Las etapas de dolor y tristeza son inevitables en la vida del ser humano, nadie está preparado para las malas noticias; esas que llegan repentinamente y cambian el panorama. No se dan únicamente con una pérdida familiar, también se pueden percibir en otros momentos como en una separación, la reacción a un diagnóstico, una ruptura amorosa, entre otros.
Este sentimiento se manifiesta de diferentes formas, cada persona lo asimila y lo supera a su manera. Sin embargo, el duelo es un proceso que involucra la adaptación de diferentes emociones y comportamientos.
Por ejemplo, el fallecimiento de una persona obliga al afectado a acostumbrarse a su nueva realidad, a pesar de la ausencia, según la psicóloga clínica Ximena Orozco.
DIFERENCIAS EN ALGUNOS TÉRMINOS
El duelo es muy diferente al dolor, la especialista afirma que el segundo es la reacción a la pérdida y el primero es la forma en la que se procesa ese sentimiento.
El luto es el proceso de adaptación a la vida después de un duelo y la recuperación depende del entorno, la cultura y la religión.
En LH Bienestar te presentamos cuáles son las fases del duelo y cómo puedes buscar ayuda para superar esta etapa.
La psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross reconocida por ser pionera en los estudios de la muerte cercana, identifica cinco facetas en las que se puede experimentar el duelo, sin embargo, enfatiza que no todas se manifiestan de la misma manera, porque depende de cada persona cómo asimilar los procesos difíciles.
NEGACIÓN
Es la reacción inmediata después de la pérdida; el panorama se torna irreal, la persona que lo padece no entiende nada lo que está pasando y entra en un estado de incredulidad, acompañada también por la congelación de las emociones.
IRA
Luego que la persona se encuentra más “calmada” y razona sobre la situación se activan sentimientos de frustración y de impotencia que puede acabar en atribuirse la culpa o a un tercero. La reclamación continua de obtener una respuesta a preguntas como: ¿Por qué a mí? ¿Qué hice de malo? ¿Esto no hubiera pasado sí…?
La psicóloga detalla que las personas pueden quedar atrapadas en estos cuestionamientos, lo que impide despedirse adecuadamente.
NEGOCIACIÓN
Elisabeth señala que en esta etapa se comienza a contactar con la realidad de la pérdida y a explorar qué hacer para revertir la situación.
“Por ejemplo, cuando a alguien se le diagnostica una enfermedad terminal y comienza a explorar opciones de tratamiento pese a haber sido informado de que no hay cura posible, o quien cree que podrá recuperar una relación de pareja ya definitivamente rota si empieza a comportarse de otra manera”, describe.
DEPRESIÓN
En esta etapa se va asumiendo la realidad de la pérdida, se contacta emocionalmente con la ausencia y se puede manifestar de diferentes modos: nostalgia, tendencia al aislamiento social, crisis existenciales entre otros.
Aunque la psiquiatra recalca que es correcto denominar esta etapa como “pena o tristeza”, ya que así se pierde la connotación de que es algo patológico.
ACEPTACIÓN
No se estima cuánto tiempo va a tardar una persona en llegar a esta etapa, ya que colocar un tiempo específico no sería correcto, porque depende de la ayuda que recibe cada una, cómo influye en su entorno y cómo lo asimila.
Este comprende un estado de calma asociado a la comprensión, no solo racional sino también emocional, en que la muerte y otras pérdidas son fenómenos inherentes a la vida humana.
¿A QUIÉN PEDIR AYUDA?
El duelo es una etapa inevitable, sin embargo, la ayuda profesional minoriza y acompaña en el proceso de recuperación. Cuando el duelo se complica es importante pedir ayuda al entorno; la familia es un factor importante de apoyo emocional.
Por lo que también recomendamos consultar a un tanatólogo, quien brinda la atención adecuada en el proceso, su función principal es procurar que el paciente o cualquier ser humano que sufra una pérdida sea tratado con respeto, cariño, compasión y que conserve su dignidad.
La meta última del tanatólogo es orientar al enfermo o doliente hacia la aceptación de su realidad, aceptación que se traduce en esperanza sobre la situación real. Esto incluye una mejor calidad de vida.