Charleston
Agencia dpa

Bernie Sanders no pudo evitarlo. Media hora después del comienzo del trascendental y último debate de ayer entre los candidatos demócratas para las primarias en Iowa y New Hampshire habló sobre el vuelco en los sondeos.

El Senador de Vermont comenzó explicando que Hillary Clinton sabía perfectamente que tenía una ventaja de 50 puntos cuando comenzó la campaña de ambos candidatos. «¿Y qué? En Iowa o New Hampshire la carrera está igualada. Es posible incluso que en New Hampshire nos encontremos en cabeza», afirmó.

La ex Secretaria de Estado y ex primera dama Hillary Clinton, rompió a reír, aunque después apretó los labios.

Sanders cambió el tono habitual. Pareció más arrogante, más en la línea de los debates republicanos. Hasta ahora, los debates televisivos de los demócratas habían transcurrido con tranquilidad y guante blanco, muy en contraste con los crispados debates entre candidatos republicanos.

En esta ocasión sin embargo, se trataba de los últimos metros de la carrera antes de las primeras primarias del partido en Iowa y New Hampshire a principios de febrero.

El debate de ayer fue la culminación de una semana en la que ambos candidatos dejaron de lado el juego limpio y comenzaron a criticarse mutuamente por su falta de credibilidad.

Hasta la hija de Clinton, Chelsea, atacó al rival de su madre durante un mitin resultó, lo que resultó absurdo en la campaña. Por su parte, Sanders, de 74 años, hizo referencia en un spot a su rival, aunque sin mencionarlo directamente, afirmando que tenía un enfoque muy laxo hacia Wall Street.

El «New York Times» afirmó el fin de semana que el equipo de campaña de Clinton subestimó a Sanders. Por ello, ella nunca se vio en la necesidad de atacarlo, ya que, si no hay rival, no hay lucha.

Clinton tiene a los principales donantes de su lado, tiene respaldo financiero. Sanders, por su parte, es un izquierdista considerado durante mucho tiempo un verso suelto que no tiene posibilidades.

Sin embargo, el candidato está muy bien valorado, sobre todo entre las generaciones jóvenes. Dos encuestas realizadas en Iowa a poco de la celebración de las primarias sorprendieron por el vuelco vaticinado: Una predice una carrera «muy igualada» entre ambos, y la otra vaticina una ventaja del Senador de Vermont sobre Clinton.

Durante el debate, eso si, se vio acorralado en un par de ocasiones. Gritó, su voz se quebró en determinados momentos, interrumpió a la moderadora y gesticuló violentamente.

Clinton no pudo contener una sonrisa de suficiencia. La candidata, de 68 años, actuó durante esos momentos de forma alegre, superior, y se presentó como la candidata que quiere continuar lo comenzado por Barak Obama.

Uno de los puntos álgidos del debate fueron las armas, momento en el que Clinton afirmó que Sanders votó en dos ocasiones a favor de una ley que protegiera a los vendedores de armas frente a demandas, algo que la candidata demócrata lleva varios días de campaña repitiendo. El Senador la acusó de tener un tono desleal.

La que fuera primera dama durante el mandato de su marido, Bill Clinton, se mantiene en la línea de Barack Obama en lo que a las armas se refiere. El actual presidente firmó hace poco un paquete de medidas que incluían controles más estrictos y enmiendas técnicas para asegurar reglas más concretas para las armas.

En ese campo, la candidata cuenta para la campaña con un apoyo simbólico muy relevante. Hace solo unos días, la ex congresista Gabrielle Giffords, que resultó gravemente herida durante un atentado hace cinco años, mostró su apoyo a la ex primera dama.

El tema de la atención sanitaria fue otro de los momentos cumbre del enfrentamiento. Clinton repitió en varias ocasiones que Sanders pretende desmantelar el conocido como «Obamacare», el programa que permite que millones de ciudadanos puedan permitirse un seguro de salud. Esta afirmación no es del todo acertada, ya que Sanders va mas allá proponiendo un seguro médico general.

El Senador publicó los datos de ese plan por primera vez el domingo, poco antes del debate. La candidata supo aprovechar eso a su favor cuando le preguntó qué visión quería, ¿la que ya había llevado en nueve ocasiones al Conbreso o el plan que acababa de publicar?

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