Michael Hoffman, agente especial adjunto a cargo de la oficina en Los Ángeles del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, habla sobre la investigación en torno a la detonación de un camión con pirotecnia. Foto La Hora/AP/Stefanie Dazio.

Elementos del escuadrón antibombas de Los Ángeles calcularon erróneamente el peso de fuegos artificiales de fabricación casera que detonaron el mes pasado dentro de un contenedor, lo que desató una catastrófica explosión que dejó a 17 personas heridas y estremeció a todo un vecindario, informó el jefe de policía de la ciudad ayer.

El jefe policial Michel Moore señaló que cinco miembros del escuadrón antibombas del departamento han sido retirados de las labores de campo conforme prosigue la investigación. Podrían enfrentar medidas disciplinarias.

La explosión fue sumamente inusual, aseguran las autoridades, y al ver las consecuencias el Departamento de Policía de Los Ángeles y el FBI decidieron revisar sus protocolos referentes a la detonación de explosivos. El Departamento de Policía ahora requiere que las detonaciones sean autorizadas por un capitán, además de la aprobación de dos expertos antibombas y de un supervisor que ya se pide actualmente.

Los residentes del vecindario han exigido que haya rendición de cuentas y se preguntan por qué algunas personas continúan en sus casas a pesar de que las autoridades fueron puerta por puerta para anunciar una orden de evacuación. La posesión o venta de pirotecnia es ilegal en Los Ángeles y en zonas no incorporadas del condado.

El estallido ocurrió después de que agentes de policía pasaron toda la jornada deshaciéndose de miles de kilogramos de pirotecnia comercial que fueron descubiertos en una residencia del sur de Los Ángeles luego de recibir información anónima en las primeras horas del día. Esos fuegos artificiales fueron detonados en otro sitio.

Sin embargo, los agentes también descubrieron fuegos artificiales de fabricación casera que estaban dejando escapar material explosivo, por lo que el escuadrón antibombas decidió detonarlos en el vecindario, ya que consideraron que eran demasiado inestables para ser transportados a otro sitio. Examinaron la pirotecnia con rayos X y robots, y la colocaron dentro de una cámara de detonación, cuyo nombre oficial es depósito de contención total.

Los expertos antibombas —sin utilizar una balanza, lo cual es permitido en los procedimientos policiales de Los Ángeles para evitar el manejo adicional de dispositivos inestables— calcularon que el peso de los explosivos caseros y de una contracarga era de unos 7,5 kilogramos (16,5 libras).

Llegaron a esa cifra al estimar que los explosivos más pequeños — 280 de ellos — pesaban alrededor de 14 gramos (media onza) en una medida estándar de pólvora destellante. Los expertos calcularon que los 44 explosivos de mayor tamaño —aproximadamente del tamaño de una lata de refresco con mecha— tenían aproximadamente 42,5 gramos (1,5 onzas) de pólvora destellante.

Las autoridades federales que pesaron los restos después de la explosión calcularon que en realidad el peso era de más de 19 kilogramos (42 libras). Los dispositivos pequeños pesaban realmente 38,9 gramos (1,37 onzas) y los más grandes unos 142 gramos (5 onzas).

La capacidad máxima de la cámara de detonación es de 6,8 kilogramos (15 libras) para usos múltiples o de 11 kilogramos (25 libras) para un solo uso, comentó Moore. El Departamento de Policía de Los Ángeles no ha identificado públicamente al fabricante de dicha cámara a pesar de reiteradas solicitudes.

Nueve policías y un agente federal están entre los heridos. Uno de ellos fue trasladado al hospital y ahora se recupera en su casa.

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