Desnutrición y obesidad. Foto La Hora: Cortesía

 

Extraña relación para muchos, pero no para el mundo científico. Una relación que ha adquirido consolidación fuerte en todo lo que va de este siglo y que realmente empezó en las últimas décadas del siglo pasado en todo el mundo y en el nuestro no fue excepción.

Hay una pregunta básica que podemos formularnos: si en nuestro medio la pobreza de todo tipo incluyendo la mala alimentación no ha disminuido ¿por qué la obesidad se presenta dentro de los pobres con cada vez más frecuencia?

Para contestar esa pregunta, debemos partir y explorar el mundo social y económico actual. Acá se identifica el primer problema en el campo de la nutrición: los hábitos de alimentación los hemos modificado muchísimo. Si nosotros retrocedemos a la época de nuestros ancestros, un poco más allá de abuelos, ellos consumían alimentos naturales, y habían logrado a través de los siglos, tener una combinación baja de consumo de alimentos, pero adecuada. Por ejemplo, la combinación de tortilla con el frijol, producía una mezcla de proteínas de alto valor nutritivo, invalidando eso de hombres de maíz como sinónimo de fuerza y salud, y dándole a la relación de maíz y frijol esa validez. Además, nuestros antepasados tenían acceso a muchas frutas y verduras, sin que estuvieran procesados y tratados con tantos químicos. Todos esos buenos hábitos, fueron cambiando con la urbanización e industrialización y fue cuando y en menos de 25 años, muchos alimentos naturales se dejaron de consumir e incluso en algunos países y grupos humanos la gran mayoría de estos y se empezaron a consumir alimentos procesados y ultraprocesados, aún por las clases más pobres, los cuales contienen alto contenido de carbohidratos y muchas, muchas y diversas grasas y sales, que no existen en los alimentos naturales y son bajos en fibra y en micronutrientes. El poder de la alimentación actual está en manos de la industria y la industria tiene como fin, ganar dinero no crear una civilización sana.

La industria para que se conserven, pero sobre todo para que se consuman los alimentos, estos tienen que tener algo que los conserve y atraiga la palatibilidad del consumidor. La palatabilidad significa la característica de un alimento que estimule una respuesta selectiva en el consumidor y para que ello suceda y se conserven, tienen que tener mucha azúcar y sal y son alimentos que o los hacen deliciosos y variados o los retiran del mercado Y de alguna manera entonces se vuelven adictivos. De tal manera que en nuestra forma de diario comer, queremos seguir consumiendo todo lo que nos sepa muy rico. La industria sabe no solo provocarnos sensitivamente a eso movilizando con publicidad y gusto, nuestros sentidos y conciencia para ello y también sabe ponerle la cantidad exacta de sal, sabores aditivos a sus productos o también hacerlos un poquito agridulce y finalmente ponerle la cantidad adecuada de azúcar, para transformarnos en seres no solo hambrientos de alimentos, sino de adicción. En otras palabras, consumidores de un más y más. Por consiguiente, estos hábitos por lo industrial, han penetrado en las poblaciones guatemaltecas en las familias y lo hay para todos los extractos sociales y económicos colaborado con eso, con esa adulteración del buen comer y trasformando este, en obesidad.

El problema de la obesidad no solo tiene que ver con cambios en la alimentación, va de la mano con los cambios en actividad y entre ambos hacen que día a día crezca este problema. En el presente siglo, el cambio de actividad física en todas las edades es espectacular. Ahora todo el ejercicio qué hacemos, está vinculados a pantallas, a algo que ver; es el ejercicio de los dedos y de los músculos de los ojos, lo que se ha exacerbado al límite. Todo lo estamos buscando en la tele y el celular; ya no caminamos ya no corremos, ya no jugamos. Todo lo que antes hacíamos y veíamos en la calle, ahora lo vemos en pantalla y eso nos hace cada vez más sedentarios y vuelve de uso indebido, no solo huesos, articulaciones y músculos, sino todos los órganos incluyendo el cerebro, que en lugar de ser creador de un mundo hecho por nosotros y para nosotros, nos obliga a volvernos adictos a LO QUE VIENE DE AFUERA y este problema, como ya dije, se ha presentado en las últimas décadas en todos los grupos humanos.

 

Entonces tenemos una ecuación unánime:

Mala nutrición + sedentarismo = cambio de composición corporal
que significa obesidad.
Si –me dirán- ¡pero tenemos desnutrición y obesidad! Así es gran parte de la población es de desnutridos y otra de obesos. Los grupos desnutridos dejan experiencia negativa para el desarrollo y el bienestar de una nación.

Hablemos entonces de la desnutrición. Efectivamente, la desnutrición infantil es un problema de salud pública y también tenemos la obesidad infantil. La experiencia de trabajar con niños desnutridos es de una tristeza que rompe el alma, porque, aunque uno haga un esfuerzo enorme y recuperarlos, hay una huella de ella que quedará permanente en ese niño y que lo hará permanecer en mundo con falta de acceso a una calidad de vida; falta de acceso que se complementa con falta de acceso a servicios sanitarios, a servicios de salud, a servicios de educación, de trabajo, de finanzas, a toda falta.

Esos niños a la vez, viven con infecciones permanentemente y de poco ha servido, con los recursos que tiene el estado y las comunidades, enseñarlos a utilizar mejor los cambios alimentarios, sus combinaciones, su consumo, para modificar esos patrones de incidencia y prevalencia de la desnutrición. Sí bien existen muchas estrategias para darles oportunidades a mejores condiciones de vida el niño desnutrido, con ello tiene un presente mucho más provechoso y útil, pero la secuela de esa desnutrición, veda todo un espacio para un futuro como el que debería de tener un niño.

Al hablar de desnutrición, este estado no solo puede atribuirse a calorías y proteínas. Hay otro tipo que quizá sea el más común y que en el lenguaje coloquial de los médicos y nutriólogos se llama “desnutrición oculta”, es la anemia, que afecta a uno de cuatro niños. Y se ha visto que esa afección tiene dos inconvenientes para el desarrollo infantil: limitaciones de su pensamiento lógico (será que eso es una de las causas que punteamos internacionalmente bajos en habilidad matemática y verbal) y limitaciones en creatividad: niños cansados, que constantemente se quejan de sueño. Al ponerlos en programas de suplementación de este nutriente, mejoran esas capacidades (Hay que tener muy en claro, que un complemento alimenticio se trata de un compuesto para ayudar a reforzar los niveles de nutrientes. Puedan ser que su falta sea debida a la dieta diaria. Mientras que un suplemento es aquel que puede lograr sustituir alguna deficiencia dietética). En el caso de adultos, es la mujer la que más padece anemia y deficiencia de hierro (probablemente una de cada tres) y más en el embarazo, con consecuencias sobre ella y su bebé. Y al igual que con el hierro la deficiencia de otros nutrientes y vitaminas suele verse en la niñez y en la mujer en edad fértil.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anterior‘Canelo’ Álvarez volverá a pelear en su país tras 12 años
Artículo siguienteSAT: Identificamos personas con ingresos no acordes a los patrimonios reportados