El jueves 13 de julio de 2023, a las afueras del Ministerio Público. Foto: Guillermo Herrera / La Hora.

Nadie puede pasar por alto el tremendo clima de incertidumbre que plantean las acciones con la intención de torpedear el proceso electoral en marcha, tanto así que la misma comunidad internacional arrecia en sus llamados a respetar la voluntad popular. En medio de la turbulencia ante el nada oculto propósito de evitar la segunda vuelta, es indispensable que se aborden los temas de trascendencia para el futuro del país y que, con seriedad, se encare la grave problemática que produce la existencia de una dictadura de la corrupción y la impunidad.

Porque cabalmente lo que tenemos que extraer como lección fundamental de los comicios es que la inmensa mayoría de guatemaltecos ya está harta de tanto robo, de tanto abuso y de la prepotencia que genera ese control absoluto de todas las instituciones. No son solo los tres poderes del Estado los que están operando en el marco de esa tenebrosa alianza que ha rendido tantos frutos para facilitar el mal uso de los fondos públicos. Es toda la institucionalidad la que se encuentra capturada y que debe ser rescatada mediante una articulación de la sociedad para acabar con esa putrefacción.

Parte del esfuerzo por torpedear el proceso electoral es, cabalmente, para evitar que la sociedad pueda avanzar en esa articulación de acuerdos serios y profundos que nos permitan no solo vivir en paz y armonía, sino encontrar puntos comunes en los que podemos coincidir para iniciar esa necesaria transformación del sistema. Es imposible que el país encuentre un buen futuro en medio de la total prostitución que hoy domina todo el aparato público con la complicidad de otros actores que se aprovechan de esa podredumbre.

Es tiempo para buscar esos acuerdos indispensables para cambiar el curso del país, esfuerzo que no debe ser únicamente de los políticos sino de la sociedad en su conjunto, porque su papel tiene que ser fundamental en la articulación de un gran pacto nacional que nos libre de tanta perversidad y que permita retornar la búsqueda del bien común en el marco de un verdadero estado de derecho.

Lo que tenemos por delante es un reto inmenso porque costará mucho salir del atolladero en que nos metió esa otra alianza, perversa, que movió todas las pitas habidas y por haber para abrir espacios a la corrupción, poniendo a la justicia al servicio de la impunidad y de las venganzas políticas.

Y cabalmente porque existe esa perspectiva y porque la podemos lograr es que hay tanto esfuerzo por impedirlo mediante todas las sucias maniobras que ahora presenciamos.

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