El presidente brasileño Jair Bolsonaro, en Brasilia. Foto La Hora/AP/Eraldo Peres.

Jair Bolsonaro se muestra cada vez más lejos de aquel candidato a presidente que en 2018 denostaba a la «vieja política» al esforzarse para conseguir apoyo en un momento de debilidad.

El presidente brasileño cedió ayer el puesto de Jefe de Gabinete –que el día anterior llamó «el alma» de su administración– a uno de los principales miembros del Centrão, un bloque de partidos ideológicamente laxos que suele apoyar diferentes administraciones a cambio de cargos en el gobierno.

Algunos analistas creen que el presidente archivó definitivamente su promesa de que jamás se aliaría con el Centrão, asociado habitualmente a prácticas espurias de la política y mal visto por una parte significativa de quienes lo eligieron presidente. Bolsonaro explicó su giro durante una ceremonia en el palacio del Planalto el martes

«Llegamos al gobierno en 2018 y teníamos que hacer algo realmente diferente. Abandonamos la cuestión política (en la elección de los ministros), pero vimos que era necesario cada vez más buscar apoyo y entendimiento del Congreso», dijo.

Ciro Nogueira, un senador del estado nordestino de Piauí quedó el miércoles a cargo de la coordinación política entre los ministerios como jefe de la Casa Civil. Nogueira es presidente del Partido Progresistas (PP) -el mismo agrupamiento que el presidente de Diputados, Arthur Lira-, que fue electo en febrero impulsado por su nueva alianza con Bolsonaro.

El mandatario ha establecido una relación estrecha con el Centrão en los últimos meses, mientras es acosado por investigaciones que apuntan posible corrupción en la compra de vacunas contra COVID-19 y ante una caída de su popularidad que amenaza con comprometer su reelección el año que viene.

La gobernabilidad puede no ser la única razón tras la elección de Nogueira, según explicó a The Associated Press Claudio Couto, coordinador de la Maestría en Gestión y Políticas Públicas de la Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo. Para el profesor también puede ser una vía para seguir esquivando la apertura de un juicio político.

«El presidente se dio cuenta de que era inevitable no aliarse. Está muy débil políticamente, y el acuerdo le permite protección contra el avance de procesos de impeachment y apoyo para su agenda en el Congreso», aseguró Couto.

Una encuesta de Datafolha publicada el 8 de julio reveló que la reprobación de Bolsonaro llegó a 51%, el peor indicador desde que asumió el gobierno el 1 de enero de 2019. Además, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, probable contrincante de Bolsonaro para las elecciones de 2022, mantiene una ventaja abultada en preferencia de votos y se impondría en una posible segunda vuelta por 58% a 31%, según la misma consultora.

«Y Bolsonaro que se la pasaba hablando de que iba a acabar con la ‘vieja política’. ¿Cuál es la nueva política de él? ¿Quedar rehén del Centrao? No cumplió ni una cosa de lo que dijo», se mofó Lula da Silva el martes, en un mensaje publicado en Twitter.

El Centrão formó parte de todos los gobiernos democráticos de los últimos tiempos, incluidos los del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y Lula da Silva (2003-2011), pero nunca había ocupado la jefatura de Gabinete, considerado uno de los ministerios más importantes. Tampoco había sido tan claramente blanco de críticas un presidente y sus colaboradores como en el caso de Bolsonaro, que pese a sus casi tres décadas como congresista se presentó en 2018 como un líder dispuesto a barrer con las vieja política, aprovechando el empuje de las investigaciones anticorrupción del Lava Jato.

El diputado federal por Sao Paulo Eduardo Bolsonaro, considerado uno de los principales consejeros de su padre, criticó al Centrão en un acto bolsonarista en 2018, recordado en las redes sociales esta semana. «Quería sacar una foto de cada uno de ustedes aquí para saber si en 2019, cuando haya dificultades, ustedes van a dejarse seducir por el discurso del Centrão o van a mantenerse firmes y fuertes con Bolsonaro», le habló a una platea de aliados.

Nogueira enfrenta varias acusaciones por sospechas de corrupción y pago de coimas. Él ha negado participación en cualquier tipo de delito a través de su defensa consultado por la prensa local.

El presidente brasileño insistió en que pese a la incorporación de Nogueira no abandonó la bandera de la lucha contra la corrupción. «Yo estoy imputado en el Supremo Tribunal. La persona es culpada sólo después del juzgamiento. Obviamente (Nogueira) sería alejado del gobierno (si es culpado)», dijo el presidente a una radio de Paraíba el lunes.

El profesor de la FGV aseguró que Bolsonaro quedó frente a un dilema. Al mismo tiempo que el acuerdo con el Centrão probablemente le permitirá concluir sin sobresaltos su mandato, puede perjudicar sus oportunidades en la disputa electoral de 2022, cuando posiblemente intentará su reelección.

«(Bolsonaro) Intentó durante un tiempo construir la identidad de un político antisistema y una parte de sus electores se encandilaron con la promesa, que finalmente quedó a un lado», dijo Couto. «La supervivencia inmediata lo llevó a destruir todas sus credenciales».

 

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