Por CARLOS VALDEZ
LA PAZ, Bolivia Agencia AP

El presidente de Bolivia, Evo Morales, es un gran seguidor del papa Francisco y dijo que no podría estar más feliz de que ambos estén de acuerdo en que el capitalismo fomenta la desigualdad social y deja a los pobres atrás.

Pero hasta que Francisco fue elegido como Papa en 2013 —e incluso ahora, aunque en menor grado— su gobierno ha tenido una accidentada relación con la Iglesia católica.

En cuanto Morales asumió el cargo en 2006, la Biblia y la cruz fueron retiradas del palacio presidencial. Una nueva constitución en 2009 hizo del país, de mayoría católica, un estado secular. Y en las ceremonias oficiales del estado, los ritos andinos sustituyeron a los católicos.

Todo ello plantea el escenario para un interesante vaivén diplomático, para la visita oficial de Francisco en la capital de Bolivia. Morales lo recibió en el aeropuerto y después le acompañará a un encuentro con autoridades y diplomáticos locales.

La directora regional de CAFOD, la agencia humanitaria católica inglesa, Clare Dixon, señaló que la actitud combativa de Morales contra la Iglesia, a la que ve como un desafío a su autoridad, ha creado algunos retos. Además, señaló, la Iglesia cuestiona algunas de las decisiones tomadas por Bolivia en materia de desarrollo.

Morales, un nativo aimara conocido por su retórica antiimperialista y por expulsar al embajador estadounidense y a la agencia antidroga de Estados Unidos (DEA), llegó al poder defendiendo a los 36 grupos indígenas de Bolivia y consagrando sus derechos en la constitución.

Sin embargo, ha sembrado malestar entre los nativos de las tierras bajas al fomentar una autopista que cruza una reserva natural y autorizar explotaciones de gas y petróleo en zonas salvajes. Elogiado por los ecologistas en el extranjero por sus reclamaciones de que los países ricos más por combatir el calentamiento global, en su país recibe críticas, también de activistas en la Iglesia, que le acusan de anteponer la extracción de gas y petróleo a mantener el agua y los bosques limpios.

Mario Gutiérrez, un especialista medioambiental en Bolivia que trabaja con la organización benéfica católica Cáritas, señaló que el gobierno de Morales envenena a comunidades indígenas y deforesta hábitats importantes para estas poblaciones. La Iglesia, señaló, está preocupada.

Abundan las fuentes de conflicto entre el presidente y la Iglesia.

Morales considera a la Iglesia católica como un poderoso vestigio de la servidumbre de la era colonial, de la que los indígenas —más del 60% de la población boliviana— aún tratan de recuperarse.

El gobierno hizo obligatoria la enseñanza de otras religiones en las escuelas además del catolicismo, que profesan casi cuatro de cada cinco bolivianos. Pero perdió una sonada disputa cuando intentó prohibir la educación católica obligatoria en el 15% de escuelas gestionadas por la Iglesia.

En plena polémica, Morales acusó al cardenal Julio Terrazas, entonces presidente de la conferencia episcopal de Bolivia, de estar de acuerdo con la oposición y le despojó de su pasaporte diplomático.

Ahora, todas las ceremonias oficiales en el país se ven precedidas de rituales en honor de la diosa madre tierra andina, Pachamama.

Eso no sienta bien en la jerarquía eclesiástica boliviana, que en una cara pastoral enviada en 2012 describía como «un error y una desviación» la existencia de textos escolares que se referían a Pachamama como una divinidad.

Morales se describe como católico y dice creer, como muchos indígenas andinos, que hay espacio de sobra para las creencias cristianas y tradicionales.

«Yo sigo convencido que los bolivianos tenemos doble religión, doble fe. Somos católicos pero igual hacemos nuestros ritos», señaló.

Morales nunca esconde lo que piensa. Cuando en 2010 se reunió con el predecesor de Francisco, Benedicto XVI, le entregó una carta sugiriendo la abolición del celibato de los clérigos y que se permitiera a las mujeres ordenarse como sacerdotes.

La actitud del presidente hacia el Vaticano cambió de forma radical cuando Francisco se convirtió en Papa. Ha visitado al Pontífice en dos ocasiones y le invitó a visitar Bolivia.

La semana pasada, Morales comentó en la inauguración de una escuela que Francisco y él están de acuerdo en muchos aspectos políticos, en lo social y en lo económico.


CAMBIO REPENTINO: Doble moral o reconciliación austera

A partir de la llegada de Evo Morales al gobierno, los símbolos de la Iglesia Católica como la Biblia y la Cruz fueron retirados del palacio de gobierno y del parlamento. En los actos de posesión de las nuevas autoridades políticas ya no se jura en nombre de Dios y de los santos evangelios, como se hacía antes. Ahora se jura en nombre de los “próceres de la liberación y de los héroes que dieron su vida por la patria”. Asimismo desde la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado, Bolivia es declarada como un Estado laico, independiente de cualquier religión y su función es garantizar la libertad del culto de sus ciudadanos.

La religión ya no es un asunto del Estado Plurinacional de Bolivia, sino de la sociedad. Entonces ¿por qué el gobierno se ha afanado tanto en la llegada del Papa Francisco? ¿Dónde queda la independencia del Estado frente a la religión Católica? ¿La visita del sumo pontífice a Bolivia qué beneficios podría traer al país?
Históricamente, la Iglesia Católica en Bolivia ha sido parte del poder político, por eso en la antigua Constitución Política del Estado vigente hasta 2009 se establecía como religión oficial a la Católica, apostólica y romana. Sin embargo con el gobierno de Evo Morales aparentemente hubo una ruptura y separación entre el Estado y la Iglesia.
El Presidente en varias ocasiones ponía en tela de juicio la legitimidad de la Iglesia, así por ejemplo en junio de 2009 decía que “la Iglesia Católica es un símbolo del colonialismo europeo y por lo tanto debe desaparecer de Bolivia”. En ese contexto comenzaba con la revalorización de las deidades indígenas, frecuentando realizar actos rituales y ofrendas a la Pachamama.
Pero este divorcio duró poco tiempo, ya que los actuales gobernantes han sentido la ausencia de la religión “hegemónica”, como un ente legitimador en el ejercicio del poder político, así como Hegel diría “la religión es el fundamento del Estado”. Por tanto, Evo Morales fue en busca de la reconciliación con los jerarcas de la Iglesia Católica, no le quedó otra que hincarse y besar la mano del Papa Francisco, para luego invitar su visita a Bolivia.
El Estado laico parece quedar en el olvido, el gobierno es más católico que nunca, admirador del Papa Francisco porque encuentra enormes coincidencias en temas de políticas sociales. En tal sentido, la Iglesia Católica ya no es “símbolo del colonialismo europeo”, sino símbolo de unión y paz entre los bolivianos.
La presencia del sumo pontífice en Bolivia, es considerada de “interés nacional”, por eso el gobierno mediante el Decreto Supremo Nº 2369 destinó Bs. 11.924.496 para cubrir los gastos de su recibimiento en La Paz y Santa Cruz. Quizá este monto podía haber servido para equipar algún centro de salud, pero la prioridad no es esa, sino la presencia del Obispo de Roma.
Todo hace pensar que el gobierno necesita reconciliarse con el poder espiritual para garantizar la reelección indefinida de Evo Morales en las próximas elecciones generales, ya que la mayoría de la población boliviana se considera como católicos. Además necesita lavar su imagen de autoritarismo y de corrupción, para mostrarse como un gobierno ético, digno de recibir el apoyo de la población boliviana. Pues todo vale con tal de reproducirse en el poder buscando créditos políticos.

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