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Méndez Vides


Los caminos que separan el bien del mal son escudriñados con humor y agilidad en la más reciente novela del escritor peruano Santiago Roncagliolo (Perú, 1975), que como su compatriota Mario Vargas Llosa se trasladó a vivir a Europa y optó por escribir novelas de prosa versátil, con un lenguaje casi cinematográfico, que se transforma o muda piel en cada nueva publicación.    

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Roncagliolo visitó Guatemala en los días posteriores a ganar con Abril rojo el premio Alfaguara del 2006, una novela fresca que lo alzó como promesa realidad, donde escarba en los efectos del miedo, arrancados de la oscuridad en los tiempos de Sendero Luminoso y del gobierno de Fujimori.   Tres años más tarde vino el escándalo de su famosa Memorias de una dama, basada en el relato de una vida real, que condujo a demandas legales y enredos baladí.   Tuvo una década de pruebas, de intentos de regresar al folletín del siglo XIX, y volvió a ser noticia en el 2021 con la publicación de Y líbranos del mal, que removió la conciencia de una generación que junto a las utopías enfrentó la atracción a la entrega espiritual, y los abusos sexuales entre quienes se congregaban para hacer obra social en los barrios marginales de Lima.   Su audacia, y facilidad narrativa, atrajeron nuevamente los reflectores, y dos años más tarde asombró con una novela histórica voluminosa, histórica, con más de quinientas páginas de diálogos y descripciones de la época del Virreinato del Perú, 1623.     La historia arranca con el nacimiento en el convento de Santa Clara de una bestia de dos cabezas, lengua bífida y ocho extremidades, un engendro que se percibe diabólico y atrae la atención del Santo Oficio.   

La novela narra los eventos desde el punto de vista de Alonso Morales, un personaje débil, que vive supeditado a su madre, que se integra al Santo Oficio plegándose a lo que se le pide, que aprende a torturar sin entrar en conciencia, y que vive una aventura asombrosa que mantiene la intriga y tensión a lo largo de seis partes armónicas y novedosas.   Llega el monstruo, y luego el virrey, hay una guerra entre mineros, un ataque de piratas, perversiones en el convento, revueltas, guerra y muerte, todo como antecedentes de lo que fue la Ciudad de los Reyes, el asunto étnico, la transformación del mal en el hombre que lo devora.

El autor peruano se ubica junto a Mario Vargas Llosa, Alfredo Brice Echenique y Julio Ramón Ribeyro, como un fuerte sucesor en la ya poderosa tradición de escritores limeños que se marcharon a Europa, y lograron escribir una obra mágica sobre el Perú desde otra dimensión humana.   Vale la pena su lectura.

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