Cuatro millones de personas dependen de la ayuda humanitaria de la ONU en Siria para tener acceso a alimentos, agua, vivienda y salud.
Cuatro millones de personas dependen de la ayuda humanitaria de la ONU en Siria para tener acceso a alimentos, agua, vivienda y salud. Foto: La Hora / AP

Rusia vetó el martes en el Consejo de Seguridad de la ONU prolongar la apertura de un paso fronterizo con Turquía por donde pasa ayuda humanitaria para millones de habitantes de zonas rebeldes en Siria, que expiró el lunes.

Los 15 miembros del Consejo intentaban, desde hace días, llegar a un acuerdo para extender el mecanismo que desde 2014 permitía llevar alimentos, agua y medicamentos desde Turquía por el puesto fronterizo de Bal Al Hawa a los habitantes del noroeste de Siria, sin la autorización de Damasco.

Ante las necesidades acuciantes, que se agravaron con los terremotos de febrero, la ONU, personal humanitario y una mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad reclamaban que se prolongara al menos un año más para permitir una mejor organización de la ayuda.

El texto inicial, redactado por Suiza y Brasil, proponía extenderlo otros doce meses. Pero Rusia interpuso su veto a esta resolución que contó con la abstención de China. El resto de los 13 miembros votaron a favor.

El Consejo también rechazó, por dos votos a favor, 3 en contra y 10 abstenciones, el texto paralelo que presentó Rusia, en el que proponía una prolongación de seis meses y denunciaba las sanciones occidentales contra Siria.

«Es un momento triste para este Consejo, salvo para un país», dijo la embajadora estadounidense Linda Thomas-Greenfield, que calificó el veto de Rusia de «crueldad absoluta».

«Este calendario habría permitido pasar los duros meses de invierno», lamentó la embajadora suiza, Pascale Baeriswyl, que dijo estar muy «decepcionada».

«No dejaremos que este veto ponga fin a nuestros esfuerzos para encontrar una solución», dijo, antes de agregar que con su homólogo brasileño «van a reanudar el trabajo inmediatamente».

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, manifestó su «decepción» por este fracaso y pidió a «todos los miembros del Consejo de Seguridad que redoblen los esfuerzos para que se siga distribuyendo ayuda transfronteriza», declaró su portavoz Stéphane Dujarric, antes de agregar que la ONU había almacenado ayuda en el interior del país en previsión de la suspensión.

El embajador ruso, Vassili Nebenzia, acusó a los países de Occidente de «provocación para empujar a Rusia a recurrir a su veto» al estimar que el mecanismo «no tiene en cuenta en absoluto de los intereses del pueblo sirio».

«La ayuda humanitaria debería basarse en las necesidades, no en la política», dijo por su parte Floriane Borel, de Human Rights Watch, que denunció el «cínico veto» de Rusia.

 

«SUPLICAR»

La ONU «debería explorar inmediatamente medios alternativos para garantizar que los sirios reciben suficientes alimentos, medicamentos y otras ayudas que necesitan desesperadamente sin tener que suplicar a Rusia o al presidente sirio por un acceso», dijo Borel.

El mecanismo creado en 2014 permite a la ONU llevar ayuda humanitaria a las poblaciones de las zonas rebeldes del noroeste de Siria, sin autorización del gobierno de Damasco, que denuncia regularmente la violación de su soberanía.

Inicialmente, el acuerdo preveía cuatro puntos de entrada a la Siria controlada por los rebeldes, aunque ahora el cruce de Bab al Hawa era el más concurrido.

El mecanismo de ayuda se renueva cada seis meses debido a la presión de Moscú, aliado de Damasco, lo que complicaba la planificación de la ayuda.

Por el momento, otros dos pasos fronterizos siguen abiertos, aunque son mucho menos utilizados que el de Bab al Hawa.

 

El presidente sirio, Bashar al Asad, había autorizado su apertura después de los terremotos de febrero, pero solo hasta mediados de agosto.

«Tengo muchas esperanzas de que se vuelva a renovar», comentó la semana pasada el responsable de la ONU para asuntos humanitarios, Martin Griffiths, que se reunió con Asad en Damasco a fines de junio.

Después de los mortíferos terremotos del 6 de febrero, más de 3.700 camiones de ayuda de la ONU cruzaron los pasos fronterizos, según la ONU, pero la gran mayoría lo hicieron por Bab al Hawa. Solo el lunes llegaron 79.

Según la ONU, cuatro millones de personas en el noroeste de Siria, la mayoría mujeres y menores, dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir tras años de conflicto, crisis económicas, epidemias y pobreza creciente agravada por los sismos devastadores. El mecanismo permitía llevar ayuda a 2,7 millones de personas al mes.

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