Bruselas
DPA

Los ataques terroristas que mataron al menos a 31 personas han dejado a Bruselas sumida en una confusión y pesadumbre de la que intenta recuperarse lentamente, devolviendo la vida a algunos de los lugares más transitados de la ciudad, como su estación central de trenes.

Allí, un policía pide a los viajeros que se abran la chaqueta para ver qué hay debajo. Los equipajes son revisados minuciosamente por agentes uniformados de camuflaje y fuertemente armados.

El procedimiento en la estación central es engorroso y lento, pero también es el primer paso para recuperar la normalidad en el día a día de la estación bruselense.

Para muchos, sin embargo, es agobiante. Las personas se aglomeran porque tienen que cruzar un puesto de control a través de una puerta del edificio cuya amplitud brilla por su ausencia.

Apenas algo más de 24 horas después del atentado en el aeropuerto de la capital de Bélgica, la sensación entre los viajeros es desagradable. «Se quiere salir pronto de aquí», afirma Manuel, que se dirige a su lugar de trabajo. Pero esa sensación es precisamente la que quieren provocar los terroristas.

Un día después del atentado, las banderas están a media asta y las sirenas policiales continúan resonando. En la plaza de la Bolsa, donde se han concentrado numerosos homenajes, la lluvia nocturna apagó el mar de velas colocado en honor a los fallecidos.

Los bruselenses que pasan por la plaza vuelven a encender las velas. Una mujer afirma que ha pasado casi toda la noche allí.

Todo aquel que paseé por la ciudad podrá observar cómo la vida va volviendo a la normalidad, que saltó por los aires de forma abrupta apenas 24 horas antes.

A primera hora del día, los corredores habituales ya rondan el Parque del Cincuentenario, situado en el barrio europeo de Bruselas. A pocos metros, se vuelve a escuchar el sonido del tráfico propio de la hora punta en Bruselas. La única diferencia apreciable es que el sonido de las bocinas es algo más discreto que de costumbre.

Numerosos empresarios tratan hoy de volver a la normalidad reabriendo sus comercios tras el «estado de excepción» declarado el martes. «Uno trata de volver a la normalidad», afirma la portavoz de la asociación de minoristas Comeos. Ikea, por su parte, prefirió mantener cerrados sus dos centros en Bruselas.

Las instituciones europeas también intentan recuperar un ritmo normal. Según anunció la Comisión Europea, sus trabajadores tienen hoy permiso para trabajar desde casa. Los primeros informes afirman que hay numerosos miembros de las instituciones europeas entre los heridos.

La estación de metro de Maelbeek se encuentra situada a escasos 500 metros del «corazón» de Europa. «Media hora antes yo estaba en ese metro», recuerda una diplomática de la UE que aún no se ha recuperado del impacto.

Durante el día de hoy, la estación aún continúa acordonada por la policía y los militares. El tráfico ferroviario continúa siendo irregular.

Entre los diplomáticos y funcionarios de la UE hay una máxima: «El trabajo debe continuar». «Estoy muy, muy triste. Pero la vida sigue», lo resumen un trabajador.


FISCALÍA: 31 MUERTOS Y 270 HERIDOS EN LOS ATENTADOS

En los atentados de ayer en Bruselas murieron 31 personas y resultaron heridas 270, según las informaciones oficiales que se tienen hasta el momento, explicó hoy el fiscal general belga, Frédéric Van Leeuw.

Según el director general del Centro Nacional de Crisis, Alain Lefèvre, todavía no hay un balance definitivo de víctimas de los ataques al aeropuerto y el metro de Bruselas.

En un primer momento se había hablado de 34 víctimas mortales y 230 heridos.

La ministra de Sanidad belga, Maggie De Block, ya había hablado por la mañana de «alrededor de 31» fallecidos y 260 heridos. El número citado por De Block en la radio se corresponde con las personas cuya muerte fue claramente constatada, informaron sus colaboradores. «La cifra todavía puede aumentar», agregaron.

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