Editorial
Foto de referencia. En estas últimas horas seremos testigos de toda una gama de jugadas y componendas en el marco de la peculiar campaña que hemos visto durante el período que se inicia en la misma noche del 25 de junio. Foto: José Orozco / La Hora.

A poco del cierre de las campañas que realizan los presidenciables para la segunda vuelta va quedando claro que esta vez el ciudadano tiene el poder de preservar el sistema actual o de cambiarlo con la fuerza de su voto. No cabe duda que hay gente que está satisfecha con lo que se vive en el país y que siente que las cosas deben seguir su rumbo sin sobresaltos porque, de una u otra manera, han sido beneficiarios del modelo actual, mientras que otros ven una oportunidad para emprender una ruta distinta con nuevos actores y nuevas ideas.

La tónica de nuestro modelo democrático hace que muchos hayan sentido desesperanza y frustración porque hasta los que se presentaron como ni corruptos ni ladrones terminaron siéndolo más que sus antecesores y, en la práctica, cada uno de los últimos gobiernos ha hecho todos los méritos para ser peor que el antecesor, lo que produce esa picada terrible que marca a Guatemala. Y de esa cuenta muchos se han abstenido de ejercer el sufragio y otros votan nulo en repudio a una clase política que, con absoluto descaro, hace ver sus reales intenciones, es decir, hacer fortuna desde la función pública.

Hay, sin embargo, un ambiente distinto en esa elección porque se siente que el ciudadano realmente puede tener el arma para cambiar el rumbo del país, lo que ocurriría únicamente si, además de emitir el sufragio, decide involucrarse en la vida nacional para auditar el desempeño de las autoridades electas y de esa forma ser factor de una verdadera transformación. El voto no debe ser el final de todo un proceso sino, en casos como el actual, debe ser el inicio de una nueva etapa de ejercicio de la ciudadanía para dar un acompañamiento exigente a quienes resulten electos para dirigir los destinos de la Nación.

En estas últimas horas seremos testigos de toda una gama de jugadas y componendas en el marco de la peculiar campaña que hemos visto durante el período que se inicia en la misma noche del 25 de junio, cuando se computaron los votos de la primera vuelta. Acuerdos bajo la mesa y el intenso uso de redes sociales con ánimo de desinformar marcan en mucho la tónica de esta preparación para esta crucial elección y es obvio que el ciudadano debe escudriñar la información para separar lo que es real y útil de la abundante basura.

Horas críticas y decisivas, como no se vivían en un proceso electoral desde hace mucho tiempo, nos obligan a ejercer responsablemente la ciudadanía.

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