Francisco Sagasti, en el centro, se mantiene firme durante el Himno Nacional, luego de ser juramentado como el nuevo Presidente interino en el Congreso en Lima, Perú. Foto La Hora/AP/Rodrigo Abd.

Por FRANKLIN BRICEÑO y CHRISTINE ARMARIO
LIMA
Agencia AP

Francisco Sagasti juró ayer como Presidente interino de Perú, el tercer líder en nueve días, tras sucesivas protestas contra su antecesor que dejaron dos muertos y más de cien heridos.

Sagasti asumió luego de un minuto de silencio por los dos fallecidos. «En nombre del Estado les pido perdón», dijo y miró un grupo de deudos que estaban sentados en un palco de honor.

A pocas cuadras del Congreso, más de dos mil manifestantes pedían que los legisladores pierdan sus privilegios de inmunidad judicial y que se castigue a los culpables de las muertes de Jack Bryan Pintado Sánchez, de 22 años, y Jordan Inti Sotelo Camargo, de 24 años.

El Presidente reconoció que los políticos no han «sabido escuchar y responder a las legítimas aspiraciones» de los peruanos y a las demandas de igualdad de trato «para todos y para todas». También pidió reformular los estilos de realizar política dejando de lado los rencores.

Ofreció «neutralidad» en los próximos comicios presidenciales de abril de 2021 y un combate a la pandemia del nuevo coronavirus mediante vacunas en primer lugar para los más vulnerables. Aseguró que el manejo del presupuesto público será «responsable» y pidió a los empresarios comprometerse con la reactivación económica del país, cuyo panorama para el 2020 es sombrío. El Fondo Monetario Internacional afirma que el producto interno bruto caerá 14 puntos este año.

Sagasti añadió que impulsará un plan rápido para expandir internet, incluso en las zonas rurales, y así superar la actual cifra de 40% de presencia de este servicio en los hogares. Dijo también que apoyarán a la fiscalía en la lucha anticorrupción «venga de donde venga y esté donde esté» y que fortalecerá a la unidad de inteligencia financiera en su lucha contra el lavado de dinero.

Muchos peruanos esperaban que el nuevo mandatario se convierta en símbolo de la esperanza.

«En mis 63 años nunca he visto un buen presidente», dijo Víctor Mezzarina, que trabaja en el centro de Lima como cambista de dólares a la moneda nacional. «Espero que éste sea diferente.»

La reputación de Sagasti como conciliador lo convierte en una elección acertada por el momento, dijo Michael Shifter, quien conoce a Sagasti y es jefe del grupo de reflexión del Diálogo Interamericano. «Siempre ha tenido ideas para intentar construir puentes en Perú», recordó.

Perú está saliendo de su peor crisis política en dos décadas. La decisión del Congreso de derrocar al popular expresidente Martín Vizcarra la semana pasada provocó protestas generalizadas. El sucesor Manuel Merino, un político poco conocido y cultivador de arroz, duró apenas seis días, pero había esperanza de que Sagasti guiara a Perú de nuevo por el camino correcto.

El centrista de 76 años pasó las primeras horas, después de haber sido elegido el lunes como líder del Congreso, visitando los hospitales donde se recuperaban los manifestantes heridos y prometiendo hacer todo lo que estuviera a su alcance para restaurar la confianza en el gobierno.

Sagasti, ingeniero industrial de profesión, asumirá la Presidencia de Perú porque Merino no tenía vicepresidente, lo que lo convierte en el siguiente en la línea. Es un respetado académico cuyos trabajos incluyen un libro titulado «Democracia y buen gobierno». En 1996 fue uno de los rehenes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en la residencia del embajador japonés en Lima.

Una biografía en el sitio de internet de Sagasti dice que trabaja mientras escucha música clásica, ha estado casado tres veces y guarda un pedazo de cartón de una caja de agua mineral con las firmas de sus antiguos captores en una pared.

Sin embargo, para muchos peruanos es un relativo desconocido, uno más en la constante sucesión de presidentes que ha provocado frustración, confusión y ansiedad. El hombre que los peruanos eligieron en 2016 –Pedro Pablo Kuczynski– se suponía que estaría en el poder hasta 2021. No obstante, los escándalos de corrupción y los choques con el Congreso han llevado al poder a tres y con Sagasti serán cuatro los líderes que hayan dirigido el país antes que expire el mandato.

«Para mí son todos iguales», dijo Ernesto Minaya, un lustrabotas de 52 años. «No lo conozco.»

Sagasti votó en contra de la expulsión de Vizcarra, una medida que tal vez le permita un poco de apoyo de los manifestantes. A diferencia de Vizcarra, también tiene un partido que lo representa en el Congreso. Los analistas creen que el Parlamento buscará obstaculizar cualquier reforma importante, en particular para combatir la corrupción, pero le será más difícil destituirlo.

Los legisladores usaron una vaga cláusula del siglo XIX para destituir a Vizcarra por «incapacidad moral», acusándolo de aceptar sobornos hace años cuando era gobernador. Vizcarra niega las acusaciones. El Tribunal Constitucional está evaluando si el Congreso actuó legalmente. Su fallo no es retroactivo, pero podría tener influencia en el futuro.

Para muchos la crisis fue una muestra flagrante de por qué el sistema político de Perú necesita una reforma. El Congreso está lleno de pequeños partidos políticos fracturados. Muchos de los políticos tienen poca experiencia y cerca de la mitad están siendo investigados, pero también ejercen un enorme poder y pueden derrocar al presidente con una mayoría de dos tercios de los votos.

Los peruanos han perdido la confianza en los políticos en un país en el que todos los expresidentes vivos están siendo investigados o han sido acusados de corrupción

Al leer los titulares de la prensa sensacionalista el martes, Ana Lizardo, de 61 años, dijo que se sentía cautelosamente optimista en cuanto a que Sagasti podría ser una ruptura con el pasado.

«A mi edad he visto muchos presidentes y todos han sido corruptos», dijo. «Espero que él sea mejor». Francisco Sagasti gobernará ocho meses hasta el 28 de julio de 2021.

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