Víctor Muñoz
Premio Nacional de Literatura
Gedeón me llamó por teléfono hará cosa de dos meses. Según me dijo, estaba trabajando como ejecutivo de una empresa dedicada a la promoción de suplementos vitamínicos absolutamente indispensables para la salud de todo ser humano y deseaba que yo los conociera. Le dije que estaba bueno, pero que no le ofrecía atenderlo sino hasta dentro de unos 15 días, ya que la temporada navideña y el fin de año hacen que el trabajo se multiplique. En el caso de la empresa en donde yo trabajo, tenemos que preparar lo de los aguinaldos de los trabajadores, lo del convivio y lo de las vacaciones, ya que la empresa cierra desde el 15 de diciembre y abre hasta el 15 de enero. Me dijo que no había problema, que lo anotaría en su agenda y que se comunicaría conmigo el sábado dos de diciembre. Así quedamos, pero a mí, con los ajetreos propios del trabajo, de la familia y las carreras de fin de año, se me olvidó por completo lo de la cita. Debido a ello fue que cuando recibí su llamada me sentí sorprendido y hasta algo asustado, pero como soy hombre cumplidor de mi palabra le dije que estaba bien, por lo que convinimos en encontrarnos ese sábado, a eso de las 11 de la mañana, en la cafetería del negro Yela.
En cuanto nos vimos nos saludamos muy efusivamente, tal como siempre ha sido. Debo ser honesto y reconocer que se veía muy bien, con un bonito maletín y hasta su forma de hablar había cambiado un poco. La verdad es que se veía elegante el muchacho.
Me preguntó por la familia, por el trabajo, por los amigos y por las cosas que uno siempre les pregunta a los amigos cuando los ve luego de algún tiempo de ausencia. Le dije que afortunadamente todo estaba bien.
—¿Y vos? —quise saber.
—Pues verás, estoy colaborando con los Laboratorios Vida Sana —me dijo, mientras me extendía una tarjeta de presentación en donde pude ver que era un “EJECUTIVO-CONSEJERO” en aspectos de la salud. Impresionante la cosa.
—Mi labor en este momento consiste en cuidar de tu salud —continuó—. Hemos desarrollado una serie de suplementos vitamínicos indispensables para toda persona que desee conservarse bien, y en la primera persona que pensé para que los conociera fue en vos, precisamente, ya que por lo que hemos platicado, tu trabajo te exige mantenerte siempre alerta, cosa que, aunque no me lo creás, te provoca un desgaste superlativo. Por ejemplo, tengo este suplemento que te va a ayudar mucho para que tus ojos no se te vayan a arruinar; porque dejame decirte que eso de estar todo el día mirando la computadora, aunque no lo sintás, poco a poco te puede ir causando un problema tan grave que de un día para otro vas a parar ciego; además, este otro suplemento es indispensable para que tengás un sueño profundo y reparador, para que todos los días te levantés lleno de buen ánimo y no con la sensación de cansancio con la que uno a veces se levanta; porque dejame decirte que a mí eso me pasaba antes, pero desde que tomo este suplemento duermo como lirón y amanezco lleno de energía y de buen ánimo. También tengo este suplemento para que te limpie las vías urinarias, que es la causa de que de pronto resultés con la presión alta, ya que las vías urinarias se van llenando de sarro y hay que limpiarlas con alguna frecuencia.
La plática de Gedeón se fue extendiendo sin siquiera permitirme que le explicara que a mí, por la gracia de Dios todavía no me molestaba nada de lo que él me estaba diciendo. Afortunadamente en ese momento sonó mi celular. Respondí la llamada y resultó que era mi esposa, recordándome que teníamos que hacer algunas compras. Para no extender más la plática le dije a Gedeón que lo que me estaba haciendo falta era algún medicamento que me ayudara a bajar de peso.
—Tengo justo lo que necesitás —me dijo, y sacó un frasco lleno de píldoras rosadas— Sin embargo —continuó—, no te lo puedo dar así nada más, ya que en vez de hacerte un bien te estaría haciendo un terrible mal. Este suplemento, que es una maravilla, te lo tenés que tomar, pero acompañado de estos dos suplementos para que no se te vaya a bajar el potasio ni el fósforo.
Este su nuevo parlamento duró más de media hora, justo cuando mi celular sonó de nuevo. Era mi esposa urgiéndome porque se estaba haciendo tarde. Sin más discusión le dije a Gedeón que estaba de acuerdo, le hice un cheque, que me resultó alto pero ya no me importó, me obsequió un frasco conteniendo píldoras para mejorar las funciones de la próstata, nos despedimos a las carreras y me fui para mi casa.
No le dije nada a mi mujer de lo que había comprado porque las mujeres nunca están de acuerdo con las compras que uno hace, sino solo le comenté que un amigo me había dado a probar los tales suplementos. El lunes por la mañana comencé a tomármelos. A eso de las 3 de la tarde de ese mismo lunes comencé a sentir que el estómago me estaba haciendo ciertos ruidos sospechosos que culminaron con una carrera para llegar al baño; sin embargo no pensé que los suplementos fueran los causantes de mi desarreglo, sino más bien le eché las culpas al exceso de comida del fin de semana. El problema fue que al día siguiente me pasó lo mismo y al tercer día también.
—¿No será que te están afectando las pastillas que te estás tomando? —me preguntó mi mujer.
Hice la prueba. Al día siguiente no las tomé y se me fue la diarrea.
—¿Viste?, esas tus pastillas hubieran hecho que adelgazaras, pero por las diarreas que te estaban dando.
En cuanto se aparezca de nuevo Gedeón le voy a preguntar si así es la cosa.