La autorización del papa Francisco a que los sacerdotes católicos bendigan a las parejas de personas del mismo sexo constituye en muchos sentidos un reconocimiento de lo que se hace en parroquias europeas desde hace años. Pero la decisión de Francisco de expresar oficialmente su aprobación podría enviar un mensaje de tolerancia a países donde los derechos gay están restringidos.
Desde Uganda hasta Estados Unidos, las leyes discriminatorias de los LGBTQ+ o que incluso penalizan la homosexualidad se han multiplicado en los últimos años, y estas comunidades se sienten atacadas. Los pastores de algunas confesiones cristianas conservadoras en general, y la Iglesia católica en particular, suelen apoyar esas medidas por considerarlas congruentes con el magisterio bíblico sobre la homosexualidad.
El Vaticano dice que los gays merecen ser tratados con dignidad y respeto, pero que los actos homosexuales son “intrínsecamente desordenados”. Francisco no ha modificado ese magisterio, pero en sus 10 años de pontificado ha tratado de demostrar una actitud más acogedora hacia los católicos LGBTQ+.
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La declaración emitida por la Santa Sede el lunes es un nuevo hito en la campaña de Francisco, al autorizar explícitamente a los sacerdotes a brindar bendiciones no sacramentales a las parejas. La condición es que estas bendiciones no deben parecerse al matrimonio, que según la iglesia solo puede ser entre un hombre y una mujer.
El padre Wolfgang Rothe, un sacerdote alemán que participó en oficios de bendición de parejas en mayo de 2021, dijo el martes que la aprobación válida lo que él y otros curas en Alemania hacen desde hace años. Pero dijo que les facilitará la vida a las parejas homosexuales en sociedades más conservadoras.
“En mi iglesia, estas bendiciones tienen lugar cada vez que alguien las necesita”, dijo Rothe por teléfono desde Munich.
Sin embargo, añadió que “en muchos países del mundo hay movimientos contrarios para mantener la homofobia en la iglesia. Para las parejas homosexuales que viven ahí, el documento les traerá un gran alivio”.
En Nigeria, las autoridades policiales en octubre realizaron arrestos en masa de personas gay, utilizando la ley que prohíbe relaciones entre personas del mismo sexo para atacar la comunidad LGBTQ+, según grupos defensores de los derechos humanos.
Más de 30 de los 54 países de África penalizan la homosexualidad bajo leyes que gozan de amplio apoyo popular, a pesar de que la constitución veda la discriminación y garantiza el derecho a la intimidad y la vida familiar.
Meses atrás, el presidente de Uganda sancionó una ley que prescribe la pena de muerte para la “homosexualidad agravada”, que definió como relaciones sexuales con personas infectadas con VIH, con menores y con otras categorías de personas vulnerables.
La ley sancionada por el presidente Yoweri Museveni no penaliza a quienes se identifican como LGBTQ+, como lo hacía un borrador anterior del proyecto. Los activistas LGBTQ+ dicen que la ley enmendada es innecesaria en un país donde la homosexualidad es ilegal bajo una ley de la era colonial que penaliza la actividad sexual “contra el orden de la naturaleza”.
La iglesia católica ugandesa no hizo declaraciones de inmediato sobre el documento del papa.
En Estados Unidos, la Campaña por los Derechos Humanos ha registrado un aumento “sin precedentes y peligroso” de leyes estatales discriminatorias, con la presentación en las legislaturas de más de 525 proyectos anti-LGBTQ+.
“Dado el clima homofóbico y transfóbico creado por muchos obispos en Estados Unidos, el común de las parejas del mismo sexo no se sentirá animada a presentarse a su obispo o cura local para pedir una bendición”, dijo Jamie L. Manson, lesbiana y presidenta de Catholics for Choice, una agrupación que aboga por una mayor inclusión de los LGBTQ+ en la iglesia.
“La declaración de hoy demuestra que este no es un problema del papa Francisco, sino de la jerarquía intermedia, provocado por décadas de estigma institucional arraigado y una campaña franca contra los LGBTQIA+ desde una jerarquía empantanada en las guerras culturales, desafiando a un papa que está moviendo a la iglesia en una dirección contraria, más inclusiva”, dijo Manson en un comunicado.
Desde su célebre declaración de 2013 “¿quién soy yo para juzgar?” acerca de un cura presuntamente gay, Francisco ha evolucionado en su posición para aclarar que “todos, todos, todos” son hijos de Dios, amados por Dios y bienvenidos en la iglesia.
En una entrevista en enero con The Associated Press, se le preguntó a Francisco acerca de los países que penalizan la homosexualidad y los actos homosexuales. Sabía, dijo, que unos 60 países tienen semejantes leyes en vigor.
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“Ser homosexual no es un crimen”, dijo en ese momento. Francisco reconoció que los obispos católicos en ciertas partes del mundo apoyan leyes que penalizan la homosexualidad o discriminan a los LGBTQ+, y dijo que esos prelados requieren un proceso de conversión.
Raúl Peña, vocero de Chrismhom, la principal agrupación católica LGBTQ+ de Madrid, dijo que hay países en África que aprueban leyes antigay. Pero añadió que hay ciertas diócesis conservadoras en zonas rurales de España que harían bien en escuchar el mensaje de Francisco.
“Si el cura de tu pueblo, en el sermón del domingo, todos los domingos menciona a los homosexuales como diablos, que todavía hay curas que lo hacen, ahora tienes al Papa, firma un documento diciendo que los homosexuales que viven en pareja pueden ser bendecidos”, dijo Peña. “Es el paso fundamental para las jerarquías y para las personas que están en lugares de difícil vida LGTB. Entonces desde ahí lo celebramos y lo hacemos muchísimo”.