Pálidos y agotados, los últimos civiles que se refugiaron en los búnkeres bajo la gigantesca planta siderúrgica de la diezmada ciudad portuaria de Mariúpol llegaron el domingo por la noche a Zaporiyia, la primera gran ciudad ucraniana más allá del frente de batalla.
Los sobrevivientes demacrados hablaron de cañoneos constantes, escasez de alimentos y un moho omnipresente, y de cómo usaron desinfectante para manos como combustible para poder cocinar.
Diez autobuses entraron lentamente en las calles desiertas y oscuras de Zaporiyia, trayendo 174 evacuados del área de Mariúpol. Entre ellos había 31 de los 51 civiles evacuados durante el último día de la acería Azovstal, donde presumiblemente 2.000 combatientes ucranianos están haciendo lo que parece ser su última resistencia. Tanto funcionarios ucranianos como rusos han dicho que estos civiles son los últimos no combatientes del complejo industrial.
«Fue terrible estar en los búnkeres», relató Lyubov Andropova, de 69 años, quien se había refugiado en la planta Azovstal desde el 10 de marzo. «Caía agua del techo. Había moho por todas partes. Estábamos preocupados por los niños, por sus pulmones». El cañoneo era constante y temíamos «que nuestro búnker se derrumbara», aseguró. «Todo temblaba. No salimos».
La acería es la única parte de Mariúpol que no está bajo control ruso. Gracias a su laberinto de túneles y búnkeres en el subsuelo, muchos civiles la habían elegido como el lugar más seguro para resguardarse del incesante cañoneo ruso contra Mariúpol, otrora una próspera ciudad portuaria que ha quedado en gran parte reducida a escombros.
Apenas unos días después de que comenzara la invasión rusa en Ucrania el 24 de febrero, Dmytro Sviydakov se refugió en los búnkeres con su esposa y su hija de 12 años. Entraron en Azovstal el 27 de febrero. Pasarían más de dos meses antes de que pudieran salir.
Entre 50 y 60 personas se amontonaron en un búnker, y comentó que el primer mes y medio fue soportable. Pero luego se intensificaron los ataques rusos. Volaron un área de almacenamiento de alimentos, por lo que él y otras personas recurrieron a buscar en la basura, e incluso a revisar los casilleros de los trabajadores.
El combustible para cocinar también escaseaba, pero luego descubrieron que el desinfectante de manos, abundante debido a la pandemia de coronavirus, era un buen sustituto.»¿Qué no puedes hacer cuando no tienes nada?», dijo, mientras esperaba un autobús que llevaría a los evacuados de Azovstal a alojamientos temporales en Zaporiyia.
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— Diario La Hora (@lahoragt) May 9, 2022
Yehor Chekhonatskyi, un empleado de la acería que se refugió en el búnker con sus dos hijos, su esposa y su perro, dijo que cuando la comida escaseó, los soldados que defendían Azovstal los ayudaron.
«No lo habríamos logrado de otra manera», comentó. «No sé cuánto tiempo podríamos haber sobrevivido, pero seguro que no habríamos sobrevivido hasta hoy». En los últimos días, sólo les quedaba pasta, agua y algunas especias, suficiente apenas para una sopa al día.
Su familia ingresó a la planta el 1 de marzo por seguridad, dijo, luego de que él apenas logró escapar de los ataques mientras paseaba a su perro.A pesar de la destrucción generalizada de Mariúpol, 18 de las 51 personas evacuadas de Azovstal optaron por quedarse en la ciudad, dijeron funcionarios de Naciones Unidas que participaron en crear un camino seguro para los evacuados.
Otras dos, un hombre y una mujer, fueron detenidas por soldados rusos. La mujer, detenida bajo sospecha de ser médica militar, viajaba con su hija de 4 años. La madre y la menor fueron separadas, y la niña logró llegar a Zaporiyia con el resto de los evacuados, dijeron funcionarios de la ONU.
Pero varios cientos más que querían unirse al convoy de evacuación desde otras áreas controladas por las fuerzas rusas tuvieron que quedarse atrás, ya que Rusia y Ucrania no lograron llegar a un acuerdo sobre su evacuación.
«Fue muy desgarrador verlos esperar y no poder unirse a nosotros», indicó la coordinadora humanitaria de Naciones Unidas, Osnat Lubrani. «En general, en un período de 10 días, hemos podido traer un total de 600 personas en operaciones de paso seguro muy complejas, de alto riesgo y muy delicadas», detalló Lubrani, que agregó que la ONU esperaba poder traer más civiles en un futuro.