Día de la Mujer. Foto La Hora

Históricamente la mujer ha tenido que librar enormes batallas en busca del reconocimiento a su intrínseca dignidad que en muchas sociedades no se reconoce, no digamos respeta. Baste recordar que en Guatemala la mujer pudo ejercer su derecho al sufragio por primera vez en las elecciones presidenciales de 1945, porque antes de ello el voto era un derecho para los hombres alfabetos, pero no para quienes no supieran leer y escribir y tampoco mujer, cualquiera fuera su condición educativa.

Parte de esa ausencia de respeto a la dignidad de la mujer es consecuencia de las culturas de machismo que fueron absolutas durante mucho tiempo y que aún prevalecen en bastantes sociedades, incluyendo la nuestra por supuesto. Por ello, esta celebración, además de permitir el reconocimiento a quienes han luchado por la reivindicación de los derechos, obliga a redoblar los compromisos para hacer realidad el más absoluto respeto que a las mujeres, como a cualquier ser humano, se le debe.

En los últimos cincuenta años las universidades han sido una muestra del papel que desempeñan muchas mujeres en la actualidad; facultades que durante años apenas si excepcionalmente registraban la inscripción de alguna mujer ahora tienen más estudiantes de sexo femenino que hombres y no hay límites para ese constante crecimiento que permite comprobar, sin la mejor sombra de duda, los talentos que durante generaciones fueron sepultados por la discriminación.

Pero esos avances son todavía insuficientes porque acá, como en muchas partes del mundo, las oportunidades no se dan por igual a todas las mujeres y si bien muchas han roto la barrera de la discriminación, son aún demasiadas las que la siguen sufriendo, al punto de ser necesaria una ley contra el abuso y la violencia que sufren en una sociedad machista.

En política también crece la participación de la mujer y en muchos casos es edificante porque muestra valores y cualidades que no se encuentran fácilmente en ese gremio. Por supuesto que, como reza el dicho, de todo hay en la viña del señor y hay algunas que en vez de ser modelo a imitar, usan su condición para tejer una coraza de impunidad alegando que si a ellas se les señala de corrupción es porque se les discrimina. Hay mujeres como la Concejal de Quezaltenango, una ex candidata presidencial, una ex vicepresidenta y varias funcionarias corruptas que usan instituciones de forma oscura, que usan la ley contra el femicidio como manto de impunidad, desvalorizando una norma legal hecha con la mejor y más sana de las intenciones.

Gracias a Dios hay, al mismo tiempo, muchas mujeres destacando por su ética, calidad, capacidad y entrega; ellas deben ser el modelo para inspirar a más lucha y más esfuerzo por acabar con los resabios del machismo.

Redacción La Hora

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