Por HAMZA HENDAWI
CAMPAMENTO DE JEBALIYA / Agencia AP

La muerte se está tornando en una rutina en Gaza y la mayoría de los palestinos reaccionan con sobriedad. Algunos ocultan su dolor detrás de su fe, convencidos de que los fallecidos son mártires de la lucha contra Israel e irán al cielo. Otros están demasiado preocupados con su propia supervivencia como para pensar en los muertos.

«Lo que le pasó a ellos podría sucedernos a nosotros», expresó Youssef al-Doqs, un vecino de los Najam de 22 años, mientras observaba seis rostros impávidos buscando entre los escombros de lo que fue alguna vez su casa de dos pisos en el campamento de refugiados de Jebaliya. «Yo, Youssef, no le temo a la muerte», aseguró, mientras fumaba un cigarrillo.

El lunes por la mañana en Shati, otro campamento de refugiados de la Ciudad de Gaza, un avión de guerra israelí bombardeó una vivienda. Varios niños, algunos de ocho o nueve años, ayudaron a buscar cadáveres o sobrevivientes entre los escombros, formando una cadena humana entre la casa y la calle. Se pasaban de uno a otro escombros para despejar el sitio.

Casi 1.900 palestinos murieron desde que Israel lanzó una campaña de ataques aéreos el 8 de julio en respuesta a semanas de ataques con cohetes disparados por Hamas y otros combatientes desde Gaza. En el bando israelí ha habido más de 60 muertos, mayormente soldados.

Los combatientes palestinos disparan sus armas hacia ciudades israelíes, tratando de alcanzar a civiles, mientras que Israel afirma que sus objetivos son sitios desde donde disparan cohetes y combatientes que se entremezclan con los civiles. Israel asegura que hace lo posible por evitar bajas entre los civiles y alerta sobre los sitios que atacará.

La mayoría de las bajas palestinas, no obstante, han sido civiles, incluidos unos 400 niños.

Israel no dio explicación alguna del ataque del domingo por la noche que mató a los siete miembros de la familia Najam, incluido un anciano de 90 años y dos niños. Fue el último de lo que las Naciones Unidas describe como decenas de ataques israelíes en los que mueren tres o más miembros de una familia. En varios casos fallecieron más de una docena.

El domingo por la noche ambulancias llevaron los cuerpos a la morgue del hospital Kamal Adwan en Beit Lahiya, cerca del campamento de Jebaliya.

Al día siguiente, algunos familiares y amigos esperaron pacientemente la entrega de los cuerpos para enterrarlos.

Fue una espera larga porque el gobierno quería mostrarle los cadáveres a los periodistas, parte de la guerra propagandística de Hamas.

Furiosos e impacientes, los parientes y amigos comenzaron a golpear una puerta de metal del patio junto a la morgue. Un empleado del hospital les pidió que conservasen la calma y que comprendiesen que era importante que el mundo supiese lo que Israel está haciendo con los palestinos.

Los primeros cuatro cadáveres que salieron de la morgue no eran los de los Najam, sino los de dos primos y dos niños muertos el domingo en un ataque con drones. Fueron cargados en una ambulancia, que se los llevó.

El principal cementerio de la ciudad de Gaza y del norte de Gaza se encuentra al este de Jebaliya, que ha sufrido grandes daños por los bombardeos israelíes. Dado que ya casi no hay lugar, se permite enterrar a los muertos entre las tumbas ya existentes o en otros cementerios más pequeños.

«Ir a los cementerios para los entierros es peligroso ahora», comentó Moufeed Kararnah, un policía apostado en la morgue. «A lo sumo diez personas van».

Minutos después aparecieron los cadáveres de los Najam, envueltos en velos blancos manchados de sangre y cargados en planchas de metal también ensangrentadas. Fueron depositados en un camión al grito de «Allahu Akbar», o «Dios es Grande».

El camión fue primero a una mezquita, para una plegaria especial para los muertos, y luego al cementerio de Beit Lahiya.

En la mezquita varios niños usaron una escalera para llevarse banderas verdes con la declaración de fe musulmana –según la cual hay un solo Dios y Mohamad es su profeta– y las usaron para envolver los cadáveres.

Ya en el cementerio, los cuerpos fueron enterrados apresuradamente en una extensión arenosa del sitio. Las fosas fueron cubiertas con pedazos de cemento con emblemas azules de la agencia de las Naciones Unidas que vela por los refugiados palestinos, la UNRWA.

Se arrojó arena encima y los miembros de la familia Najam pasaron a ser un recuerdo, como tantos otros muertos en la nueva ofensiva israelí. Encima de las tumbas se colocaron ladrillos que servirán para identificarlas y entre los ladrillos se pusieron cartones con los nombres de las personas.

_Medio18_1b«¿Qué podemos hacer si eso es lo que está escrito para nosotros?», preguntó solemnemente Oday Mohammed Salman, mientras observaba unas tumbas vecinas con flores frescas.

Salman, de 17 años, era amigo de dos de las personas enterradas allí, quienes murieron, según dijo, en un ataque con un «zananah», o drone en árabe. Contó que tomó clases de caligrafía con ellos en una escuela de Hamas.

«Cuando sea mayor», advirtió, «voy a unirme a los muyaidines».


Túneles, pieza clave

Una red de túneles que los palestinos han cavado desde Gaza hasta Israel es uno de los elementos centrales de la nueva guerra entre Hamas y el estado judío.

Los gobernantes de Gaza dicen que pueden inclinar la balanza a su favor, mientras que los militares israelíes los consideran una seria amenaza y su destrucción es uno de los principales objetivos de su invasión de Gaza.

Israel sabe de los túneles desde hace años, pero no ha encontrado una forma efectiva de clausurarlos. Ahora espera al menos reducir la amenaza con su intervención militar por tierra.

«Israel sabía que los túneles eran un problema, pero no asumió la gravedad del mismo», comentó Shlomo Brom, un general israelí retirado. «En cualquier momento, Hamas puede enviar decenas de cuadros por distintos túneles para atacar comunidades israelíes».

Gaza tiene dos grupos de túneles: los que llegan a Israel y los que llegan a Egipto.

Los pasajes subterráneos a Egipto son usados para burlar el bloqueo de Gaza que Egipto e Israel reforzaron tras la llegada de Hamas al poder en el 2007. Los túneles son vitales para la economía de la zona y son usados para transportar mercaderías, combustible e incluso ganado y automóviles.

También armas y dinero en efectivo de aliados en el exterior, sobre todo de Irán. Egipto destruyó casi todos los túneles que desembocaban en su territorio el año pasado, provocando una grave crisis económica en Gaza, donde Hamas cobraba impuestos a los bienes traídos de contrabando.

Hamas, por otro lado, amplió su red de túneles hacia Israel luego de una ofensiva terrestre israelí que terminó en enero del 2009.

Varios altos dirigentes de Hamas dijeron a la Associated Press que la expansión de la red fue parte de una nueva política militar adoptada tras el ataque del 2009, en la que incidió Jezbolá, que libra su propia guerra con Israel en el Líbano.

«Hay miles de combatientes de la resistencia que trabajan bajo tierra y miles que lo hacen sobre la tierra, preparándose para la próxima batalla», dijo este año Ismail Haniyeh, el máximo líder de Hamas en Gaza. «Nadie se imagina lo que está lista para hacer esta resistencia para enfrentar a los ocupantes».

Además de los túneles, Hamas también amplió su arsenal de proyectiles antitanque, que Jezbolá usó con mucho éxito contra los soldados israelíes en el Líbano en el 2006, según funcionarios que pidieron no ser identificados porque no estaban autorizados a hablar de temas militares con periodistas.

Hamas, por otro lado, también escondió muchos lanzadores de cohetes bajo tierra, haciendo que a Israel le resulte más difícil detectarlos y destruirlos. Desde que comenzó la última ronda de combates el 8 de julio, se han disparado más de 2.000 cohetes hacia Israel y los combatientes de Hamas han tratado de infiltrarse en Israel a través de los túneles.

Estas acciones hicieron que cobrase ímpetu la idea de destruir los túneles, algo que solo pueden hacer soldados por tierra. La imperiosa necesidad de destruir los túneles ayudó a generar respaldo a la invasión de Gaza en Israel, a pesar de la gran cantidad de muertes de palestinos.

Ya han fallecido más de 800 palestinos, tres cuartas partes de ellos civiles. Israel sufrió 34 bajas.

Israel dice que Hamas cavó decenas de túneles que se conectan entre sí y con fábricas de cohetes, instalaciones de mantenimiento, lanzadores de proyectiles y centros de comando. Sostiene que los túneles facilitan ataques a Israel y secuestros, una táctica a la que Hamas ha apelado en el pasado.

En el 2006, cuadros palestinos ingresaron a Israel a través de túneles, mataron a dos soldados y capturaron a un tercero, el sargento Gilad Schalit, a quien tuvieron cautivo cinco años, hasta que fue entregado a cambio de 1.000 prisioneros palestinos en el 2011.

Los soldados israelíes descubrieron 31 túneles en lo que va de la ofensiva, según los militares.

«Hamas cavó túneles debajo de hospitales, mezquitas, escuelas y viviendas para penetrar en nuestro territorio, secuestrar y matar israelíes. Enfrentado con esa amenaza terrorista, ningún país puede quedarse cruzado de brazos», declaró el primer ministro Benjamín Netanyahu al recibir esta semana al secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon.

Los militares israelíes han difundido videos de combatientes palestinos fuertemente armados, con lanzagranadas y armas automáticas, que se esconden entre los arbustos al ser divisados por vigías en territorio israelí.

A veces son obligados a esconderse nuevamente en los túneles o son abatidos. Algunos soldados israelíes fallecieron en las escaramuzas y ningún palestino llegó a las comunidades vecinas.

Las filmaciones fueron usadas para generar respaldo para la invasión, que es apoyada por la mayoría de los israelíes.

Algunos israelíes, no obstante, se preguntan cómo puede ser que Israel, que ha contrarrestado efectivamente la amenaza de los cohetes con su sistema de defensa Iron Dome, no ha podido frenar las infiltraciones.

Varios analistas dijeron que era de esperar una campaña para poner fin a la amenaza de los túneles.

«Hay que hacer algo», afirmó Atai Shelach, ex jefe de la unidad de ingenieros de combate del ejército israelí. «No es cuestión de dinero o de recursos. Sino de que se lo considere una prioridad nacional».


APOCALIPSIS

DPA

_Medio18_1cBajo la protección de la tregua de tres días, los habitantes del área rural de Khuzaa, en el sur de la Franja de Gaza, quedan consternados al regresar a sus casas. Enmudecidos, observan el panorama apocalíptico de un paisaje dominado por escombros. Prácticamente no ha quedado vivienda en pie: las bombas y granadas israelíes han arrasado prácticamente con todo.

La localidad se encuentra a solamente 500 metros de la frontera con Israel. Cuando comenzó la ofensiva terrestre el 17 de julio, la mayoría de sus 10 mil habitantes huyeron. Cuatro días después, Israel comenzó a bombardear sistemáticamente el lugar.

El 23 de julio se registraron intensos combates entre las tropas israelíes que avanzaban y milicianos palestinos, según relataron los medios israelíes. Algunos cientos de civiles que aún estaban en el territorio de combate se vieron atrapados.

Sobrevivientes que finalmente pudieron huir durante el tiroteo israelí acusan al Ejército de ese país de cometer crímenes contra la población civil. Entre ellos se cuenta Said Mohammed al Nayar, de 30 años.

«El 24 de julio alrededor de las seis de la mañana los israelíes nos instaron a salir de las casas y huir», da su testimonio. «Formamos un grupo y nos pusimos a caminar en dirección a la localidad vecina de Bani Suhaila. Entonces, los israelíes gritaron que nos detuviéramos y nombráramos a alguien que pudiera hablar en nuestro nombre».

Su padre de 60 años, Mohamed Ahmed al Nayar, se reportó, en su carácter de uno de los mayores del grupo. Pero posteriormente los soldados lo mataron a tiros, asegura Said al Nayar.

Según dice Said, desde la mañana del 24 de julio ya no hubo combates. Ninguno de los que huía portaba armas. Era imposible que ese grupo de personas desesperadas fuera tomado por una tropa militante, señala. Sin embargo, bajo las actuales circunstancias es imposible investigar su denuncia.

El portavoz del Ejército israelí Arye Shalicar no puede manifestarse sobre estas acusaciones concretas. «En general hicimos todo para evitar muertos y heridos entre los civiles», declara a dpa. Pero un gran problema para las fuerzas israelíes fue que los combatientes del grupo radical islámico Hamas se escondieron una y otra vez entre civiles y abusaron de ellos para sus objetivos, indica.

Mientras tanto, la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) documentó casos similares registrados entre el 23 y el 25 de julio en Khuzaa, en los que soldados israelíes dispararon contra civiles que huían.

Por ejemplo, la mañana del 23 de julio, un grupo de 100 palestinos que se había escondido en una casa fue conminado a salir de allí. Cuando el primero de ellos, Shahid al Nayar, salió con las manos en alto del edificio, un soldado israelí le disparó y lo hirió de gravedad en la mandíbula.

«Los ataques deliberados contra civiles que no participan en los enfrentamientos constituyen crímenes de guerra», señala el reporte de HRW sobre Khuzaa.

Este miércoles se seguían retirando cadáveres de los escombros. Los que regresaron estiman que en total podrían haber muerto unas 200 personas. Y los palestinos ponen en duda la necesidad militar de atacar sistemáticamente Khuzaa, matando a personas en las casas bombardeadas.

La mayoría de los habitantes de Khuzaa son campesinos que pertenecen al muy ramificado clan palestino Al Nayar. Cultivan verduras y cereales y muelen harina. Ahora están ante la nada misma: no solamente sus viviendas fueron destruidas por algo similar a un terremoto, sino que también sus campos y sus olivares fueron arrasados por los bulldozers del Ejército israelí.

El tío de Said, Ashraf al Nayar, también está completamente en la ruina. De su taller de reparación de camiones quedan solamente escombros. Delante de los restos de la casa vecina se encuentra sentada una mujer que se las arregla delante de un fuego. «Hornea pan», explica Ashraf al Nayar. «La vida debe continuar».

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