En la fotografía el expresidente Álvaro Colom. Foto: La Hora/Redes Sociales

El fallecimiento del ingeniero Álvaro Colom Caballeros, expresidente de la República de Guatemala, no puede pasar inadvertido por mucho que en los últimos años, a causa del mal que le causó la muerte, estuviera fuera de la escena pública y ajeno de los acontecimientos del país. Como con todo ser humano, el deceso es algo que se lamenta y por el que se expresa el pésame a sus deudos, especialmente a sus hijos, hermanos, primos y descendientes. Y en estas horas amargas para ellos el recuerdo es de los momentos agradables que pudieron compartir y de los logros que él alcanzó en su profesión y la política.

Como ocurre con todas las figuras públicas, nunca habrá unanimidad en cuanto a la valoración de su ejercicio político, que se puede dividir en tres etapas significativas. Primero como funcionario responsable del Fondo Nacional para la Paz, nombrado por Jorge Serrano Elías, donde se dio a conocer públicamente en una institución surgida de los Acuerdos de Paz suscritos tras el Conflicto Armado Interno. La segunda fue cuando, por su papel en Fonapaz, fue propuesto candidato presidencial en una coalición de agrupaciones de izquierda, quedando en tercer lugar, detrás de Alfonso Portillo y Óscar Berger. Y la final, que marcó su vida, fue el matrimonio con Sandra Torres y la creación conjunta de la Unidad Nacional de la Esperanza, partido que los llevó al poder en enero del año 2008.

Decimos que los llevó al poder porque su esposa fue figura más que clave en el desempeño de las funciones públicas. Sin más título o responsabilidad que el de Primera Dama, se sabe que desde tiempos de campaña y más cuando ejercieron el poder, era la señora Torres quien tomaba las decisiones más importantes, preparando desde entonces su incursión en la política, esfuerzo que aún persiste y en el que se mantiene luego de haberse divorciado de Colom. El impedimento constitucional para que parientes del Presidente puedan optar al cargo lo resolvió de manera sencilla con un divorcio que, sin embargo, no le restó el tremendo poder político que mantuvo cuando fue Primera Dama.

La historia recoge éxitos y fracasos que pueden haberse dado en determinadas etapas y circunstancias de su vida. Pero también está el hecho de que fuera sindicado, junto a varios funcionarios, por el negocio de Transurbano tras una investigación de la CICIG. El tiempo y la reflexión dirá cuál fue su aporte para impedir el deterioro causado por la corrupción o para contribuir a ese daño que nos sigue haciendo estragos y que empobrece a la gente.

Redacción La Hora

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