No es una simple paradoja que mientras la Fiscal Consuelo Porras afirmaba que ella lucha contra el cáncer de la corrupción, que nadie está por encima de la ley y que ella será siempre un obstáculo para los corruptos, el sistema de justicia de Guatemala dejaba libre de todo cargo a Estuardo Galdámez, señalado por actos de corrupción, y ordenara investigar a los fiscales que lo acusaron. Ambos hechos ocurrieron el mismo día y a la misa hora, y devienen en un sonoro tapaboca, a lo que se presentó como una rendición de cuentas del Ministerio Público (MP), a la que no se dio acceso a la prensa.
Claro está que ella dice que lo que hacen los jueces no es su responsabilidad, pero, cuando vemos declaraciones como las del exfiscal Eduardo Pantaleón en la que expresa que no se podían investigar actos de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei (pareja de Miguel Martínez), entendemos mejor las cosas. Cuando hay casos como los de Galdámez, ¿los fiscales hacen su mejor esfuerzo por lograr condena?
El MP dice que lo que hacen los jueces no es responsabilidad, pero qué raro que solo en los casos que a ellos les interesan las cosas avanzan en juzgados y los que no les importan o peor aún, los pueden poner en mal con sus amos, se estrellan en tribunales y ellos no dicen nada al respecto.
Antejuician a jueces que resuelven como no les gusta y casi que premian a sus jueces apalabrados. Ese doble juego la gente lo entiende, sin importar su posición geográfica o social.
Consuelo Porras entiende, como lo entendemos todos, que la corrupción es un cáncer que está destruyendo todas las células de nuestro país y que avanza constantemente propagando los daños que ella mencionó. En efecto, la corrupción “es un cáncer que socava la confianza pública, desvía los recursos necesarios para el desarrollo y perpetúa la desigualdad”, palabras textuales pronunciadas por ella en ese acto público. Ello significa que entiende perfectamente los efectos nocivos que tiene el crimen de la corrupción que, cabalmente, adquiere proporciones de lesa humanidad por los daños terribles que produce.
Pero mientras ella reconocía la existencia de ese cáncer y sus tremendos efectos, en el Juzgado de Mayor Riesgo que conoció el caso “Asalto al Ministerio de Salud” demostraba cuán fuerte y firme es la lucha del MP contra los corruptos operarios de la corrupción, cerrando el proceso y ordenando investigar a los fiscales que osaron presentar la acusación.
¿Van a presentar antejuicio contra la jueza que liberó de responsabilidad a Galdámez?
No hace falta mucha reflexión ni análisis cuando los hechos son tan elocuentes y se producen en forma simultánea, como para abrir los ojos a la ciudadanía sobre lo que realmente está ocurriendo. Todos sabemos que contra Giammattei y su pareja sentimental no hay ningún proceso, como tampoco lo hay contra Jimmy Morales, los dos presidentes que nombraron a Consuelo Porras como Fiscal General y que ambos reconocían como su “amiga”.
La ausencia de procesos relacionados con actos de corrupción cometidos en los dos gobiernos últimos, uno más corrupto que otro, es un hecho real y concreto que viene a desbaratar todas las argumentaciones que se hicieron ayer en una supuesta “rendición de cuentas”, en la que ni siquiera permitió a nadie formular preguntas e indagar realidades.
Para que quede constancia, Consuelo Porras sí sabe exactamente el daño que hace la corrupción y lo expuso con claridad ayer, aunque fuera del diente al labio. Esos millones de personas honradas que trabajan, invierten y quienes han emigrado por falta de oportunidades aquí, también saben con precisión cuál es el efecto del robo descarado que se hace de los fondos públicos.