. De esa cuenta ¡Mi cielo! es una lectura para repetirse y leerse para sentirnos con “ánimo y entusiasmo” y canturrear la canción Gracias a la vida.
Vale la pena (es un decir) adquirir la nueva obra “caneliana” para que JAC se apreste a publicar una nueva… y muchas más. Algunos ya estamos “picados” y “queremos echarnos la otra”. ¡Salud!