Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Como resultado de la cooptación del Estado, que viene dándose desde hace muchísimos años, se perdió por completo la noción de lo que de verdad cuestan los bienes que adquiere el Estado o el valor real de las contrataciones que se hacen, por ejemplo, para la construcción de carreteras o de escuelas. En todo lo que eroga el Estado hay una parte importante que está dedicada a la corrupción y eso hace que las compras sean sobrevaloradas y las contrataciones no sólo sean más caras, sino que las obras sean de pésima calidad porque el dinero de la corrupción tiene que salir, por fuerza, del mismo erario. Una mordida o soborno no sale del bolsillo del corruptor, sino que éste lo presupuesta en el monto de la licitación o contrato.

Por eso el Estado paga las medicinas a costos muy superiores a los del mercado, puesto que el proveedor paga mordida para que le asignen el negocio y luego vuelve a dar soborno para que le saquen el cheque, porque ya hay un mecanismo establecido para retrasar los pagos a efecto de que se tenga que recurrir a la mordida.

Establecer cuánto cuesta en realidad un kilómetro de carretera bien hecho, con especificaciones detalladas sobre la calidad de la obra, resulta imposible si utilizamos los parámetros que han servido en los últimos años para los contratos hechos entre el Estado y los contratistas que son parte de ese mecanismo de cooptación. Una de las empresas sindicadas ahora de ser parte de la cooptación se dio el tupé de tener como Viceministro de Comunicaciones a uno de sus representantes legales, lo cual da una idea de hasta qué punto llegó a ser descarado el manejo corrupto de las contrataciones del Estado. Obviamente con ese tipo de acuerdos y arreglos, no sólo se buscaba garantizar que les dieran los contratos, sino que además las obras pudieran ser un mamarracho, sin supervisión alguna y por ello es que nuestra red vial es una calamidad porque hicieron lo que les dio la gana y, además, cobraron lo que les dio la gana.

En teoría correspondería a la Contraloría de Cuentas establecer los parámetros para determinar el costo real de los bienes, servicios y obras que compra o contrata el Estado, pero ya sabemos que esa institución es parte del acuerdo de cooptación y que es una cacharpa inútil, tan inútil como que lo único que encontró en la Municipalidad de Mixco el año pasado fue que se usaron fondos públicos para mandar a hacer camisas y gorras color naranja por algo así como 600 mil quetzales, hallazgo de poca monta comparado con lo que se ha sabido respecto al dispendio de los recursos ediles en esa y otras municipalidades.

Creo que es fundamental que el Ministerio de Finanzas establezca mecanismos, ahora que se formula el presupuesto, para determinar el valor real de aquellas adquisiciones que tiene que hacer el Estado, el valor real de los servicios que contrata y lo que de verdad cuesta hacer un metro cuadrado de construcción o un kilómetro de carreteras. Hoy por hoy, los datos históricos a disposición de Finanzas están abultados escandalosamente porque servían para financiar el hueveo.

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