Valeria Artikhovskaya, quien fue fiscal de mesa en las elecciones de Bielorrusia, fotografiada durante una entrevista con la Associated Press en Minsk. Dijo que observó fraude y se negó a firmar la planilla con los resultados finales. Foto la hora: Sergei Grits/ap

Por OSTYA MANENKOV y DARIA LITVINOVA
MINSK, Bielorrusia
Agencia (AP)

Antes de que cerrasen los centros de votación el 9 de agosto en Bielorrusia, una mujer que trabajó en uno de ellos en Minsk dijo que se le había pedido que firmase planillas de resultados en blanco.

Otro fiscal de mesa que dijo que se estaban cometiendo irregularidades en el conteo de votos fue despedido en el acto.

En la pequeña ciudad de Vitbesk un fiscal firmó una planilla con resultados falsos a favor del presidente Alexander Lukashenko y posteriormente se sintió abrumado por la culpa.

En las tres semanas que pasaron desde las elecciones que dieron a Lukashenko una victoria abrumadora cientos de miles de personas han salido a las calles para denunciar un fraude electoral. Las manifestaciones y huelgas fueron reprimidas duramente por la policía con arrestos en masa, golpizas y cargos formales contra los organizadores.

La Associated Press entrevistó a fiscales de mesa que dijeron haber visto manipulación de votos o fueron presionados para falsificar los resultados a favor de Lukashenko. Las redes sociales se han hecho eco asimismo de irregularidades.

Para muchos en Bielorrusia, donde Lukashenko gobierna con puño de hierro desde 1994 y ha sido acusado en el pasado de cometer fraudes electorales, su victoria del mes pasado pareció altamente improbable.

Su principal rival, la exprofesora de inglés Sviatlana Tsikhanouskaya, atrajo multitudes a sus actos cuando se postuló en lugar de su esposo Sergei, un popular bloguero que fue detenido antes de las elecciones. Logró unir una oposición muy dividida y canalizar la creciente frustración de la gente con la marcha de la economía y la forma en que Lukashenko resta importancia a la pandemia del coronavirus.

La comisión electoral, sin embargo, declaró ganador a Lukashenko con el 80% de los votos, contra un 10% para Tsikhanouskaya.

La oposición esperaba algo por el estilo. En todas las elecciones realizadas desde que Lukashenko llegó al poder en 1994 hubo denuncias de fraude. Esta vez dice que preparó gente independiente para hacer de fiscal de mesa, alentó al personal de los centros de votación a que denunciase irregularidades y creó un portal en el que los votantes podían presentar fotos de sus papeletas para compararlas con los resultados oficiales.

Activistas que observaron la votación dijeron que habían recibido muchas quejas de irregularidades en al menos el 24% de los 5.767 distritos electorales, en los que contaron 471.000 votos para Tsikhanouskaya. Los resultados oficiales dieron 588.000 en todo el país a la candidata opositora.
Valeria Artikhovskaya, quien fue fiscal de mesa en un centro de votación de Minsk, dijo que todavía no conoce los resultados oficiales de su distrito porque nunca fueron difundidos.

Artikhovskaya declaró que se le pidió que firmase un documento con los resultados finales en blanco, antes de que se terminase de votar. Ella se negó y cuando comenzó el conteo observó que otros fiscales colocaban votos de otros candidatos entre los de Lukashenko.

«Les dije que no firmaría el documento porque había un fraude. ‘Déjenme que vuelva a contar estos votos’, les pedí y se negaron. No firmé nada y me fui», dijo la mujer de 30 años a la AP. «Tengo la conciencia tranquila».

Vadim Korzykov, quien trabajó en otro centro de votación de Minsk, dijo a la AP que ni siquiera tuvo la oportunidad de firmar el documento final porque fue echado luego de denunciar irregularidades.
Korzykov, un estudiante de 20 años, dijo que posteriormente otros fiscales le aseguraron que la cantidad de votos que recibió Tsikhanouskaya en ese distrito había sido cinco veces más alta que la de Lukashenko allí.

«Fue una farsa. No hay otra forma de describir lo que sucedió», dijo Korzykov en una entrevista telefónica.

Andrei Gnidenko, quien trabajó en un centro de votación de la pequeña ciudad de Vitebsk, al noreste del país, dijo que cedió a las presiones y firmó un documento con resultados falsos.
Gnidenko mostró una foto de la planilla con los resultados finales según la cual Tsikhanouskaya había recibido 156 votos y Lukashenko 480. Pero asegura que él y otros fiscales contabilizaron más de 250 votos para Tsikhanouskaya.

Cuando se pidió a todos que firmasen el documento con los resultados, era muy tarde y todos estaban fatigados. Afuera había gente que exigía ver los resultados. Gnidenko se sintió mal por ellos y firmó, algo de lo que ahora se arrepiente.

«Estuve deprimido varios días», comentó el joven de 29 años. «Decidí que, dado que traicioné al pueblo bielorruso al participar en este fraude y firmar, era mi deber decir la verdad», manifestó.

Una grabación de audio de otro centro de votación de Vitebsk difundida a través de YouTube revela que un funcionario instruyó a los fiscales de mesa que falsificasen los resultados para dar como ganador a Lukashenko.

Algunos fiscales confirmaron a medios locales la autenticidad de la grabación.
La Comisión Electoral ha rechazado pedidos de que se haga un recuento y Lukashenko se niega a repetir la votación.

Los resultados no fueron reconocidos por los cuatro candidatos que se ofrecieron como alternativas a Lukashenko. Tanto la Unión Europea como Estados Unidos dijeron que las elecciones no habían sido libres ni justas.

La Corte Suprema se negó a desconocer los resultados.

Maxim Znak, abogado y miembro de un Concejo de Coordinación creado por la oposición, dijo que el tribunal ni siquiera revisó las 26 carpetas con evidencia presentada por los aliados de Tsikhanouskaya.
«No investigaron esta evidencia, no revisaron nada, no llamaron un solo testigo. Solo dijeron que no era posible», dijo Znak.

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