Dijimos hace varios días que tristemente la creciente ola de contagios y de muertes que vivimos nos haría centrarnos en la pandemia más que en los temas cruciales de la política nacional porque, al fin de cuentas, estamos hablando de un tema que literalmente es de vida o muerte. Aún sin descuidar el vicio estructural de nuestro sistema político, orientado al cien por ciento en el fomento de la corrupción y de la impunidad, es indispensable que nos preocupemos por suplir las carencias del Estado en el diseño de políticas y estrategias para reducir contagios y con ello aliviar a la red hospitalaria que está sobresaturada y evitar algunas muertes.
Sobre la espalda del gobernante, por su desidia en el tema de la contención pero sobre todo por lo de las vacunas rusas, pesan ya demasiadas muertes. El responsable de lo que ha pasado y de cómo ha pasado tiene nombre y apellido. Es Alejandro Giammattei Falla sobre quien recaen todas esas víctimas que se pudieron evitar con disponibilidad de vacunas y con una campaña eficiente para explicar a la población la ventaja de vacunarse.
No le remorderá nunca la conciencia, por supuesto, porque así es él. Pero la historia recordará su actuación, así como aún ahora, más de cien años después, se recuerda cómo actuó de mal frente a los terremotos de principios del siglo pasado Manuel Estrada Cabrera, comportamiento que hartó al pueblo y le costó el poder.
Los ciudadanos tenemos que cuidarnos, evitando actos públicos donde la gente departe sin mascarilla, así como aglomeraciones de cualquier tipo. Nadie verá por nosotros, está visto, y de nuestra propia responsabilidad depende nuestra salud. Por supuesto que hay que vacunarse, pero son constantes las quejas de quienes recibieron la Sputnik V y no consiguen la segunda dosis. Si alguien muere por ello, ya sabemos quién es el responsable, pero lo importante es evitar esas muertes a como dé lugar y cuidándonos todos algo podemos lograr.
