La gente aguarda en fila para votar en una escuela en el barrio pobre de Nova Holanda, dentro del complejo da Mare en Rio de Janeiro, Brasil, el domingo 5 de octubre de 2014. Millones de brasileños acuden a las urnas el domingo para elegir presidente para los próximos cuatro años.(AP foto/Leo Correa)

Por ADRIANA GOMEZ LICON
SAO PAULO / Agencia AP

Mientras, una serie de eventos sacudieron el escenario político de Brasil y sacaron a relucir los deseos de cambios profundos en el rumbo económico a la vez que expusieron el miedo a sacrificar los logros sociales.

Rousseff, del Partido de los Trabajadores, realizó una remontada espectacular en las encuestas después de protagonizar una dura campaña contra su principal adversaria Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño. Hace menos de dos meses Silva era sólo la compañera de fórmula del candidato Eduardo Campos, quien falleció en un accidente de avión el 13 de agosto.

La contienda sufría de fatiga antes de arrancar hasta que Silva entró en escena. La campaña se intensificó y la exministra de Medio Ambiente subió en las encuestas antes de comenzar a caer en las últimas semanas. Después de aventajar a la presidenta por 10 puntos, ahora corre el riesgo de no poder llegar a la segunda vuelta prevista para el 26 de octubre si ninguno de los candidatos obtiene más de 50% de los votos.

En tanto Aécio Neves, candidato del partido de oposición más grande del país, el de la Social Democracia Brasileña, le pisa los talones a Silva tras subir en los últimos sondeos.

Los analistas la consideran la elección más impredecible desde que se instauró la democracia al fin de la dictadura militar en 1985. En las semanas rumbo a los comicios noticias contrastantes impactaron al país.

Después de ser sede del Mundial de fútbol en junio y julio, Brasil entró en una recesión técnica en agosto por el crecimiento negativo del Producto Interno Bruto. Pero al mismo tiempo números de organizaciones internacionales revelaron que el país redujo de manera significativa la pobreza extrema y salió prácticamente del mapamundi del hambre global de las Naciones Unidas.

Rousseff repitió varias veces en campaña que 42 millones de brasileños escalaron de la clase baja a la clase media desde que el Partido de los Trabajadores ha ocupado el poder, primero con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

«La gente en Brasil está contenta con lo que ha pasado en los últimos 12 años. Ahora piensan que pueden lograr mucho más y pueden mejorar mucho más rápido», dijo Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano. «Quieren proteger lo que ya tienen pero no quieren arriesgarse a perderlo todo», agregó.

Hace un año millones de brasileños salieron a las calles a manifestarse contra el gobierno en demostraciones que paralizaron varias ciudades por dos semanas. El descontento provenía de la clase media recién cimentada que exigía mejor salud, calidad en las escuelas y eficiencia en el transporte urbano.

Atender las demandas de ese sector insatisfecho es la tarea pendiente para quien sea el mandatario de la séptima potencia del mundo los próximos cuatro años.

El abogado Roberto Germanos contó a The Associated Press que participó en una de las manifestaciones que paralizaron Brasil en 2013 porque estaba en desacuerdo con el gasto del Mundial. «Participé en las protestas porque me parecía una oportunidad de protestar… contra la Copa, los gastos. Mucha gente no estaba contenta».

Germanos explicó que después de «tantos años con el PT (Partido de los Trabajadores) ahora queremos una opción diferente» y que por ello decidió votar por Neves porque «no es el ideal pero es el más consistente y coherente con sus ideas: mercado libre, gobierno más pequeño, menos impuestos, menos tasas».

Rousseff es la favorita en primera ronda y representa el statu quo. Silva es admirada por su paso por el Ministerio de Medio Ambiente, cuando redujo la deforestación del Amazonas a la mitad. Pero la recuperación de Neves en las encuestas en los últimos días anticipa una pelea reñida por el segundo lugar.

Una encuestadora mostró a Rousseff por encima de Silva con 48% frente a 41% de las preferencias en una eventual segunda vuelta, mientras que la firma Ibope reveló una diferencia de 43% y 36%, respectivamente. Sin embargo, un sondeo del sábado de Datafolha realizado sobre 18.116 entrevistas le dio a Rousseff una intención de voto de 44% para la primera vuelta seguida de Neves con 26% y Silva con 24%, estos dos últimos en un virtual empate técnico.

Maria Luisa Leite, una profesora de inglés, votó por Neves y en contra del Partido de los Trabajadores porque, según explicó a AP, «estoy cansada de ver tanta destrucción en el país. (Los oficialistas) se creen los dueños de Brasil. Hay mucha corrupción».

Silva ha sufrido una caída en las últimas semanas por una campaña dura en su contra en el horario estelar de televisión, donde la presidenta tiene cinco veces más tiempo para promocionarse por tener más aliados en el Congreso.

Malvina Trajber, una psicóloga de 83 años, dijo a AP que votó por Silva porque tuvo la oportunidad de conocerla de cerca cuando su hija trabajó con ella en el Ministerio de Medio Ambiente. «Ella es honesta, correcta, es muy buena. Ella hablaba de hacer un gobierno moderno. Desafortunadamente la atacaron mucho y no supo defenderse. No tiene esa facilidad, ese modo de agitarse porque ella es muy calmada», explicó.

Se espera que los resultados de la votación del domingo se conozcan en pocas horas gracias a la votación electrónica. Algunas urnas viajaron en barco durante días para llegar a los pueblos distantes de la selva del Amazonas, mientras que otras miles se esparcieron alrededor de la ciudad industrial de Sao Paulo, donde viven más de 20 millones de personas que representan 15% de todos los votos.

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