Ministro de Exteriores de China, Wang Yi (derecha), saluda a la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, en Guangzhou, en la provincia de Guangdong, en el sur de China. Foto La Hora: Deng Hua/Xinhua vía AP.

China dijo el martes que Estados Unidos, Gran Bretaña y otras potencias extranjeras intentan sabotear sus relaciones internacionales orquestando críticas en torno al viaje de la alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos al país.

Beijing ha frenado durante mucho tiempo la misión de investigación encabezada por Michelle Bachelet, que se centra en las denuncias de confinamiento masivo, trabajos forzados y medidas de control de natalidad obligatorias impuestas a los miembros de las minorías musulmanas uigur y kazaja, entre otras.

El vocero del Ministerio de Exteriores de China, Wang Wenbin, pasó a la ofensiva el martes y respondió a las críticas afirmando que «Estados Unidos, Gran Bretaña y otras naciones occidentales han montado repetidamente farsas políticas en torno a la visita a China de la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos».

«Primero han presionado abiertamente y han exigido con firmeza que la alta comisionada visite China y Xinjiang, y realizaron la llamada investigación con presunción de culpabilidad», dijo Wang durante su conferencia de prensa diaria. Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países «se lanzaron y no escatimaron en esfuerzos para perturbar y sabotear la visita, creando condiciones y obstáculos» para la misma, agregó.

Por otra parte, el ministro de Exteriores de China, Wang Yi, recibió a Bachelet en la ciudad sureña de Guangzhou y le transmitió que Beijing se opone a la «politización» de los derechos humanos y a la imposición de un doble rasero, apuntó el Ministerio de Exteriores. Es el primer viaje a China de un alto comisionado de la ONU para los derechos humanos desde 2005.

Su visita se centra en las denuncias de abusos contra las minorías musulmanas en la región noroccidental de Xinjiang, pero los grupos de derechos temen que su visita ayude a blanquear los abusos.

Se estima que China encerró a un millón o más de miembros de las minorías musulmanas, incluyendo la uigur y la kazaja, en lo que los críticos describen como una campaña para borrar sus distintas identidades culturales. Beijing asegura que no tiene nada que ocultar y da la bienvenida a quienes, sin prejuicios políticos, visiten Xinjiang y vean lo que catalogó como una campaña exitosa para restaurar el orden y la cohesión étnica.

Desde Guangzhou, Bachelet viajará a Kashgar, que en su día fue una parada de la Ruta de la Seda, y Urumqi, la capital de la región de Xinjiang, Tanto la ONU como China ha prohibido que medios extranjeros acompañen a Bachelet y no está claro ni con quién se reunirá ni cuánto acceso tendrá durante la visita.

 

Según la ONU, Bachelet dijo a Wang que esperaba reunirse con «muchas personas distintas durante mi visita, especialmente con funcionarios del gobierno, líderes empresariales, académicos, estudiantes y miembros de la sociedad civil que trabajan en derechos humanos y en otras cuestiones sociales y económicas».

«Aunque discutiremos temas delicados e importantes, espero que esto nos ayude a crear confianza y nos permita trabajar juntos en el avance de los derechos humanos en China y en el mundo», agregó Bachelet según fue citada.

«Wang señaló que para que avance la causa internacional de los derechos humanos, debemos, en primer lugar, respetarnos mutuamente y evitar politizar los derechos humanos», señaló el Ministerio de Exteriores en un comunicado de prensa publicado en su web.

«Las instituciones multilaterales de derechos humanos deben servir como un espacio para la cooperación y el diálogo en lugar de un nuevo campo de batalla para la división y la confrontación», agregó la nota.

El Partido Comunista chino no permite la oposición política y limita estrictamente la libertad de expresión, además del derecho de reunión y de expresión religiosa. China es además uno de los cinco miembros permanentes de Consejo de Seguridad de la ONU, lo que le concede derecho a veto, y ha firmado, pero no ratificado, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos administrado por la agencia de Bachelet.

Beijing ha recibido críticas por negarse a condenar la invasión rusa de Ucrania además de por su estricta política de «cero COVID» frente a la pandemia del coronavirus, que ha alterado la vida de decenas de millones de ciudadanos y ha trastocado las cadenas de suministro globales.

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