Felix Loarca Guzmán
Actualmente en Guatemala soplan vientos de cambio, pero algunos de ellos no perdonan errores. Se trata del despertar de los pueblos. Cada vez son más fuertes las exigencias para la depuración del Congreso de la República y de las demás instituciones del Estado, pero también de algunos sectores de la empresa privada, que se han visto involucrados en el saqueo de los recursos del Estado.
El nuevo Presidente de Guatemala, Jimmy Morales, ha reiterado su disposición de actuar con honradez. Sin duda está inspirado en buenas intenciones, pero no basta con ellas. Debe valorar y tomar en cuenta todas las opiniones de los ciudadanos, aunque sean críticas.
Es loable el propósito del Presidente Jimmy, de impulsar el desarrollo alentando las inversiones extranjeras, pero debe actuar con mucha prudencia, pues ese puede ser un terreno minado, ya que las mismas no son una panacea.
Un ejemplo de ello son las inversiones de capital extranjero para la minería. Al final, lo que nos dejan es una migaja, pues las mismas se van con la mejor tajada a sus países de origen.
Tenemos que aprender del ejemplo de otros países como el caso de Bolivia, que bajo la acertada conducción del Presidente indígena Evo Morales, se ha convertido en el gran laboratorio democrático de América.
Hace varios años, el Presidente Evo nacionalizó los hidrocarburos y las telecomunicaciones. Desde entonces, las compañías extranjeras dedicadas a la minería están obligadas a dejar en ese país el 82 por ciento de sus dividendos y se llevan el 18 por ciento. Antes solo le quedaba a Bolivia el uno por ciento como ha sido en el caso de Guatemala.
Con ese 82 por ciento, Bolivia está viviendo una gran transformación. Su prioridad es la lucha contra la pobreza. Ya logró erradicar el analfabetismo y hay un esfuerzo para mejorar la educación combatiendo la deserción escolar.
La política impulsada por el Presidente Evo establece controles muy estrictos sobre los bienes públicos como el agua, el gas, la electricidad, las telecomunicaciones, la minería, etc. Las normas de la Constitución de Bolivia prohíben categóricamente la privatización de esos recursos.
Estos son ejemplos en los que debería inspirarse el Presidente Jimmy, si en verdad quiere ser bien recordado en las páginas de la historia nacional.