TRUMP
El expresidente Donald Trump baja de su vehículo para abordar su avión en el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington luego de comparecer ante un tribunal que lo juzga por conspiración para revertir la elección de 2020, 3 de agosto de 2020. A su derecha, su valet Walt Nauta. Foto: Alex Brandon / AP.

Era la parte rutinaria de una audiencia ante un tribunal federal: se le dijo al acusado que no hablara del caso con testigos sin la presencia de los abogados.

Pero este caso no tiene nada de rutinario. El acusado es Donald Trump y la acusación es dirigir una conspiración para anular los resultados de la elección de 2020. El grupo de testigos es enorme e incluye a miembros del círculo íntimo del expresidente, participantes de su campaña de reelección; algunos están en su nómina. En casi todos sus discursos, repite sus mentiras sobre la elección, las que constituyen la base de la acusación en su contra.

El lenguaje habitual puede no servir en este caso, en que miles de estadounidenses podrían ser testigos y él mantiene contacto diario con personas que podrían estar implicadas”, dijo Laurie Levenson, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Loyola Marymount de Los Ángeles. “Todo es más complicado en este caso debido a que el acusado es quien es, lo que ha hecho y que quiere volver a ser presidente”.

El problema no tardó en surgir. El viernes, al día siguiente de la presentación formal de cargos más reciente, Trump proclamó en su red social Truth Social, en letras mayúsculas: “Si me persigues, yo te perseguiré”.

Los fiscales federales avisaron a la jueza. En un documento a la corte, pidieron una orden que limite la información confidencial que Trump y su equipo de abogados podían difundir públicamente.

En un discurso el viernes en la cena anual del Partido Republicano de Alabama, Trump se presentó como víctima de persecución política y dijo: “Quieren quitarme mi libertad porque yo jamás permitiré que les quiten a ustedes su libertad”.

En las próximas horas será el orador central en la 56ta Gala del Elefante de Plata del Partido Republicano de Carolina del Sur.

El grupo de testigos potenciales del caso es muy amplio. Las audiencias legislativas sobre la insurrección en el Capitolio del 6 de enero de 2021 podrían ser un anticipo: esas entrevistas abarcaron a más de 1.000 personas, entre ellas sus hijos Ivanka y Donald, otros familiares y sus asesores más íntimos.

De modo que, posiblemente, ya esté hablando del caso frente a testigos.

Cuando viajó a Washington el jueves para la audiencia de acusación, lo acompañaban sus colaboradores principales, como Jason Miller, un empleado de comunicaciones que tuvo participación en las audiencias legislativas del 6 de enero, y Boris Epshteyn, un asesor con participación en los intentos de anular la elección mediante electores falsos. Estas complicaciones reflejan un hecho muy real: la campaña de Trump y sus asuntos legales están entrelazados.

El mensaje legal es el mensaje político y el mensaje político es el mensaje legal”, dijo el vocero de la campaña de Trump, Steven Cheung, antes de la audiencia más reciente. “Es parte del combustible de nuestra campaña. Trump ha enfocado su campaña en gran medida en los problemas legales, y desde nuestro punto de vista, el mensaje es eficaz”.

Trump habla de la elección de 2020 en casi todos sus discursos: dice a sus partidarios que se presentó dos veces y ganó dos veces y promete volver a ganar. En sus discursos dedica largas parrafadas a los juicios que enfrenta y que trata de presentar como una politización de la justicia para perjudicar su candidatura.

Muchos de sus asesores íntimos son testigos en potencia. En su campaña para 2024 participan algunos, como Miller, que participaron en la de 2020, así como algunos dirigentes nuevos que no estuvieron implicados en sus intentos de anular los resultados.

El problema ya apareció cuando la justicia federal acusó a Trump de conservar ilegalmente documentos confidenciales en su finca de Mar-a-Lago y rechazar los pedidos del gobierno de que los entregara.

En ese caso, hubo un intercambio entre el juez y los abogados de Trump acerca de si podía hablar con el otro acusado, su valet Walt Nauta. El abogado de Trump, Todd Blanche, observó que Nauta y los testigos potenciales son personas con las que Trump interactúa diariamente, sea en su finca de Mar-a-Lago o en sus otros clubes.

El juez dijo que podía conversar con Nauta, pero no sobre el caso. Nauta acompañó a su patrón a Washington y le sostuvo el paraguas mientras el expresidente hablaba con la prensa antes de abordar el avión de regreso a Bedminster, Nueva Jersey.

El expresidente y actual favorito para obtener la candidatura republicana dijo en la pista que el caso era la “persecución” de un opositor político por el presidente Joe Biden.

Durante la audiencia en Washington, en la que se declaró inocente de conspiración para defraudar a Estados Unidos y otras tres acusaciones, aceptó no hablar sobre el caso con testigos sin la presencia de abogados y no intentar ejercer influencia sobre posibles jurados o testigos.

La magistrada federal Moxila Upadhyaya le dijo que cualquier incumplimiento podría significar la emisión de una orden de arresto. La lista oficial de testigos generalmente se presenta más cerca de la fecha del juicio, aunque los fiscales suelen indicar a los posibles candidatos con anterioridad.

El expresidente no se destaca por su moderación ni por abstenerse de hablar sobre temas vedados, Se lo ha acusado anteriormente de incumplir las órdenes de la corte, y el juez que preside el caso de pago de sobornos le ha dicho severamente que se abstenga de declaraciones que “puedan incitar a la violencia o el malestar civil”.

Los fiscales de Georgia investigan a Trump y sus aliados por sus intentos de revertir su derrota electoral en ese estado.

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