Santos, Editorial
George Santos, excongresista por el partido republicano por el estado de Nueva York. Santos fue expulsado luego que la Cámara de Representantes de Estados Unidos, conociera un informe acerca de su conducta ética. Foto: La Hora.

La semana pasada fue expulsado del Congreso de Estados Unidos el representante George Santos, conocido por mentiroso y poca vergüenza, características que se pueden encontrar fácilmente en individuos de cualquier sociedad, no digamos entre políticos, pero que además se robó dinero destinado de su propia campaña e hizo una serie de tropelías que facilitaron su oprobiosa expulsión. Todos sus hechos mostraron que tuvo, como dijo aquí el diputado Javier Hernández en la famosa sesión del antejuicio previo a bajarse las elecciones, “un compromiso con la corrupción” y eso fue suficiente para que lo echaran del Capitolio en forma ignominiosa.

No creemos que su caso sea aislado en el Congreso de Estados Unidos pero tampoco que los que son como él sean mayoría; si así fuera no lo hubieran expulsado sino habría sido arropado. Y por ello pensamos en nuestros muy numerosos George Santos, por lo menos 108, en el Congreso de la República, quienes muestran el mismo cinismo y desfachatez que hizo odioso a ese republicano electo en el Estado de Nueva York para la Cámara de Representantes.

El Congreso de Estados Unidos ha expulsado a otros miembros, pero todos por razones vinculadas a la guerra de Secesión que dividió al país en el siglo XIX y es éste el primer caso en el que alguien es repudiado por corrupto, mentiroso y cínico, lo que lo hace aún más vergonzoso.

Imaginemos si algún día en Guatemala se llegara a generar tal sentimiento en contra de la corrupción, lo que podría pasar. Sería el cambio de una sociedad que llegó a entender como natural y parte del ambiente la existencia de esas mafias que trabajan en forma descarada para facilitar los negocios que les enriquecen y que, además, se aseguran absoluta impunidad colocando ellos mismos a muchos juzgadores que terminan siendo exactamente iguales.

En Guatemala, último día del mes de noviembre de 2023 pasará a la historia por los acontecimientos en el Congreso, donde se produjo una fusión de intereses girando no solo alrededor de la aprobación de un presupuesto hecho únicamente para que muchos roben, sino también para avanzar en el esfuerzo por revertir la voluntad popular expresada en las urnas. 108 diputados mostraron, tal y como clara y tajantemente lo pidió Hernández (esta vez aparentemente sobrio), su claro y absoluto compromiso con la corrupción y lo hicieron sin rubor ni vergüenza porque saben que se están jugado el todo por el todo. Una cosa es investigar el TREP y el referido contrato y otra usarlo de excusa para invalidar los resultados.

Acá difícilmente veremos a los diputados salir con la cola entre las canillas porque, tristemente y por ahora, la corrupción tiene poder absoluto que se acrecienta y afianza en estas horas críticas y de los ciudadanos depende asegurar que este rumbo cambie.

 

Redacción La Hora

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