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Hay palabras que van desapareciendo en el léxico de los pueblos y a las nuevas generaciones ya no les suena aquello de que algo parece “huevo engüerado”, es decir que se echó a perder por no usarlo a tiempo. Exactamente eso es lo que debemos recordar a las autoridades del nuevo Gobierno porque si bien no han cumplido ni siquiera el mes desde su investidura, en algunas ocasiones se nota poco dinamismo para emprender la ruta de los cambios ordenados por los ciudadanos en las urnas. Estamos claros que el día a día puede llegar a absorber y terminar de armar los equipos requiere de tiempo y por ello es necesario que existan los operadores que vean el bosque completo.

Cierto es que todo el tema de desarmar el andamiaje de la corrupción demanda un Ministerio Público (MP) comprometido con la legalidad y no con la impunidad, pero hasta en ello se deben canalizar los caminos para evidenciar el proceder del ente investigador que ha sido, sigue siendo y pinta que serán guardianes del sistema de corrupción y en especial de la perpetrada por la pareja Giammattei-Martínez. Consuelo Porras es una cosa y la estructura que lo controla todo, puede ser otra.

El poder, como los huevos que no se usan, se engüera y ello puede ser fatal, no solo para quienes lo ejercen sino para una sociedad que se llenó de ilusiones y esperanzas al sentir que su voto sería el mecanismo idóneo para salir del pantano de podredumbre en que nos metieron los últimos gobiernos, con la complicidad del Congreso, del sistema de justicia y de todos los entes que fueron cayendo en esas redes. La reingeniería de la Contraloría General de Cuentas (CGC) es vital y debe iniciar ya.

Mientras al Gobierno le cuesta moverse en algunos frentes vemos cómo las mafias aceleran el paso para reagruparse y seguir utilizando los espacios en los que aún tienen enorme control. No hay mejor ejemplo de eso con la decisión de un tribunal, a petición del mismo Ministerio Público, de tramitar en secreto la “aceptación de cargos” del ex ministro Benito, sacando a la prensa de la sala para que no quedara constancia de la mañosería. La reforma judicial es impostergable.

Entendemos perfectamente que Bernardo Arévalo asumió en condiciones muy especiales porque si bien vivimos el más prolongado período de transición en lo que va de la llamada era democrática, toda su atención se tuvo que centrar en ver cómo impedía el golpe de Estado que estuvo siempre latente, al punto que impidió su toma de posesión el 14 de enero, investidura que tuvo que darse hasta en las primeras horas del día 15. Dentro de poco viajará al extranjero en la realización de visitas diplomáticas y aquí sigue el acoso judicial contra cualquiera que asuma actitudes que señale los persistentes vicios y la jueza Wendy Coloma es la última víctima, sin que se pueda avanzar mucho en investigar los sucios negocios por falta de apoyo de los llamados a participar en ese esfuerzo y misteriosos incendios hacen sospechar que estén quemando pruebas.

Es tan grave la situación encontrada por este gobierno que la gente se hizo ilusiones de que todo cambiaría como por arte de magia y algunas personas y sectores empiezan a hacerse preguntas. Sabemos que son procesos y creemos en la paciencia, pero la misma se hace más fuerte en la medida en que se reciban señales claras y categóricas de claridad, determinación y empuje, algo que no se llega aún a percibir plenamente en algunos frentes.

Redacción La Hora

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