Por CHRISTINE ARMARIO y JOSHUA GOODMAN
BOGOTÁ
Agencia (AP)

Las elecciones presidenciales de Colombia se encaminan hacia un divisivo balotaje entre dos contrarios ideológicos: el conservador que ganó los comicios de ayer adoptó una posición contraria al acuerdo de paz, mientras que su rival se comprometió a defender a los pobres y excluidos.

El exsenador Iván Duque obtuvo casi el 39% de los votos, pero quedó lejos del umbral del 50% que habría evitado la segunda ronda, que se celebrará en tres semanas. El exguerrillero Gustavo Petro recibió el 25% de los apoyos superando al exalcalde de Medellín Sergio Fajardo, quien podría terminar siendo clave en la elección luego de una sorprendente subida.

El enfrentamiento entre Duque y Petro podría tener implicaciones más amplias para el acuerdo de paz que puso fin a más de cinco décadas de conflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que dejaron al menos 250 mil muertos, 60 mil desaparecidos y más de siete millones de desplazados.

Duque promete modificar el divisivo pacto para garantizar que el narcotráfico no sea un delito impune y que los líderes guerrilleros que no han hecho reparaciones a las víctimas no puedan acceder a un cargo público. El acuerdo actual permite que los antiguos combatientes que confesaron sus crímenes eviten la cárcel y puedan formar parte de la vida política.

“No queremos hacer trizas los acuerdos”, señaló Duque en su discurso como vencedor de la primera vuelta. “Lo que queremos es dejar claro que la Colombia de paz es la Colombia donde la paz se encuentra con la justicia”.

La campaña desató temores tanto en la derecha como en la izquierda del arco político, con los críticos de Duque advirtiendo que su presidencia sería equivalente a un tercer mandato de Uribe, algo prohibido por la Constitución. Aunque es muy popular entre los colombianos por mejorar la seguridad y debilitar a los grupos armados ilegales, durante los años de Uribe en el poder, el ejército cometió serias violaciones de los derechos humanos.

Por su parte, Petro y su populista “Colombia Humana” han sido comparados por los críticos con el fallecido líder socialista venezolano Hugo Chávez, de quien el candidato era admirador. El exalcalde de Bogotá llevó a Chávez a Colombia en 1994 poco después de su salida de prisión, donde entró por planear un golpe militar.

Petro se presentó como un “fuerte adversario” del actual presidente del país vecino, Nicolás Maduro, pero su relación con Chávez lo ha perseguido durante la campaña. Su equipo calificó las comparaciones de tácticas del miedo por parte de una clase política tradicional que ya no puede recabar votos basándose en su oposición a los rebeldes de izquierdas.

El combativo aspirante presidencial apoya el acuerdo de paz y ha congregado a los votantes jóvenes enojados por la arraigada corrupción y la desigualdad. En cuanto a ingresos, Colombia tiene uno de los niveles de desigualdad más altos de la región, solo por detrás de Haití, según un estudio. Petro propone liberar al país de la dependencia de las exportaciones de petróleo y elevar los impuestos sobre tierras no productivas para impulsar la producción agraria y sacar a millones de personas de la pobreza.

Sus críticos advirtieron que su ascenso podría hacer virar peligrosamente a Colombia hacia la izquierda y sacudir los mercados en una nación tradicionalmente conservadora.

En un discurso ante cientos de seguidores el domingo en la noche, Petro dijo que el miedo a que convierta a Colombia en un estado autoritario donde se redistribuya la riqueza es infundado. Sus propuestas equivalen a una “democratización” de oportunidades para que más colombianos puedan beneficiarse de la educación y unirse a la clase media, agregó.

«Nuestros casi cinco millones de votos hoy son los votos de una juventud, son los votos de sectores excluidos a lo largo y ancho de Colombia que han decidido irrumpir y decir aquí estamos presentes”, señaló entre vítores y aplausos.

Sus partidarios ondearon banderas con la hoz y el martillo característicos de la Unión Soviética y con el logo del desmantelado grupo rebelde M-19 al que Petro perteneció en su juventud.

Edilia Pinzón, de 55 años, estaba entre los seguidores de Petro.

«Estamos haciendo historia», dijo Pinzón, una vendedora callejera. «Los que han llegado no han cumplido con las promesas, especialmente para nosotros, los de escasos recursos”.

Más de 19 millones de personas acudieron a las urnas en las elecciones con mayor participación en dos décadas.

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