SAN JUAN (AP) — Padres en todo Puerto Rico se pusieron de rodillas el miércoles para ajustar las mascarillas y mochilas de sus hijos después de que las escuelas públicas de la isla reabrieran por primera vez en casi un año a pesar de la pandemia, y las autoridades reportaron baja asistencia en medio de temores por el COVID-19.
A los abrazos afuera del plantel les siguió una revisión de temperatura y unas gotas de desinfectante en algunas de las 96 de las 858 escuelas públicas del territorio estadounidense que recibieron la autorización para reanudar operaciones, ya que están ubicadas en municipios con bajos números de infecciones y cumplieron una serie de requerimientos del Departamento de Salud de Puerto Rico. Una de ellas fue la escuela primaria Ramón Marín Solá en Guaynabo, donde los padres revisaron las mascarillas de sus hijos antes de despedirse de ellos con un abrazo.
“No te la puedes tocar”, le dijo un hombre a su hijo, quien se estaba jalando la mascarilla.
“Me pica, me pica mucho”, respondió el niño al entrar a la escuela por primera vez como alumno de kínder.
Por ahora, solamente los alumnos de kindergarten, primero, segundo, tercero y 12do grado, además de estudiantes en educación especial, pueden regresar a las aulas. Acudirán a clases presenciales solamente dos veces a la semana y regresarán a casa antes del mediodía. Las cafeterías escolares seguirán cerradas, aunque está la opción de almuerzo para llevar.
La asistencia en persona no es obligatoria, y aún continúa la opción de clases remotas.
“Era importante volver a tener esta educación presencial, aunque sea poco a poco”, dijo el gobernador Pedro Pierluisi.
De los 100 estudiantes en la Ramón Marín Solá autorizados a regresar a las aulas, solamente volvieron unos 30, a pesar de la confirmación de los padres de 75 niños, dijeron funcionarios.
Entre ellos estaba el hijo de 6 años de Luzceli Rivera.
“Tenemos que aprender a vivir con eso”, dijo ella tras dejarle en la escuela, y añadió que no tenía reparos para hacerlo porque él tiene un maestro estricto.
Rivera y su esposo estuvieron infectados con el coronavirus, al igual que uno de sus tres hijos, pero no el que regresa a clases: “Él sabe que tiene que tener su mascarilla”.
Las escuelas que reabrieron el lunes estaban ubicadas en 50 de las 78 municipalidades del territorio, y se espera que las aperturas y cierres fluctúen en las próximas semanas dependiendo del número de casos del virus en comunidades específicas y si se reportan infecciones en una escuela.
Líderes sindicales y algunos padres y maestros han pedido al gobierno de Pierluisi esperar hasta agosto para reabrir las escuelas, apuntando que el territorio no ha registrado un declive considerable de infecciones.
Sheila Mercado, maestra de español en una escuela que no ha recibido la autorización para abrir nuevamente, siente que la reapertura ha sido apresurada.
“Han tenido un año completo para poner las escuelas en forma”, dijo. “Eventualmente uno va a tener que regresar al salón de clases, porque uno no va a estar así toda la vida… pero este plan es a la ligera”.
La isla de 3,2 millones de habitantes ha reportado más de 180.700 casos confirmados y posibles, y más de 2.000 muertes. Hasta el domingo, más de 607.000 personas habían sido vacunadas y casi 227.000 habían recibido ya la segunda dosis.