Río de Janeiro,
Agencia dpa

Brasil entre la ultraderecha y la izquierda de Lula da Silva: millones de brasileños eligen hoy un nuevo jefe de Estado en la segunda vuelta de una crucial elección presidencial, en la que el populista de derecha Jair Bolsonaro parte como favorito frente al izquierdista Fernando Haddad.

Los centros electorales abrieron a las 8:00 locales (11:00 GMT) y cerrarán a las 17:00 horas (20:00 GMT). Los comicios son vistos como los más inciertos tras el final de la dictadura en 1985 en el gigante sudamericano, debido al auge del populismo de ultraderecha.

Bolsonaro, un polémico ex militar de 63 años, tiene entre el 55 y 54 por ciento de los apoyos en las últimas encuestas, impulsado por el voto de protesta de millones de brasileños hastiados de los escándalos de corrupción, la crisis económica y la ola de violencia que castiga en los últimos años a la mayor economía latinoamericana.

Haddad, heredero del popular ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), alcanzaba por su parte entre el 45 y 46 por ciento de las preferencias en los últimos sondeos de las encuestadoras Datafolha e Ibope, respectivamente, publicados horas antes del comienzo de la votación.

Más de 147 millones de brasileños están llamados a votar en la elección más grande de América Latina y la segunda mayor del continente americano.

Bolsonaro, calificado a menudo como el «Donald Trump brasileño» por su agresivo discurso contra las instituciones, es polémico por sus comentarios extremistas, sus elogios de la dictadura militar (1964-1985) y sus insultos a mujeres, negros y homosexuales.

«Mañana será el día de nuestra segunda independencia», señaló el candidato del hasta ahora pequeño Partido Social Liberal (PSL) el sábado en Twitter.

«Vamos a derrotar al partido de los mayores escándalos de corrupción de la historia», añadió en referencia al Partido de los Trabajadores (PT) de Haddad y de Lula, que gobernó Brasil entre 2003 y 2016.

Bolsonaro, aún convaleciente tras una cuchillada que sufrió en el abdomen a comienzos de septiembre durante un acto proselitista, votó por la mañana en Río de Janeiro, en medio de un fuerte despliegue de seguridad.

Haddad, por su parte, se mostró confiado en que «una energía de última hora» lo lleve al triunfo electoral después de que su candidatura recortara en los últimos días la amplia ventaja de Bolsonaro en las encuestas.

«La democracia está en juego», consideró al emitir su voto en Sao Paulo, en referencia al discurso con tono autoritario de su rival, que en el PT caracterizan como antidemocrático.

Brasil, un país de 209 millones de habitantes, está sumido en una fuerte crisis institucional por los casos de corrupción destapados sobre todo por el caso «Lava Jato» («Lavado de autos»), dado a conocer en 2014, que salpica a gran parte de la clase política.

A ello se suman los efectos de una dura recesión, que condujo a una contracción de -7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) entre 2015 y 2016, y una ola de violencia e inseguridad.

Pese a que es diputado desde 1991, Bolsonaro consiguió presentarse como el candidato «antisistema» que representa la renovación. Sus propuestas centrales son armar a la población para combatir el crimen y acabar con las viejas tramas corruptas.

Bolsonaro se quedó cerca de ganar en primera vuelta el 7 de octubre, cuando obtuvo el 46 por ciento de los votos.

Impulsado por el auge ultraconservador, el PSL, que había obtenido sólo un escaño en 2014, fue uno de los ganadores de las elecciones legislativas celebradas el día de la primera ronda, y tendrá la segunda mayor bancada en el próximo Congreso con 52 diputados, sólo por detrás del PT (56).

La tradicional fragmentación del Parlamento brasileño, sin embargo, forzaría a Bolsonaro o a Haddad a buscar alianzas entre la treintena de partidos presentes en el Legislativo (513 diputados).

Además de la segunda vuelta de las presidenciales, Brasil celebra hoy votaciones en 13 estados y en la capital, Brasilia, para elegir a los gobernadores en segunda vuelta.

El próximo presidente y las nuevas autoridades asumirán el cargo el 1 de enero para un periodo de cuatro años (2019-2022).

Rabia, decepción y deseos de cambio

Muchos electores apuntaron a los casos de corrupción como motivación para su voto. «Bolsonaro es la mejor opción para sacar del poder a los que tanto dinero público robaron para fines propios», explicó hoy a dpa Ricardo Soares, de 55 años, frente a la casa del candidato en el exclusivo barrio de Barra de Tijuca, en Río de Janeiro.

Kelly Barreto, que también se sumó a las celebraciones anticipadas en el mismo lugar, manifestó: «Dicen que Bolsonaro es racista, que es homofóbico, pero es todo mentira. Él es el único preparado para cambiar el país».

Otros, en cambio, caracterizaron al ultraderechista como a una amenaza para la democracia y por eso, eligieron a Haddad.

A la salida de un centro electoral en la ciudad de Niterói, estado de Río, una mujer llamada Marisa explicó: «Voté a Haddad porque Bolsonaro me asusta con su fascismo, con las cosas que dice contra las minorías, los gays, los negros, todo lo que luchamos tanto para conseguir y que él está en contra».

«Lo gracioso es que muchos de sus electores dicen ‘no, pero él no va a hacer eso’: es decir, votan a su candidato porque no lo creen. Yo sí creo en él, y por eso no lo voto», añadió.

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