Foto La Hora / Pixabay / Gobierno de Guatemala - Diseño La Hora / Alejandro Ramírez

Para mostrar su férrea ideología conservadora, Alejandro Giammattei dispuso declarar el 9 de marzo, fecha de su cumpleaños, como “Día por la Vida y la Familia”, paso inicial para una serie de políticas que terminaron satanizando a medio mundo y falseando realidades como la de la llamada Agenda 2030, que ha sido descalificada por sectores radicales. Cada quien tiene perfecto derecho a tener su propia ideología y tanto a propagarla como a defenderla, pero lo que obviamente no se vale es que se haga simplemente un uso hipócrita de los valores de determinada línea de pensamiento para sacar provecho personal y peor aún, con eso justificar actos de corrupción.

Desde el inicio del mandato del mismo Giammattei, en su toma de posesión, se hizo evidente la ausencia de la persona que recibe la calificación de Primera Dama y al acto asistieron únicamente sus hijos pero no la madre de ellos. Era ya secreto a voces que el nuevo gobernante tenía otra pareja, razón por la cual ella no aparecía; y también se decía en corrillos que esa pareja no era alguien de sexo femenino sino un jovencito que fue nombrado inmediatamente como el jefe del Centro de Gobierno, una dependencia creada para ejercer férreo y completo control sobre todos los actos del Ejecutivo y sus dependencias.

Una investigación de La Hora, por un tema de la Superintendencia de Bancos (SIB) que estábamos siguiendo, ha permitido conocer que durante todo su mandato Giammattei siguió ligado maritalmente a su esposa porque el matrimonio fue terminado legal y formalmente hasta en febrero de este año, cuando había terminado su gestión al frente del país. La vida privada de cada quien es asunto personal y el individuo tiene derecho a vivirla como le parezca, pero lo que no se vale es que públicamente se hablen peroratas respecto a temas que en la realidad entran en profunda contradicción con la prédica.

No puede ser defensor de la familia tradicional, como decía Giammattei cuando hablaba de valores, alguien que relega a su esposa y madre de sus hijos por una relación con un jovencito del mismo sexo. Repetimos que las preferencias sexuales son asunto personal, pero cuando se usan conceptos como el de la familia para fines políticos y capturar seguidores del conservadurismo, obviamente estamos frente a una situación de absoluta hipocresía.

La coherencia en la vida es fundamental, sobre todo para quienes incursionan en la vida pública porque tiene que haber estrecha relación entre lo que se predica y lo que se vive en el día a día. La orientación sexual de un gobernante deja de ser un tema personal, sobre todo, cuando es cabalmente lo que alienta la existencia de un extraordinario poder fáctico que le puede hacer tanto daño a un país, tal y como lo pudimos comprobar los guatemaltecos.

Redacción La Hora

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