Washington
DPA

Barack Obama ha pasado todas sus vacaciones estivales como presidente de Estados Unidos en Martha’s Vineyard, la pequeña isla de Massachusetts situada frente a las costas de Nueva Inglaterra en la que, sobre todo, se dedica a jugar al golf.

Desde que llegó a la Casa Blanca en 2009, sólo en una ocasión faltó a su cita de verano con la exclusiva isla de playas salvajes y casas victorianas. Fue en 2012, cuando decidió concentrarse en la campaña para su reelección y dejó el descanso estival en segundo plano.

Cuando Obama pisa «The Vineyard» (El viñedo), como la gente local llama al lugar, la isla se convierte en una especie de sede no oficial del Gobierno de Estados Unidos, con la consiguiente atención de los medios norteamericanos. Algunos envían allí a sus corresponsales en Washington para hacer guardia.

Y es que, como en alguna ocasión ha dicho la Casa Blanca, nunca el Presidente de Estados Unidos se va al cien por cien de vacaciones.

Vaya donde vaya, Obama está pendiente de lo que ocurre en el país y en el mundo. También cuando descansa frente a la costa de Nueva Inglaterra, dedicado durante horas al golf. El verano pasado, entre sus compañeros estuvo el jugador de la NBA Stephen Curry y el cómico Larry David.

Un año más, ha llegado el momento. Obama, su mujer, Michelle, y sus dos hijas aterrizan este sábado en Martha’s Vineyard, y dejan atrás Washington, una ciudad que las altas temperaturas y la humedad del río Potomac convierten cada verano en un infierno de asfalto.

«El domingo 21 de agosto regresarán a Washington DC», confirmó hace poco un portavoz de la Casa Blanca.

Quince días de descanso en los que, como siempre, no hay actividades públicas planeadas. Pero no por ello son unas vacaciones estivales más: son las últimas de Obama como presidente y arrancan a menos de 70 días de unas elecciones cruciales para el futuro del país, que el 8 de noviembre enfrentan a Hillary Clinton y Donald Trump. En enero de 2017, uno de ellos tomará el relevo en la Casa Blanca.

Las vacaciones de Obama en Martha’s Vineyard no siempre han sido tranquilas. En el verano de 2014 las interrumpió tras la decapitación del periodista estadounidense James Foley a manos del Estado Islámico (EI) y las protestas en Ferguson (Missouri) después de la muerte del afroamericano Michael Brown a manos de un policía blanco.

A la isla, el Presidente llega por aire: suele despegar de Washington en el Air Force One, aterriza en la península de Cape Cod y desde allí prosigue viaje en helicóptero al lugar en el que Steven Spielberg rodó en 1974 «Tiburón».

La Casa Blanca no ha dicho dónde se alojarán este año los Obama, pero la prensa estadounidense recuerda estos días que los dos anteriores alquilaron una exclusiva casa con siete dormitorios y nueve cuartos de baño en la que disfrutaron de una cancha de baloncesto y una de esas piscinas infinitas en las que la ilusión óptica hace que parezca que el agua se extiende hasta el horizonte.

Antes que Obama, en Martha’s Vineyard veraneó también el entonces presidente demócrata Bill Clinton: lo hizo en seis ocasiones, mientras que en las otras dos se fue a un rancho de Jackson Hole, en Wyoming. Habrá que ver dónde decide veranear su mujer el próximo verano si en noviembre vence al republicano Trump en las urnas. O el lugar que elige el polémico multimillonario si es el que se impone.

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