Marie Andrée Valdez Hernández
Marie Andrée Valdez Hernández (Guatemala, 1996). Poeta, maestra, psicóloga y bailadora de flamenco. Fue maestra de preprimaria graduada del Colegio Monte María y trabajó durante tres años en distintos colegios para niños. En 2016 ingresó becada a la Universidad Rafael Landívar, donde estudió psicología industrial. En 2020 inició a ejercer su carrera en la misma casa de estudios, en el área de Gestión del Talento Humano y en 2021 obtuvo su título universitario. De modo paralelo estudia y practica baile flamenco en Estudio de Danza Isa en forma presencial y como complemento toma clases de técnica de flamenco en una academia española, Jabera Studio. La poesía la ha acompañado desde los seis años, gracias a las lecturas y cuadernos que le regalaba su abuelo materno. Marie Andrée siempre dice que la poesía surgió de la necesidad de expresar todo aquello que no podía narrar o contar de otra manera. En 2020 creó un perfil en Instagram llamado “Elegía Poesía”, donde empezó a compartir sus poemas, lo cual le abrió las puertas para conectar con otros poetas guatemaltecos. En 2022 inició con presentaciones en vivo leyendo su poesía en diversos encuentros culturales, en marzo participó por primera vez en un certamen literario organizado por la Universidad del Valle, donde obtuvo una mención honorífica por su poema “Detente” y en septiembre obtuvo un primer lugar en el Certamen de Poesía en homenaje al escritor Francisco Morales Santos, por su poema “Instantes”. En noviembre organizó su primer evento de poesía titulado “Encuentro Poético: intimidades del alma” en la Feria Internacional del Libro en Guatemala, FILGUA 2022. Actualmente se encuentra trabajando en su primer poemario.
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Adiós
Sonó esa canción y abrí los ojos porque el túnel de mi cuerpo no me dejaba ver.
Tinto.
Desgarré una sombra en la cocina y destapé a la soledad. ¡Qué dulce es ella, tan harta de placer!
Sangre.
No me escuches, me escondí en tus pasos ¿a dónde vas? te invito a esta fiesta, aquí está divertido.
Tinto.
Me duele el recuerdo, yo no sé qué pasó, él tomó nota y se fue. Encuéntrame, estoy soñando.
Sangre.
Tranquila, todo está bien, a ver, tragate otra copa. ¡Rápido, ya se va a quebrar!
Adiós.
Qué risa, ¡me muero de risa! no entiendo, ¿ya te fuiste? Regresa.
Tinto, sangre, tinto, adiós.
La vida es un paso
Vida, ¿Qué es la vida?
La vida es un paso
un anhelo al sentido
un instante vacío.
La vida es nada
un baile fugaz
es lanzarse al olvido.
¿Es acaso un aliento?
¿un laberinto?
¿tal vez un viento perdido?
Espectro de un tiempo
un tiempo sin lumbre
camino fantasma
la muerte.
Hoy
Hoy quiero bañarme contigo
lavarte la espalda
ser tuya en el alba.
Hoy quiero esconderme en tus ojos
sentir tus descalzos
soplarte relatos.
Hoy quiero besarte las sienes
ser agua en tu aire
crearte en un baile.
Hoy quiero reír en tu pecho
trenzarme en tus venas
rezarte poemas.
Hoy quiero… (abro los ojos)
y, ¿mañana? (prendo un cigarro)
No hay un mañana.
Ajaaá… (sonrío)
no hay un mañana
no habrá mañana.
¿Entonces? (suspiro)
hay un ayer, y hoy ya fue, amiga,
él es ayer.
La duda
Escalera marchita. El árbol alzó los brazos cogiendo estrellas y allí estaba ella chupando cenizas, perdida en la nada, flotando en el todo.
Y allí estaba ella observando historias, rompiendo la noche a lágrima seca, aroma a tiempo, no quiero tiempo, sino a la tina floreada que esconde sueños.
¡Tremenda locura!, teniendo sábana y ella temblando, boca ahumada, mantis sembrada, ¡qué miedo!, tengo los ojos oscuros de tanto oler recuerdos.
Sonrisa caída. Me vi encerrada en el espejo, ¡qué frío! Mordí la lengua del ángel, no abre el ropero, ¿estoy soñando? Me arden los miedos.
Allá en el monte de venus resuena la hija, la niña, ella no es niña, latido crudo, ¿dónde hay sartenes? tan tan ¿Dónde hay sartenes? Palma quemada.
Lavando pómulos está ella mientras ensarta alfileres negros en la tierra, suspiros ciegos, manos al cielo, ella se esconde paloma. No soy un ave, me duele.
Me arde, me duele, suena el silencio, se arrastra la hora al colmillo del viento, y ella duerme, despierta duerme, siempre corriendo afina cordura, cordura sin cura.
Sólo locura, locura y cordura, sin cura locura, la duda, tinta amargura y solo hay duda, duda y locura, simple amargura: La duda.
El misterio
La ventana de la sala eran dos ojos de un misterio nocturno, y las hojas de los árboles soplaban versos que ni yo entendía.
La noche se rompió entre mis dedos, suplicando el humo de una boca quebrada, y mis pies destruían a cada paso el silencio.
¿Quién era yo? Mi habitación es la cueva donde yace el Universo. Me escondí.
Y yo en el retrete, impulsando mano, el gotero punzando y un ladrido esfumado.
Dije que sí.
No sé
No sé si es rebeldía, pero prefiero ver el sol de noche,
merendar pétalos de rosa y dormir hasta la una.
No sé si es rebeldía, pero me gusta bailar desnuda,
comer uvas con queso y gritarte “¡vieja estúpida!”.
No sé si es rebeldía, dejar a medias las cosas,
buscar aviones tras la ventana y soñar que viajo.
No sé si es rebeldía, andar con piernas peludas,
fingir demencia sin causa y jugar junto a las brujas.
No sé si es rebeldía, desayunar cigarro y pizza,
leer libros de historia y ahogarme en depresión.
No sé si es rebeldía, fantasear ser revolucionaria,
cantar sin melodía y ¡no sé!
De verdad no sé, no sabes, no sabemos,
¿quiénes somos? ¿quiénes son ellos?
los que nos joden, ¿quiénes son?
Mejor me escondo. —No vaya a ser—
Ajá, no vaya a ser que,
(me maten), no sé.
La cruz
Me vi cruzando el abismo de dos ojos marchitos.
Fue la tarde de ese viento artificial,
retrato sin rumbo,
¿dónde está el vino?
La luz se enredó en los pies de una voz cegadora.
En el día se esconde la noche,
saliva de amargo,
¡qué fino el arroz!
Sedienta es la mesa de una mente rapaz.
En ti salta la uña de hambre,
rituales de antaño,
¿ayer es el fin?
Caducan verbos estoicos,
decaen.
Descienden al vientre de bellas cosechas,
que pudren cantares lamiendo sus tierras.
Adiós niño,
cántale al sol a ver si regresa,
porque una vez jugaste,
y ahora,
cargas una cruz.
Soy
Esquina perdida
mariposa estática
ventana de lluvias espesas.
Vaivén de quejas
parálisis labial
gritos en conchas de lana.
Pincel sin cerdas
lienzo agotado
cuento pintado de azufre.
Desvelo planeado
descanso de hierro
escritos de lengua en la mano.
Hija de armarios.
soles oscuros
abrazo de agua crispada.
Historia deforme
ambiguo presente
anhelo de fotos vivientes.
Soy, no sé qué soy, quien soy
soy quien un sabio no sabe qué soy
una esquina, un vaivén, un pincel,
un desvelo, una hija, una historia.
Soy gancho al destino
de ciegas miradas
no existe salida, el reloj es de hielo.
No nades tan hondo, no veas atrás
si ves hacia el frente arrástrame al mar
y así tal vez vuelva y regrese
así, sin saber qué soy, quien soy.
Selección de textos Roberto Cifuentes Escobar